Marcelo Spina, docente e investigador de la FIO, analiza la situación tanto internacional como regional y plantea que la institución debe volver a provocar al desafío científico-educativo pospandemico.
El mundo ya está transitando el camino hacia la descarbonización o sea, un nuevo paradigma global de crecimiento en el marco de la Agenda 2030 de desarrollo sostenible y que se ha acelerado por las necesidades de soberanía energética que incluye las cuestiones emergentes de la invasión militar a Ucrania y el realineamiento de diferentes países de la región. Pero éste nuevo paradigma implica grandes desafíos de transformación energética para todos los países, sin excepciones.
Que Argentina haya tenido a las 14:35hs del 3 de abril de éste año (Figura) el record de generación renovable instantánea aportando el 30.4% de la demanda de la energía del país podría ser un elemento alentador para la generación de nuevas políticas de mediano plazo. Aunque para ello hay que atender cuestiones en el corto plazo.
Existe la alerta respecto a la capacidad disponible de las redes de energía en la medida que aumente el volumen de inyección de nuevas plantas de renovables que ha sido expresado por la Cámara Argentina de Energías Renovables (CADER) en su informe de evaluación de 2021.
Asimismo y por las demoras devenidas del encierro prolongado es necesario intensificar la formación de personal, técnicos, profesionales e instaladores a través del sistema educativo formal y no formal. La Facultad de Ingeniería, pionera en programas y políticas ambientales en la región tiene que volver a provocar al desafío científico -educativo-político pospandemico.
El cumplimiento de los acuerdos internacionales de disminución de emisiones es más que una palabra empeñada, es la garantía a las oportunidades de futuro de vivir en el planeta tierra. Para lograr ello varios países han impulsado y garantizado la generación distribuida en el territorio por parte de los "usuarios" eléctricos.
En la provincia de Buenos Aires todavía se espera que la adhesión a la ley de renovables en uso residencial sea un hecho. Esto no solamente permitirá ir camino hacia pequeñas soberanías energéticas territoriales sino que también actuará como reserva para que el impacto económico en los consumidores finales por las tarifas sinceradas no provoque más exclusión. Allí la tecnología democratizada debe atender a los sectores con menos capacidades económicas.
Para ello la ley 27.424 contempla el Fondo para la Generación Distribuida de Energías Renovables (FODIS) instrumentado a través de un fideicomiso que tiene por objeto el otorgamiento de préstamos, incentivos, garantías, aportes de capital y la adquisición de otros instrumentos financieros para la implementación de sistemas. Son los desafíos donde las cuestiones de lógica ambiental moderna cruzada por los cambios de agenda cotidianos de los gobiernos tienen impacto directo en la gente.
Seguimos a la intemperie, en nuestro ambiente, allí donde casi el 20% de todas las emisiones relacionadas con el uso de la energía en el mundo son causadas por el transporte de personas y bienes. Es también la fuente de emisiones con mayor crecimiento con un incremento del 70% proyectado para el año 2050 y los traslados urbanos contribuyen a una gran proporción de ellas. América Latina es considerada la región más urbanizada del mundo y su población urbana ascenderá a cerca de 89% del total de habitantes a mediados de este siglo.
La reducción de las emisiones causadas por la movilidad urbana no es sólo necesaria por el cambio climático, sino también para redirigir el desarrollo hacia una igualdad social, prosperidad económica y calidad de vida. La problemática reclama, entonces, el desarrollo nacional de alternativas para la transición del transporte urbano con costos accesibles, como lo es la electromovilidad con fuentes de energía renovables.
Para ello el retrofit (cambio de motorización a sistemas modernos de tracción eléctrica) es una alternativa válida que debe ser acompañada con sistemas de conversión certificada y segura, darle una segunda vida a los vehículos, evitar chatarrización temprana y fomentar la economía circular. Así se puede vislumbrar la existencia de una cadena de valor que incluye, que genera nuevos puestos laborales, da oportunidad para el desarrollo nacional de autopartes, que puede gestionar y generar la energía para la flota de vehículos eléctricos.
Esta iniciativa también se condice con varios de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de la ONU. Nos ilusionamos que el gobierno nacional pondría el tema como estratégico según lo expresado en la apertura de cesiones por parte del Presidente. En respuesta a ello sólo hay una incipiente generación de una empresa para fabricación de baterías de litio como si la cuestión se simplificara a ese desarrollo.
Quizás haber salido de la pandemia tan maltratados y sin rumbo está generando renovadas oportunidades que requieren de nuevas organizaciones para detener la decadencia diaria y explícita. Hay indicios en éste sentido que tal vez dé forma a la constitución de un mecanismo anti cíclico a partir de la construcción de una Comunidad de Conocimiento e Innovación.
A la intemperie, en el ambiente .
Por Ing. Marcelo Spina