Por legado, por elección y por amor al campo, venció todos los obstáculos y suma desafíos en el centro de la Provincia. Fue una de las 20 mujeres distinguidas con el Premio Lía Encalada.
A los doce años ya había decidido que al finalizar la escuela primaria se dedicaría de lleno al campo familiar, era su único deseo. Tan firme era su voluntad que convenció a sus padres para no seguir el colegio secundario a pesar de la insistencia de sus docentes y, a cambio, hacer una tecnicatura contable de dos años que le permitiera trabajar el mayor tiempo y lo antes posible en el establecimiento rural. Así de tenaz es Susana Urruty, una joven mujer del sur bonaerense que a sus 39 es feliz llevando adelante la empresa agropecuaria y desde 2021 se involucra también en la actividad gremial como delegada del Distrito 2 de la Sociedad Rural Argentina.
Cuando su papá murió repentinamente a los 43 años, recibió un golpe muy duro. "Ese 28 de diciembre de 1998 no me lo olvido más, quedamos solas mi mamá y yo, y a mis 15 tomé las riendas de la producción; ella me tuvo la confianza para dejarme hacerlo", relata Susana. A esa edad, ni siquiera contaba con registro de conducir y su madre tenía que oficiar de chofer para llevarla al campo.
Me fui preparando para hacerme cargo de todo
Desde muy chica, Susana supo acompañar a su padre en las tareas rurales, "era el mensual del campo", recuerda. A los 14, una vez finalizados sus estudios contables, ya estaba abocada plenamente a esos menesteres junto a él. "Sin saberlo, por mis elecciones y porque mis padres me dieron bolilla, me apoyaron, me fui preparando para hacerme cargo de todo", manifiesta.
"Yo siempre fui de campo, nunca fui de esas nenas que se quedan ayudando a la mamá a cocinar o algo de eso en la casa. Cuando llegaba el fin de semana yo ensillaba mi caballo y le decía a mi papá: me voy con vos", repasa.
El hecho de ser tan joven para asumir una responsabilidad semejante, al principio generó algo de desconfianza a su alrededor pero como ya la conocían por verla trabajar con su padre, gran parte del camino estaba allanado. "Tuve suerte, en todos lados siempre me abrieron las puertas; si bien es un ámbito en el que la mayoría son hombres, nunca tuve ningún problema, al contrario", destaca Susana, que este sábado fue una de las 20 mujeres distinguidas con el Premio Lía Encalada.
Obstáculos y convicciones
El comienzo fue "duro" porque Susana nunca se había ocupado de las cuestiones administrativas, compras, ventas, pagos. "De eso yo no estaba enterada y cuando empecé a agarrar los números decía ¿ahora qué hago?", señala. Pero tenía una pasión y una convicción muy firme: "Mi papá trabajó y se rompió el lomo por mantener todo esto y yo voy a hacer lo imposible por seguir manteniéndolo", se repetía.
Era llegar y ponerse a llorar, te daban ganas de tirar la toalla
El primer año a su cargo, el rodeo fue afectado por una enfermedad transmitida por los toros que dejó a la mitad de las vacas secas. Poco después, en 2001, sufrió una grave inundación. "La única forma de entrar al campo a llevarle alimento a las vacas era a cincha de caballo con una chapa llevando de a cinco fardos una legua y pico para adentro; era llegar y ponerse a llorar, te daban ganas de tirar la toalla", confiesa. Y para peor, la hacienda fue afectada por un parásito (fasciola hepática) que trajo el agua, que causó gran mortandad de animales. Como en muchos momentos a lo largo de su vida, se preguntaba qué haría su padre en esa circunstancia. Pero su fe y su fuerza, la sacaron adelante.
La empresa
Hoy Susana maneja dos campos, Don Héctor, en el que vive, a 25 kilómetros de Olavarría y San Agustín en la localidad de Espigas. En total, unas 1.500 hectáreas entre propias y alquiladas, donde hace agricultura y ganadería de ciclo completo: cría, recría, engorde y producción de madres, con raza Aberdeen Angus. "Las pasturas, verdeos y cultivos para forraje están a mi cargo, contratando el servicio, y los cultivos para grano como trigo, cebada, maíz, soja los damos a porcentaje", cuenta Susana.
Actualmente tiene 520 madres y 400 animales en el rodeo. "Dejamos las mismas terneras nuestras para madres y vamos invirtiendo en genética para mejorar la calidad", indica la productora.
"Era algo que siempre pensábamos hacer con mi papá, es un gusto que me pude dar"
Desde hace cuatro años, además, se dedica a la cría de caballos criollos puros en la cabaña El Vasquito donde tiene 12 yeguas madres, padrillos y potros. "Era algo que siempre pensábamos hacer con mi papá, es un gusto que me pude dar", manifiesta.
Respecto de los reiterados cambios de reglas del gobierno nacional para el sector ganadero, tal como el cierre de exportaciones de carne dispuesto a mediados de 2021, la productora asegura que "las decisiones políticas complican a los productores". Sin embargo, no se da por vencida. "Yo soy del campo, no sé hacer otra cosa que criar vacas y voy a seguir para adelante mientras pueda", dice orgullosa Susana.
Fuente: Clarín.com