Pasto, ramas, hojas, cartón, papel... todo sirve para reutilizar. Y en este caso, conforman la materia primera para elaborar briquetas: un elemento sustitutivo de la madera. En este camino, desde el CFP pusieron en marcha "Enseñar a Pescar", un proyecto coordinado por el profesor Pablo Cunioli que busca enseñar.
"Lo que queremos es que la gente no tenga frío, que pueda calefaccionarse con pocos recursos para afrontar el invierno", sentenció Pablo Cunioli, profesor de Energías Renovables en el Centro de Formación Profesional 401.
En este camino, con un grupo de alumnos lanzó un proyecto que denominaron "Enseñar a Pescar" y que busca multiplicarse en distintos barrios de la ciudad.
¿De qué se trata? Consiste en enseñar a fabricar la briqueta: un elemento sustitutivo de la madera. El proyecto es coordinado por Pablo Cunioli y pretende "multiplicar el concepto de aprender haciendo y sociabilizar todos los conocimientos para que las personas puedan obtener una alternativa para mejorar su calidad de vida". ¿De qué manera? Saliendo a la comunidad, yendo a los barrios.
"Trabajamos todo lo que es energía renovable, pero por una simple razón que fue adelantarnos al invierno más crudo, comenzamos a trabajar el tema biogás y biomasa"
La iniciativa nació dentro de la materia que dicta el docente de la institución. "Trabajamos todo lo que es energía renovable, pero por una simple razón que fue adelantarnos al invierno más crudo, comenzamos a trabajar el tema biogás y biomasa. Dentro de eso, la idea de aportar nuestro granito de arena para que la gente cuente como alternativa la posibilidad de calefaccionarse y de cocinar con bajos recursos", explicó.
Y contó que "dentro de esos temas, la biomasa representa una forma práctica de llevar adelante la famosa briqueta que es conocida en el mundo, no la inventamos nosotros".
El puntapié inicial fue el caso de uno de los estudiantes "que se calefacciona a leña y sale a los campos a cortar árboles"
El puntapié inicial fue el caso de uno de los estudiantes "que se calefacciona a leña y sale a los campos a cortar árboles. Ahí, entonces, hablamos del problema de la deforestación porque ese es un árbol que no va a volver a crecer. Así, pensamos en por qué no utilizar la biomasa (hojas, ramas, etc.). En definitiva, la briqueta "es el reemplazo del tronco, pero con más calor".
Inmediatamente surgió la idea de que este aprendizaje traspasara las paredes del salón de clases para insertarse en la comunidad. Así, presentaron la idea a las autoridades del Centro de Formación Profesional: la regente Alicia Dirgam y la directora Dina Bruno; además de la inspectora de Educación Técnico Profesional María Laura Salvador. Y pusieron manos a la obra.
Al poco tiempo, la ex directora de Minería bonaerense Carola Patané, se hizo eco del proyecto y "comenzó a ayudarnos en lo que es la difusión, para que esto llegue a todas las personas". Además, Marisa Jáuregui (integrante de Bomberos) también se sumó a la propuesta y este lunes se hará el primero encuentro en el comedor "El Angel de la Bicicleta" para que "se replique en todas las familias del barrio".
La iniciativa
La idea es "enseñar a la gente a fabricar briquertas para que no tenga necesidad de contar con gas, leña o talar árboles
Pero no sólo vamos a enseñar a fabricar esto, también lo acompañamos con el abordaje de la conciencia ambiental". A la propuesta se suma también la fabricación de hornos caseros.
Pablo Cunioli expuso que "las briquetas de biomasa son un combustible ecológico, limpio y duradero que sustituye a la combustión de leña (reduciendo la deforestación) y combustible fósiles como carbón y derivados del petróleo.
Las briquetas de biomasa son una solución sostenible a la necesidad de energía calorífica de los hogares pobres, así como para reutilizar y reducir los residuos y frenar la deforestación causada por la necesidad continua de leña. "Imaginémonos si pudiéramos transformar el 70% de los residuos de una comunidad en briquetas, dejando el otro 30% para la fabricación de compost".
El proceso comienza con la recolección de cualquier tipo de residuo de nuestro hogar u oficina, como papel, cajas de cartón, aserrín, restos de madera, cáscara de arroz, desechos de frutas, hierba, hojas, residuos de cocina, agricultura, residuos forestales o residuos industriales.
Se cortan, se trituran y se añade agua, obteniendo una pasta o pulpa. Se prensa la pulpa, se extrae el líquido y se deja secar al sol durante dos o tres días. Lo que se obtienen son briquetas listas para usar en una amplia gama de cocinas de leña y chimeneas.
"Es una energía eficiente, rentable una manera inmejorable de gestionar los residuos y, además, una fuente barata de energía alternativa, que puede alimentar, tanto los hogares como los negocios. Un kilo y medio de briquetas es suficiente para las necesidades caloríficas de una familia de cuatro", exponen en su proyecto.
Y explican que "se pueden utilizar para proporcionar calor en las estufas, así como para cocinar. Además de su uso doméstico, se pueden crear entre un grupo de personas en cooperativa y ser una fuente de ingresos para la comunidad, ya que se venden muy bien".
Por último, se destacan sus propiedades porque poseen un alto poder calorífico, muy poca humedad lo cual favorece el encendido. Crea muy poca ceniza y son fáciles de almacenar, además del bajísimo costo de producción.