Una investigación de la Universidad de Bristol concluyó que el COVID-19 pierde su capacidad de contagio a los pocos minutos de su transmisión por el aire. Cómo sucede.
El crecimiento exponencial de casos provocado por Ómicron no se detiene. La OMS informó que la cantidad de nuevas infecciones por Covid-19 aumentó alrededor del 55% en la última semana. En la Argentina, en tanto, esta variante ya tiene circulación comunitaria y, por segundo día consecutivo, provocó más de 130 mil nuevos positivos, una cifra inédita desde el inicio de la pandemia. En este contexto preocupante, un nuevo estudio arrojó claridad sobre la capacidad de infección del coronavirus.
Según la investigación realizada por la Universidad de Bristol, el Covid-19 pierde el 90% de su capacidad para infectarnos dentro de los 20 minutos posteriores a su transmisión por el aire.
En esa línea, la universidad británica enfatiza la importancia tanto el distanciamiento físico como el uso de barbijo como formas eficaces de prevenir la infección. La ventilación, aunque es importante, es probable que tenga un impacto menor.
Además de confirmar que el COVID-19 pierde el 90% de su capacidad para contagiar durante los 20 minutos posteriores desde su transmisión por el aire, los especialistas explicaron que la mayor pérdida se da dentro de los primeros cinco minutos.
"La gente se ha concentrado en evitar los espacios mal ventilados y piensa en la transmisión aérea a varios metros de distancia en una habitación", dijo el profesor Jonathan Reid, director del Centro de Investigación de Aerosoles de la Universidad de Bristol y autor principal del estudio, al diario británico The Guardian.
Y agregó: "No digo que eso no suceda, pero creo que el mayor riesgo de exposición es cuando estás cerca de alguien. Cuando te alejas, no solo se diluye el aerosol, sino que también hay menos virus infeccioso porque el virus ha perdido infectividad".
Hasta el momento, todas las investigaciones que se hicieron desde que comenzó la pandemia para saber la duración del virus en el aire no fueron con un alto nivel de precisión ya que se diferenciaban mucho de la realidad.
La Universidad de Bristol lo llevó a cabo a través del desarrollo de un aparato que permitió generar partículas diminutas con el virus en cuestión para que circulen por el aire entre dos anillos eléctricos desde cinco segundos a 20 minutos.
Durante ese momento también se controlaba detalladamente la temperatura, la humedad y los rayos UV del espacio en cuestión. El director del Centro de Investigación de Aerosoles de la Universidad de Bristol contó que fue la primera vez que se simuló tan minuciosamente lo que sucede al aerosol durante el proceso de exhalación.
El estudio detectó que cuando las partículas virales abandonan los espacios húmedos con dióxido de carbono de los pulmones, estas pierden agua y se secan. Por otro lado, cuando la transición se da a niveles más bajos de dióxido de carbono es más lenta.
En cuanto a la temperatura, no se registraron diferencias en la infectividad viral.
"Significa que si me reúno con amigos para almorzar en un pub hoy, el riesgo principal probablemente sea que yo se lo transmita a mis amigos, o que mis amigos me lo transmitan a mí, en lugar de que lo transmita alguien en la red", cerró Reid.
Con información de: Cronista