Para Adriana Tachella y Alicia Britez, enseñar no se limita a las aulas y muchas veces contienen y acompañan a los familiares de sus alumnos.
A veces los contextos no son los mejores y, sin embargo, el objetivo de enseñar y aprender está presente, y además encierra en sí mismo otras cuestiones como la contención y el apoyo. Alicia Britez y Adriana Tachella son docentes que se encargan de llevar el aprendizaje allí donde se lo requiera. Puede ser en la cotidianidad de una casa o en las horas interminables de una sala de hospital.
Ellas se sienten orgullosas de sus roles en la vida de sus alumnos. Sean días, meses o años, han dejado y llevan una marca porque pudieron compartir un momento importante de sus vidas. Aunque a veces no todo sea alegrías, tanto Alicia como Adriana está plenamente felices de sus trabajos.
Una maestra en casa
"El cargo es único, tanto la maestra domiciliaria como la hospitalaria. Somos cargos únicos y un servicio de la Escuela Nº 503", cuenta la docente Adriana Tachella. Ella es maestra domiciliaria desde hace ocho años, aunque lleva en la docencia cerca de 30. "Ser docente es lo que a mí me gusta, es mi vocación. Es un trabajo que disfruto y que me encanta".
"En realidad no sé si yo lo elegí el cargo o el cargo me eligió a mí", dice, y cuenta que comenzó con una suplencia y después lo continúo. "Es lindo, es satisfactorio", añade.
"A lo largo de estos años ha ido cambiando mucho la matrícula. Comencé por atender simplemente estudiantes que se habían quebrado, había una cirugía de por medio o un posoperatorio con un reposo largo. Eran días o meses, y la satisfacción era que te hacían parte de su familia, de la cotidianidad, porque sabía que te estaban esperando a tomar mate o comer una torta que la mamá preparó porque sabía que vos ibas a trabajar", cuenta emocionada, y recuerda que hubo veces en que le ha tocado estudiantes que fallecieron.
"Para mí es el mejor trabajo que puedo tener. Haber elegido estudiar y trabajar en educación especial es fantástico... es tener, cómo decirte, satisfacción que te llena el alma, o que te digan 'ya no vas a tener que venir porque me van a dar el alta...' y yo decirle 'bueno, ojalá te vuelva a ver pero en la calle, porque si no vengo quiere decir que ya está todo bien' ".
"La intención de la modalidad no es tener a los estudiantes por siempre, salvo alguna enfermedad que le impida concurrir a la escuela", señala Adriana.
"Para mí es sumamente satisfactorio ir a trabajar. Enseñarles a leer y escribir porque son tan chiquititos que no pueden ir a la escuela y tu trabajo está ahí, está en alfabetizar, en acompañar", dice. "Incluso en ser por ahí una cara distinta que va una vez a la semana, con la mamá que a veces está agobiada por el diagnóstico, por la enfermedad, por la demanda de ese hijo o hija que está enfermo, que está cursando un posoperatorio o esperando una cirugía. Entonces le llevás otros aires, es como conversar de otra cosa. Sos la persona con la que ellos pueden saben que pueden contar" explica.
Pero Adriana no está sola, sino que siempre trabaja "a la par con los docentes. Yo me acerco a las escuelas, me acerco al docente, y me dicen qué es lo que están trabajando". Son además los que le proveen en el material para trabajar en el domicilio. "A veces es mucho el día a día. Entonces hacemos trabajitos más integradores que abarquen los contenidos que los docentes están están trabajando y nos vamos manteniendo en contacto", explica.
"No termina en la casa. En la semana estamos en contacto. Se le dejan cosas para hacer si es que tiene ganas, si puede. Así que en el domicilio es una vez por semana, pero después de la semana siempre estamos en contacto. No sólo con él y con la familia, sino también con los docentes y con los profesores. Si ellos tienen un dato que a mí me va a servir me lo dicen, si surgió algo en el transcurso que yo estaba en el hogar...".
"Lo que me pasó con este con este trabajo en realidad es como abrir los ojos. Ves que hay una infancia, una niña que sufre, familias que sufren, padres que dejan de lado no sé si sus sueños pero por ahí aspiraciones como terminar o arreglar la casa, y no lo hacen porque necesitan llevar a sus hijos al médico y hay que viajar. Por ahí es una consulta, y a veces esa consulta se transforma en una internación y hay que quedarse. Eso me hizo darme cuenta que todos los días uno debe agradecer el hecho de estar bien, de tener salud", cuenta.
"El mayor cambio que yo hice fue ser donante. Cuando fui a renovar mi carnet de conductor decía 'donante no'. Hasta que me topé con un estudiante que estaba a la espera de un trasplante. En ese momento yo pensé que él tenía la edad de mi hijo y yo no puedo ser tan egoísta y esperar que a mí me pase algo así o alguien muy cercano a mí le pase algo así. Él hizo que me convirtiera en donante".
"Creo que este trabajo ha hecho que uno sea más sensible de lo que en realidad es", afirma, y reitera que a veces llega a su casa "un poquito rota, cuando las cuestiones de salud son complicadas. Pero cuando ellos se ponen bien y vuelven a su rutina, su escuela, sus amigos y a la vida, a mí me da muchísima felicidad. Yo disfruto de mi trabajo, amo mi trabajo"
Una maestra en el Hospital
Alicia Britez es docente desde hace más de 15 años, pero hace pocos meses que comenzó a trabajar en el Hospital de Pediatría de Olavarría como maestra hospitalaria.
"Decidí convertirme en docente hospitalaria para brindar apoyo socioafectivo y asistir a los niños de forma didáctica y pedagógica a los chicos que se encuentran hospitalizados", cuenta desde el espacio que tiene asignado en la institución de salud. Allí está rodeada de libros y juegos para los chicos que llegan a sus clases.
"La jornada comienza sin saber quiénes serán sus alumnos, a qué año pertenecen y de qué escuela provienen, por lo que deberá estar preparada enseñar en los diferentes ciclos, diferentes áreas y en cualquier altura del año", explica tranquila. Su voz llega amortiguada por el barbijo que lleva durante todas las horas de permanencia.
"En las internaciones breves, los objetivos se orientan a afianzar saberes previos, aprendizajes asimilados, disipar dudas, realizar actividades en relación a contenidos. Cuando la internación se prolonga, la maestra hospitalaria se pone en contacto con la escuela de origen del alumno para solicitar los contenidos de los diferentes espacios curriculares a fin de mantener la escolaridad acorde a la de sus pares. De este modo se enseña lo orientado por los docentes del nivel o la modalidad", señala, y agrega que "en todos los casos se entregará la certificación correspondiente de la escolaridad que será presentado en la escuela de origen y que avalará la asistencia"
Primero realiza un "recorrido por las salas de internación, donde se detecta la población escolar de los niveles de educación, como inicial, primaria y secundaria, así como alumnos de otra modalidad. Se presenta el servicio educativo a los niños y a los padres y, con el acuerdo de ellos, se completa la ficha de inscripción para poder dar inicio a la jornada escolar con los alumnos. Cuando el alumno no puede movilizarse, la función educativa se realiza en la cama", comenta.
Luego explica que "la educación hospitalaria es una modalidad del sistema educativo destinado a garantizar el derecho de los alumnos a la educación por razones de salud, a aquellos imposibilitados de concurrir a las instituciones educativas habituales; asegurar las trayectorias escolares; y propiciar el vínculo con la escuela del alumno en pos de su realización".
Pero más allá de enseñar, hay un contacto con las familias. Alicia asegura que su trabajo con ellas pasa por "brindarles tranquilidad, que se van a hacer las cosas en la medida que se puedan. En relación a lo escolar, les pido que se contacten ellos con la escuela de su hijo y que después lo hago yo con el equipo de orientación escolar. Esto sucede con los niños mas grandecitos, ya que se atiende edades de 3 a 14 años". Ella se siente muy bien recibida por las familias con las que comparte muchos de sus días de internación.
"Es muy gratificante para mí, porque siento que más allá de lo educativo también acompaño a las personas en las preocupaciones por la salud de sus hijos. Uno les transmite un alivio y una esperanza de que todo va a salir bien, y siempre el aporte de los médicos y enfermeras y enfermeros es destacable, porque presentan la mejor predisposición".
"Por mi trabajo en sede conocía de la fragilidad que es la salud de un niño. Aquí encontré una parte desconocida en la que nunca había estado, con situaciones en el que la vida de un niño estuviera tan al límite y que cada día al regresar al hospital lo único que deseo es que esté mejor que ayer. Con esto digo lo importante que es valorar lo que tenemos y de alguna manera contribuir a garantizar la educación desde otro ámbito que no es la escuela", concluye.