El experimentado parapentista alemán habló con EL POPULAR sobre la disciplina y cómo vivió la pandemia de coronavirus luego de quedar varado en Brasil en 2020,
Josef Ernst es un experimentado parapentista alemán. Desde hace más de 30 años practica el deporte y es palabra autorizada para hablar. Por segunda vez visitó General La Madrid para acompañar a un joven, Kevin Peralta, que hizo el curso de vuelo libre. El hombre habló con EL POPULAR sobre la disciplina y cómo vivió la pandemia de coronavirus luego de quedar varado en Brasil en 2020.
El visitante había conocido la ciudad a principios de 2018. En aquel momento estuvo junto a su esposa Christine, que falleció. Por eso, acostumbrado a hacer viajes en compañía de otros, ahora nuevamente con Damián Lestarpe, para que Kevin Peralta -un joven de Gualeguaychú- pueda obtener el certificado de piloto.
En estos años el mundo cambió para todos y sin embargo Josef mantiene el espíritu aventurero.
Su motorhome "El Cóndor" fue su "casa" durante casi dos meses en los que recorrió parte de Brasil -donde quedó guardado durante casi los dos años en los que no pudo volver a Latinoamérica- y la Argentina, "para volar, disfrutar y visitar a amigos", dice Ernst en un perfecto castellano.
El hombre, que vive en un pequeño pueblo alemán y es carpintero, subraya la idea de continuar el camino de la vida.
"Quería volver a la Argentina porque tengo un montón de amigos y conocidos", repasa, y "la visita a Damián (Lestarpe) es para que Kevin pueda cumplir con el curso de parapentista. Lo conozco desde 2019 y la idea es que obtenga la licencia", apunta.
Peralta y Ernst se conocen del mundo del parapente, ya que el joven trabajaba en Kraft, una empresa dedicada al parapentismo.
"Empecé a practicar cuando entré a trabajar en la empresa", comienza diciendo Peralta, y en broma interrumpe Josef: "...tienes que decir que es uno de los deportes más lindos del mundo", y todos estallan en risa.
El viajero alemán es un experimentado parapentista. Se inició en el deporte en 1988. "Empezamos juntos con mi mujer (Christine) para bajar más fácil de las montañas, no para volar. En ese momento no eran velas como las de hoy, pero con el desarrollo de los años son como pequeños planeadores que llevás en tu mochila y es la única manera de volar fácil en el mundo", sostiene.
A lo largo de estos últimos años, Josef Ernst tuvo momentos difíciles en su vida, pero su filosofía es "siempre seguir para adelante" y en la aventura, como la que cumple con su amigo y que otra vez lo trajo a La Madrid.
También participarán en el encuentro en El Cóndor y luego partirán hacia el sur para visitar Bariloche, el Bolsón y Neuquén; a fines de febrero retomará hacia Gualeguaychú y de allí viajará a Alemania, para en noviembre volver a la Argentina.
De un lado y del otro del globo
Luego de estar casi dos meses en Brasil varado por la pandemia en 2020 e impedido de regresar a América al año siguiente, Josef Ernst no se sorprende con lo que atraviesa el país, ya que a menudo se interioriza a través de los medios de comunicación. Sucede lo mismo con el día a día de su país.
"En Alemania la economía es buena, aunque tenemos los mismos problemas que en todo el mundo, pero tenemos una situación particular: el promedio de edad, que es alto, y por eso se busca gente que quiera trabajar", repasa sobre la realidad del país teutón.
Sobre cómo se vivió la pandemia en Alemania cuenta que "el gobierno, los médicos, todos, estaban muy cautos porque lo que se sabe hoy mañana queda atrás". "En los primeros meses estaba prohibido volar y ahora con reglas se puede volar", explica sobre cuál fue el impacto del Covid-19 en el deporte.
Ernst empezó a volar en febrero de 1988 y lo ha hecho en distintas partes del mundo y en terrenos muy diferentes.
Con respecto a las diferencias entre los vuelos en el llano y en lugares montañosos, y en cuál de los dos se siente más a gusto, sostiene que "depende de las personas".
"En el llano lo que me encanta es la vista. Estás a mil metros arriba del piso y tenés una vista enorme, me pasó con Damián; piensas que puedes ver el mundo. El viento puede ayudarte porque te lleva, hay pocos riesgos de turbulencias cuando quieres aterrizar", describe, y compara: "la montaña es otro mundo para los pilotos, tienes que saber mucho de la circulación de los vientos en los valles y las cumbres, y calcular mejor dónde quieres aterrizar, porque no puedes bajar en todos lados".
"Todo tiene su encanto", sostiene el hombre que descubre tras los anteojos una sonrisa al hablar del deporte que abrazó siendo muy joven y que conoce el continente hace más de 20 años y fue uno de los pioneros de la utilización del parapente para volar en las montañas más emblemáticas de América.
"Lo especial del parapente es que puedes aprender a volar en un día, pero faltan diez años para saber. Un vuelo no es un vuelo y no puedes ver el aire, necesitas muchas experiencias y no sólo un libro. Los maestros tienen que aprender nuevas cosas que se llevan un poco más adelante", concluye Josef.