A diferencia del típico baño en familia o con amigos de la actualidad, en aquellos primeros años la "moralidad" y las "buenas costumbres" establecieron estrictas normas de conducta para los osados bañistas. La playas contaban con "medidores de bañadores" quienes se aseguraban que los trajes cumpliesen con la medida establecida por encima de la rodilla.
El primer Reglamento de Baños de Mar del Plata de 1888, redactado por el subprefecto Hilario Rubio Medina, disponía: Artículo 1: Es prohibido bañarse desnudo.
Artículo 2: El traje de baño reglamentario es todo aquel que cubra desde el cuello hasta las rodillas.
Artículo 3: En las tres playas conocidas por del Puerto, de la Iglesia y de la Gruta, no podrán bañarse los hombres mezclados con las señoras, a no ser que tuvieran familia o lo hicieran acompañados de ellas.