Cerca de 70 jóvenes realizaron el sábado labores de pintura, hermoseado, poda, corte de pasto, cambio de luminarias y reparaciones. El establecimiento de educación especial recibirá además un valioso material para el desarrollo de su labor educativa con niños y niñas.
Daniel Lovano - [email protected]
Esta vez le tocó a Corim. Como viene sucediendo desde 1998 por lo menos una vez al año, en la jornada del sábado el anexo del Barrio Los Robles de este establecimiento de educación especial fue beneficiario de una jornada de servicio a la que se sumó una importante donación por parte de la congregación de la Iglesia Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días.
En un número cercano a las 70 personas (la mayoría jóvenes) llegaron a las 8.30 para firmar un acta. Normalmente, cuando es en primavera, se juntan a las 7; en la víspera el clima retrasó un poco la alarma del despertador.
Con sus inconfundibles remeras amarillas poco después de las 9 de la mañana y casi hasta las 16 chicos y jóvenes se arremangaron y cumplieron tareas de pintura en el exterior del edificio, en los pasillos interiores, aberturas y en el muro perimetral.
También dibujaron juegos infantiles en sectores del patio, se repararon puertas y ventanas, reemplazaron la iluminación de los salones por luces LED, más trabajos de poda, corte de pasto y lavado integral del predio. La mayoría de los insumos fueron donados por comercios locales.
Aunque todo objeto material tiene un valor en dinero, el alcance de la donación recibida por CORIM (que en los próximos días estará en manos de las autoridades del establecimiento), es invalorable para cualquier institución escolar del Distrito.
Carolina Paez, la directora de comunicación de la Iglesia Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días, fue la encargada de contar detalles sobre esta jornada pletórica de trabajo y de alegría en ese cuarto de manzana enclavado en la intersección de Aramburu y Pérez Esquivel.
"Esta mañana (por el sábado) vinimos al anexo de Corim a llevar adelante una actividad de servicio y al mismo tiempo firmamos un convenio por una donación", reveló.
En Olavarría este credo tiene tres capillas: una en la calle Sarmiento frente al Hospital (que cumplió un importante rol en los momentos más duros de la pandemia), otra en Buchardo y Urquiza, y una tercera sobre la avenida Ituzaingó.
"Normalmente nosotros hacemos la actividad mundial de servicio, que es anual y por lo general se realiza en primavera, pero en esta ocasión aprovechamos el fin de semana para hacer la donación y el servicio a Corim, y para conocerlos un poco más" señaló.
"Muchos son jóvenes y la gente grande trabajó de otra manera, trayendo tortas, algunos vinieron a ayudar en la cocina. Los jovencitos de entre 12 y 18 años se ocuparon de la parte de los juegos y los más grandes todo lo que son los paredones, el frente, y adentro", detalló.
Apoyada en el palo de una escoba durante el alto en la tarea, Carolina siguió diciendo que "el comité de limpieza llegó a la una de la tarde para dejar impecable el lugar".
La elección de sitio donde llevar a cabo esta labor solidaria no responde a nada preestablecido: "Nosotros conocemos a las instituciones y cuando sabemos que tienen alguna necesidad nos acercamos".
"En este caso, hace dos meses me acerqué con dos misioneros voluntarios, nos interiorizamos de Corim, la tarea que realizan, nos dimos cuenta de que tenían algunas necesidades y presentamos al área correspondiente un proyecto de ayuda humanitaria".
"Ese proyecto fue aprobado y a la donación sumamos esta actividad de servicio para embellecer un poco el lugar", relató.
Si una acción de este cariz puede ser abarcada por un concepto mucho mejor, y Carolina confesó que actividades como las de ayer en Corim los hace sentir "más parecidos a Cristo".
"Justo hoy hablábamos de que todos los domingos uno puede ir a la iglesia, puede leer las escrituras, pero la manera de parecerse a Cristo es sirviendo a otros, entonces practicar un poco eso es lo que tratamos de hacer en la oportunidad que podemos" celebró.
"Corim nos abrió las puertas, nos trataron de maravillas y nos permitieron poner nuestro granito de arena a todas las cosas que ellos hacen", agradeció.
Durante toda la jornada, pero en especial en el momento de la charla con Carolina, siempre se palpó un ambiente de mucha alegría entre todos los participantes.
"La verdad es que la pasamos bárbaro en las jornadas de servicio. Como nosotros vamos por las distintas capillas hay personas que hace muchos meses no vemos, entonces las encontramos acá, charlamos, hacemos la tarea, pero también pasamos una jornada amena y además hoy (por el sábado) el día no nos podía haber acompañado mejor", enfatizó.
Todo contribuyó y potenció las sensaciones, inclusive los contratiempos pandémicos.
"Nosotros desde el año 1998 venimos haciendo una actividad en distintas entidades. Ya hicimos en la (Escuela) 502, en el CEC de Colón y Junín, en el CEC del Barrio Luz y Fuerza y en otras instituciones, en forma continuada y una vez por año, pero por la pandemia no pudimos porque no estaban autorizadas", contó.
"Obviamente, seguimos tratando de servir de manera individual, y en la medida que se fueron permitiendo hacíamos eventos más chicos. Este es el primer evento grande desde que comenzó la pandemia", narró Carolina.
No hay definida una próxima labor solidaria de este tipo.
"Pero van a surgir, porque siempre nos dan oportunidades. A veces nosotros nos acercamos a las instituciones a preguntar qué necesitan y otras veces se acercan a nosotros. Lo planeamos y después lo hacemos", marcó.
Además de sus convicciones personales, toda la familia está vinculada con la iglesia: sus padres comenzaron siendo muy jóvenes, y Carolina con sus seis hermanos siguieron la huella.
Varios de ellos estaban presentes ayer en el anexo de Corim. "Nosotros nos bautizamos a los 8 años, así que cada niño elige permanecer o no en la Iglesia", expresó.
La Iglesia Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días no tiene un clero remunerado. "Los que trabajan en lo que nosotros denominamos 'llamamiento' son voluntarios, con sus ocupaciones de la vida cotidiana, y tienen la asignación por un tiempo de presidir en determinada congregación", apuntó.
En el cierre de la charla, Carolina pidió resaltar que "la donación que se hace a Corim, como otras donaciones que la Iglesia ha hecho en otras instituciones de Olavarría y de la zona, son financiadas con fondos que los mismos miembros donamos a la Iglesia".
"Hay un fondo que se llama 'ayuda humanitaria' para beneficiar a la comunidad y en ese contexto se hacen distintos proyectos, algunos más grandes, otros más pequeños", señaló.
En el mismo sentido, dijo que "la Iglesia trabaja haciendo servicios de donaciones de equipamiento médico, hay países donde se trabaja en agua potable, atención en catástrofes, campañas permanentes de vacunación, trabaja con CILSA para la donación de sillas de ruedas".
Para cerrar, valoró que "hay innumerables proyectos a lo largo y ancho del planeta que son diferentes, en función de las necesidades de cada país, y todo eso sale con la donación voluntaria de distintas personas en todo el mundo".