Más de 70 jugadores se reúnen dos veces por semana en la Sociedad de Fomento Mariano Moreno para practicar uno de los deportes más difíciles del mundo. El tenis de mesa recibe a personas de todas las edades que buscan entretenerse o jugar profesionalmente. Sólo hay que tener ganas y pasión por una disciplina que lo único que exige es entrenar los reflejos.
Cualquiera puede jugar al ping pong pero no cualquiera puede hacerlo a un nivel competitivo tan alto que la pelotita casi ni se ve y sólo hay que valerse de los reflejos para responder al rival. Esa es la diferencia principal entre jugar entre amigos en una casa o enfrentar a jugadores de alto nivel en torneos nacionales o internacionales. En la tranquilidad del gran salón de la Sociedad de Fomento Mariano Moreno, todas esas cuestiones quedan atrás. Ahora es el momento de preparar las mesas, acomodar las redes y de colocar un sistema de telas que evita que las pelotitas se vayan detrás de las sillas. Apenas han pasado las 18.30 pero es todo casi listo. El entrenador y jugador profesional Ezequiel Bergues y Leonardo Dziata, presidente de la Asociación de Tenis de Mesa de Olavarría, más algunos pocos jugadores realizan la tarea rápidamente. Cuando las siete mesas quedan preparadas, los demás jugadores van llegando y entonces en salón el ruido de las pelotitas golpeando la madera es incesante y crean un clima que relaja.
El deporte más difícil
Lo primero que cuenta Ezequiel, a quien la pasión por el juego se le nota apenas comienza a hablar, que un estudio de la NASA, en el que investigaron todas las disciplinas deportivos, sostuvieron que el tenis de mesa "es el deporte más difícil del mundo: por la cantidad de reflejos que se necesita, la velocidad que lleva la pelota, que puede pasar los 200 kilómetros por hora, y tenés un 1,40 de distancia. En ese lapso, las distancias se cortan mucha y la velocidad es muy rápida".
A su lado, Leonardo comenta que Atemo funciona desde hace más de 30 años en diferentes sedes "dependiendo de la época y la cantidad de jugadores". En la Sociedad de Fomento Mariano Moreno están desde el 2010 y señala que actualmente es el único lugar en Olavarría donde se dan clases con un instructor a nivel profesional. Hoy tienen más de 80 jugadores, 12 de los cuales son profesionales. Uno podría pensar que es un deporte amateur, pero Ezequiel confirma que si uno se registra en la Federación es profesional, ya que se compite a nivel nacional. Quien ha logrado destacarse es Francisco Crimaldi, quien con 13 años logró llegar quedar seleccionado para el Torneo Sudamericano. Ambos están de acuerdo en señalar que con la edad y el nivel actual que tiene, todavía tiene mucho camino por recorrer y eso a ellos los llena de orgullo.
"Cuando uno habla de tenis de mesa te dicen: ¿no es ping pong? Tradicionalmente todo el mundo se quedó con el ping pong, pero fue cambiando y evolucionando como todo en el deporte. No varió demasiado, sino que hay un reglamento, una forma de jugar", explica el presidente de Atemo.
"El ping pong es más un entretenimiento y todo el mundo lo toma así, no como un deporte. Que inclusive tiene nivel olímpico. Básicamente es el ping pong que tiene su técnica para hacerlo más atractivo", manifiesta, y luego comenta algunas de las cosas que cambiaron en el reglamento: "Antes era a 21 y se cambiaba el saque en los impares, cada cinco. Ahora es cada 11 para que sea más dinámico y se cambia el saque en los pares. Antes se sacaba cruzado, en diagonal, ahora es saque libre. Podés sacar a cualquier y desde cualquier lugar de la cancha". Todas cuestiones que "le dan agilidad al juego" y "ahora, como es libre, tiene un poco más de competitividad".
Para jugar a cualquier edad
"El tenis de mesa se rige por categorías no por edad, es por el nivel de juego", dicen. "El más chiquito tenía 8 años. Con que llegue a la mesa ya está. Es un juego, es cuestión de empezar a divertirse. Es lo principal que fomentamos: que se diviertan, después viene lo demás", dice el entrenador, y asegura que "no hay edad para el tenis de mesa. Es un deporte que no te exige que para jugar tengas ciertas condiciones. Se puede jugar desde cualquier edad y con cualquier tipo de discapacidad. Con silla de ruedas o motriz. No hay límites y se puede jugar a lo largo del tiempo".
"Se empieza con lo simple, con juegos, obviamente depende de la edad. Primero divertirse y luego si el jugador quiere aprender técnicamente, ahí empezamos de los golpes simples y tenemos que cambiar la paleta", dice, y explica que en el caso de la paleta "no es la misma la que podemos encontrar en un supermercado o en una casa de deportes".
"Son paletas que te permiten poder jugar al tenis de mesa y salir un poco del ping pong. Más allá de las reglas del juego, entra el hecho del material", porque eso hace "que cambie la calidad del golpe totalmente". Leonardo explica que "primero les enseñamos a divertirse, a ubicarse en la mesa, les decimos las reglas básicas, y si se enganchan y quieren aprender el deporte Ezequiel les va dando clases particulares dentro del horario y luego lo hacemos participar, intercalándolo con los demás jugadores que juegan en torneos".
Ezequiel asegura que "es un deporte que con constancia se puede aprender muy rápido. Se basa en aprender los golpes básicos y a modo de restricciones con diferentes ejercicios, uno le va agarrando la mano cada vez mejor con horas de juego. En otros deportes necesitás mucho estado físico, otros requerimientos. Esto es distinto. Se entrena todo. Capaz que ni la ves a la pelota. Es de a poco". El presidente de Atemo agrega: "Es ubicarse en la mesa. Después ya es medio intuitivo"
"Depende de la predisposición y las horas de entrenamiento, pero más o menos en tres o cuatro meses vas a estar en condiciones más que óptimas... si lo hacés conmigo...", dice riéndose Ezequiel.
Con una mayoría de adolescentes
Leonardo cuenta que la mayoría de los jugadores son adolescentes y hay una explicación para ello. "La mayoría lo ha jugado en la casa o una quinta o a la pasada en un club y siempre se han quedado con las ganas... vieron y vinieron a probar".
"Hay libertad para jugar y entrenar" y "es un lindo grupo y todo se hace más ameno", afirma.
"La mayoría de los jugadores que empiezan chiquitos, cuando terminan la secundaria se cortan. El que ama el deporte y se va a dedicar en su vida, sí lo agarra, pero el 90 % se queda ahí porque, la mayoría por estudios, se cambia de ciudad y hace otra vida. Entonces el deporte pasa a un segundo plano".
Otra de las cuestiones tiene que ver con los apoyos. Ezequiel sostiene que "es muy importante el apoyo de la familia; si no, no podés hacer nada. Es muy difícil en este deporte conseguir un esponsor que te banque todo el circuito para que seas un gran jugador".
"Son caras las paletas, las gomas y las maderas, todo es en dólares", dice, y menciona que para tener una paleta profesional se empieza con una de cerca de 10.000 pesos. Es por ello que Ezequiel se encarga de buscar la paleta para el tipo de jugador y esa le va a durar toda la vida. Lo único que tendrá que hacer es cambiar la goma cada tanto. "Con esa paleta, de entrada se puede llegar a un nivel muy alto", afirma.
Por las dudas, Leonardo aclara que a los que recién llegan "les prestamos paletas hasta que se quieran comprar y les decimos qué se pueden comprar dependiendo de dónde quieran llegar".
Un objetivo a futuro
"La idea de nosotros es siempre queremos ir por el lado del ping pong. Cuando uno llega acá y empieza a jugar, automáticamente aprende que es el tenis de mesa. El ping pong se conoce más y tiene más llegada. Porque muchas veces el tenis de mesa lo ven como lejos de practicarlo", dice Ezequiel, quien a los 12 años llegó a la sede de Mariano Moreno con un amigo. Hoy no sólo es el entrenador, sino que además es jugador profesional.
"La aspiración nuestra es darle mas difusión al deporte, que venga la gente y que no tenga miedo, que vengan a divertirse. La cosa es crecer y con los jugadores que están interesados en participar en torneos", dice Leonardo, que también hizo un camino parecido al de Ezequiel. A él lo invitó un conocido y luego de un tiempo pasó de ser jugador a gestionar la Atemo como presidente.
"Olavarría es una plaza importante tanto a nivel de jugadores como en calidad para poder representar bien a la ciudad", completa. Mientras que el entrenador menciona que otro de los objetivos es poder "traer los torneos más importantes a la ciudad" y se ilusiona con poder "traer a la Selección Argentina" a las instalaciones de la Sociedad de Fomento.
Una liga regional
"Cuesta atraer público. El que más se tiene es el que juega y familiares y amigos que vienen a ver", dice Ezequiel, y menciona que "en Latinoamérica el fútbol es primero, en cambio en Asia el tenis de mesa es como el fútbol acá. Allí tiene muchas repercusiones y cada torneo es infernal la cantidad de público. Para ellos es parte de la cultura y acá cuesta imponerlo".
Leonardo completa: "Para ellos es un disciplina en la que empiezan desde muy chiquitos. Está muy arraigado". Juntos señalan que "China es potencia mundial en el deporte desde hace décadas, después Japón y luego Alemania".
"Acá de chicos siempre los padres los mandan a deportes en equipo y no a lo individual", dice Leonardo, y explica que "esas cosas desalientan, porque es un juego individual y necesita mucho entretenimiento para llegar a un nivel profesional".
Poco antes de la pandemia, se reunieron con otras asociaciones de la zona y lograron crear una liga regional, cuyas cabeceras son Azul, Tandil y Olavarría. El objetivo fue "poder mejorar el nivel de los jugadores", porque "llega un momento en que los chicos siempre juegan con los mismos jugadores".
Por eso mismo "no van progresando. Llegan a una meseta y, al formar esa liga e intercalar por lo menos una vez al mes un torneo, se van cruzando con otros jugadores y cambia el nivel de juego".
Hoy en día son más de 300 los jugadores que se enfrentan en cada torneo regional.