La fiesta de la Asunción de la Virgen: "María, esperanza nuestra"

Este martes 15 de agosto se celebra la fiesta de la Asunción de Santa María Virgen. Columna de la Misioneras de la Inmaculada Padre Kolbe de Olavarría

Angélica Diez (*)

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El día 15 de agosto, los cristianos celebramos la fiesta de la Asunción de Santa María Virgen, la más solemne de las fiestas que la iglesia celebra en su honor. En los primeros siglos del cristianismo se la conocía como "Dormición de María", "El Tránsito de María". 

El día 1 de noviembre de 1950 se declara como dogma de fe católica la doctrina de la Asunción de la Virgen María manifestando que: "…la Inmaculada madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste "(Papa Pío XII, Bula Dogmática Munificentisimus Deus, año 1950).

María Asunta es la integridad humana cuerpo y alma que ahora reina intercediendo por cuantos peregrinamos en este mundo. Dice el papa Francisco: "Es hermoso pensar que la criatura más humilde y elevada de la historia, la primera en conquistar los cielos con todo su ser, cuerpo y alma, pasó su vida mayormente dentro del hogar, en lo ordinario". (...) "La mirada de Dios permaneció siempre sobre ella, admirando su humildad, su disponibilidad, la belleza de su corazón, nunca tocado por el pecado". (...)."Este es un gran mensaje de esperanza para nosotros; para ti, que vives las mismas jornadas, agotadoras y a menudo difíciles. María te recuerda hoy que Dios también te mira y te llama a este destino de gloria. Celebrémosla con amor de hijos, animados por la esperanza de estar un día con ella en el cielo".

"En la Asunción de María al Cielo, celebramos una conquista infinitamente grande: la Virgen ha puesto sus pies en el paraíso: no ha ido solo en espíritu, sino también con el cuerpo, toda ella. Este paso de la pequeña Virgen de Nazaret ha sido el gran salto de la humanidad; esto acrecienta nuestra esperanza: entendemos que somos valiosos, destinados a resucitar". (...) "Dios no dejará desvanecer nuestro cuerpo en la nada. ¡Con Dios nada se pierde! En María se alcanza la meta y tenemos ante nuestros ojos la razón por la que caminamos: no para conquistar las cosas de aquí? abajo, que se desvanecen, sino la patria allá arriba, que es para siempre. Y la Virgen es la estrella que nos orienta". (Papa Francisco).

(*) Angélica Diez, misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.

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