Al oficialismo la interna le llevó puesto un ministro del Presidente. En Juntos chocan por el pasado y para los libertarios la discusión es absolutamente descarnada. La paritaria municipal, los objetivos del gremio y los reclamos a la gestión. El debate ya tiene algunos elementos nacionales.
Cacho Fernández / [email protected]
Los tres espacios políticos principales atraviesan verdaderos terremotos que todavía no pueden prefigurar quienes van quedar en pie. El oficialismo ya se llevó puesto al ministro de Producción, Matías Kulfas. En Juntos por el Cambio ya no saben como parar la pelea entre Macri y Morales por una valoración ideológica de Hipólito Yrigoyen. Fue Miguel Pichetto quien los criticó lucidamente por estar discutiendo sobre el pasado en vez de hacerlo con el presente y el futuro.
En los libertarios, Milei se encontró con las consecuencias de la libre opinion dentro del espacio. Se dijeron de todo y hasta la insultaron a la hermana del líder máximo, Javier Milei, de lo cual será imposible volver.
Así están las cosas: liderazgos que comienzan a cuestionarse y se matan entre ellos por valoraciones de políticos que existieron hace 100 años, mientras Cristina K le pide a Alberto que use su lapicera para atacar a los responsables de la pobreza, cuando ella, dentro de una conducta netamente patrimonialista, le hace gastar al Estado unos 44.000 dólares para tomarse un finde largo en Santa Cruz pero utilizando aviones estatales o Mario Ishii en Miami mientras el Municipio de José C. Paz se cae a pedazos.
En tanto, la gente sufre una situación económica y social para la cual no parece haber dirigencia que la pueda resolver. Y lo peor es que ya se ha resignado tristemente a que no haya nadie que lo pueda hacer.
En los partidos políticos, en todos quizás, no existe un solo ministro de economía que tenga el programa para poner el país en marcha, detener la corrosiva la inflación y generar trabajo. Nadie. No lo tuvo Alfonsín, tampoco el peronismo lo generó históricamente salvo cuando decidió contratar a uno de afuera del movimiento durante la gestión Menem. El kirchnerismo pareció hallarlo con Roberto Lavagna, pero el egoísmo y la paranoia de Néstor con Eduardo Duhalde, lo terminaron enviando a Lavagna a su casa.
No se entiende por qué pero los partidos mayoritarios carecen de especialistas en economía, en política internacional, y en unas cuantas especialidades más. En Argentina se cree que ejercer el poder es saber "mandonear", como se dice en el barrio, en tomar decisiones aún las que están por fuera de la ley, en ser una persona de carácter resolutivo más allá de la eficacia de lo se decida y algunos políticos, varios dentro de este Gobierno sostienen que "se debe tener algo de inflación para crecer" o que la inflación no tiene nada de malo, y, rematan con que ese juicio "es propio de los monetaristas que solo quieren el ajuste fiscal". A ese desvarío llegan algunos y lo peor es que a veces gobiernan.
por ellos hoy tenemos una economía y salarios colapsados, un incremento del 180 por ciento del déficit fiscal interanual, un endeudamiento, en pesos o en dólares impagables y además, por culpa de estos dirigentes pro-inflación en junio tendremos un porcentaje inflacionario inmanejable.
Un objetivo inalcanzable
Casi como un clásico de todos los años, las paritarias municipales volvieron a complicarse. En debate estuvieron dos ejes o dos estructuras lógicas, esto es, si las negociaciones debían encaminarse a tratar de empardar la inflación o si la discusión debía centrarse en alcanzar un porcentaje del presupuesto.
El intendente, Ezequiel Galli y basándose en una aspiración del sindicato de lograr que la incidencia de los salarios municipales sea del 70 por ciento del presupuesto general y no la meta de correr de cerca a la inflación. Son dos cosas diferentes y ambas prefiguran dos análisis también distintos.
El jefe comunal sostuvo que "un 70 por ciento del total del presupuesto municipal es inviable y no se puede pagar", rechazando este objetivo gremial sustentado en algunos antecedentes como el 63 por ciento que tuvo durante la gestión de José Eseverri y por lo cual fue tremendamente castigado por la oposición que hoy lo castiga a Galli porque los sueldos llegan solamente al 57 por ciento. En este país, los políticos opinan según el lugar que ocupan respecto del mostrador, esto es, según sean oficialismo u oposición. Aún para Nicolás Maquiavelo, -considerado el emblema de la política amoral y de la ética de la responsabilidad a ultranzas según Max Weber-, aún él proponía no descuidar el "bien común" en cualquier decisión política. Sin embargo en este país, el poder termina relegando cualquier otro valor.
Nuestro país ya atravesó y atraviesa la lógica de la incidencia sobre el presupuesto y así nos fue. Es la lógica de las provincias y de las universidades, y no hace mucho tiempo de ello. En las provincias se deja de lado el fomento del desarrollo privado y en las casas de altos estudios se sacrifican las inversiones para el conocimiento y se privilegia, -como en las provincias-, el gasto en personal.
Una oferta rechazada
Por lo tanto, y para no caer en la retrógrada lógica de las provincias, gran parte del presupuesto municipal debería destinarse al desarrollo de la economía privada y a la creación de empleo del mismo tenor. Siempre debe haber un equilibrio entre lo que se debe destinar al rubro personal. La inflación es una verdadera calamidad que atenta en primer término contra el poder adquisitivo del salario, de lo que se podría deducir que cualquier paritaria busca reducir ese impacto, y si se logra empardar el índice inflacionario, mucho mejor.
Y no importa si alguna vez este rubro alcanzó porcentajes superiores al 60 por ciento porque fue una mera contingencia que no se la debe tomar como parámetro so pena de caer en la lógica de algunas provincias del NOA o universidades o facultades de invertir la mayor parte de sus ingresos en salarios y muy poco en obras que movilicen el mercado interior. En síntesis, se trata entonces de no provincializar Olavarría.
Esta vez, la oferta municipal es, según algunas fuentes entre municipales y gremiales, la de un aumento del 67% anual lo que significaría un 57% del presupuesto (pero el gremio sostiene que es menor y en algunos tramos) y se ofreció además duplicar el valor de las guardias adicionales más, -se dice-, un bono compensatorio.
El Estado tiene el rol fundamental de traccionar la economía privada para generar trabajo para la gente para dignificar sus vidas e independizarlas del poder político.
A todo esto, una racional incidencia del rubro personal en el presupuesto municipal permitirá crear un fondo afectado, como sostuvo un dirigente de la oposición con aspiraciones para 2023, y de manera progresiva del denominado impuesto a la piedra.
Ingresos
Pero, como diría Aristóteles, la verdad siempre está en el justo medio, posiblemente habría que encontrar una síntesis entre la demanda del sindicato, la inflación y la gestión de los ingresos para que todas las partes salgan satisfechas.
Efectivamente, el Municipio ofrece un 67% de aumento y duplicar las guardias, pero dentro del actual nivel de ingresos que se podría mejorar si se mejora la cobrabilidad de los Servicios Urbanos, que hoy habría caído unos diez puntos el nivel de cobranza, y además incrementar un poco lo que se percibe por Servicios Urbanos Rurales, el que actualmente, con la productividad agropecuaria, pagaría "valores muy bajos, casi inaceptables" opinan algunos, con respecto a dos parámetros: lo que paga la gente común por SU y otros servicios y por el nivel de productividad, repito, que hoy cuenta el sector agropecuario.
Al sector se les estaria cobrando un promedio de unos 30 pesos por hectárea por mes y por unidad, según sean menos o más de 400 hectáreas. Son valores considerado "demasiado bajos", según algunas voces, si se los compara con los que abona el resto de la población. No es la primera vez que la gestión se enfrenta con esta situación pero por lo que vemos, todavía no se ha podido llegar a un valor justo y equitativo entre lo que aporta este sector y el resto de los vecinos desde sus domicilios y sin que sean productivos. Este parece un momento en el que la Gestión debería mejorar los ingresos para poder cumplir con el nivel salarial necesario para poder empardar el índice de inflación o al menos correrlo desde más cerca.
En el medio, y ante un reproche del titular del STMO al Intendente por el engrosamiento reciente de la planta de personal, el jefe comunal no descuidó incluir también dentro de esas nuevas incorporaciones alguna factura para el líder gremial. Es decir, la cuerda se va tensando cada vez más pero cuidando de "no cortarla" como recomendaba Helios Eseverri desde su amplia experiencia política.
Papá Estado
No en vano hemos llegado a esta situación en la que el Gobierno se tropieza permanentemente con sus propias acciones como si se pisara sus propios cordones hasta precipitarse definitivamnete como un borracho que no puede hacer pie en ningún momento.
Aumenta el déficit fiscal y se emite indiscriminadamente para cubrirlo, lo cual incrementa la gravedad de la causa que intenta resolver. El círculo vicioso que los argentinos arrastramos desde hace años es cada vez más palmario. Al Estado se le sigue exigiendo favores y gratificaciones inmediatas en vez de demandarle soluciones a largo plazo para construir la matriz que asegure la vida general de los años venideros.
Fallaron todas esas estrategias sustentadas en un proyecto nacional a largo plazo, sea por problemas económicos estructurales, corporativismos de todo tipo cuasi golpistas o dictaduras de militares brutos, ignorantes, mesiánicos y homicidas detruyeron todas las esperanzas de un futuro nacional.
La relación que se fue construyendo entre la ciudadanía y el Estado fue netamente filial, con ciudadanos-hijos esperando ansiosamente una ayuda o prebenda del papá-Estado que los saque rápida y mágicamente del paso.
Insisto, el argentino mantuvo una relación filial con el Estado a quien consideraba como un padre discrecional y malcriador y ese ciudadano nunca se sintió el elemento constitutivo de esa institución rectora de la sociedad. De esa manera, ese Estado patriarcal fue engendrando varios hijos malcriados que esperaban ayudas constantes e interminables pero sin asumirse como ciudadanos protagónicos de un sistema que se iba transformando rápidamente en feudal con sociedades llenas de marginalidad. Y hoy se asiste a la conclusión de esa tragedia argentina que ya lleva unos 200 años. Ya no se trata solo de "la larga agonía de una Argentina peronista", como profetiza el historiador Tulio Halperín Donghi, sino el fracaso más absoluto de una dirigencia que solo pensó en el usufructo del poder y no en el bienestar general.
El último recurso
Otro punto sería recuperar la recaudación por Servicios Urbanos (hoy roza el 50%) llegando a ese 63 o algo más por ciento que se tuvo históricamente. En síntesis, dos propuestas y nada extrañas para mejorar los ingresos y de esa manera encontrar, entre otras cosas, los puntos de contacto con las demandas gremiales que permitan tener relaciones sustentables. En caso de que no den los ingresos para alcanzar la inflación siempre está el aumento del llamado impuesto a la piedra como último recurso.
Y si de sueldos municipales se trata, no se podría dejar de lado que hasta las dietas del personal jerárquico, políticos o de carrera, están basados en módulos relacionados con categorías del escalafón municipal. Por lo tanto, si se mueven éstos, se mueven proporcionalmente el resto.
La premisa expuesta es para decir que sería correcto y tal vez justo que los sueldos jerárquicos, políticos o burocráticos, deberían estar desenganchados de tales módulos de referencia y deberían caminar de manera independiente para no quedar escondidos detrás y ser invisibilizados ante el escrutinio público como suele pasar con las dietas de los concejales.
Y si con los ingresos actuales no se pudiese alcanzar a la inflación, siempre quedará en pie la posibilidad de elevar la tasa por explotación de canteras en un punto más y llevarlo decididamente a su valor histórico del 4 por ciento. Total, con el porcentaje actual del 3% el cemento igual sigue y seguirá subiendo.
Un punto más de tasa a las empresas cementeras no podrían llevarlas a la ruina, pero sí es palmario que si el Gobierno Nacional continúa con su incapacidad e impotencia para combatir la inflación, serán los trabajadores los que caerán en las más crueles de las ruinas. Seguro que va a ser así.