El Seleccionado Argentino finalizó su aventura en la Copa del Mundo Femenino que se disputó en Australia y Nueva Zelanda sin la histórica primera victoria que se había ilusionado conseguir. Sin embargo, dio muestras de crecimiento en su identidad de juego, de ser un equipo competitivo y marcar un camino para el futuro.
La Seleccion Argentina Femenina termino su estadia en la Copa del Mundo Australia y Nueva Zelanda. Integro el Grupo G con Italia, con quien perdio en su debut por 1 a 0, luego remonto y consiguio un empate ante Sudafrica y finalmente fue superada por Suecia, candidata a quedarse con el titulo.
Este mundial fue el último de jugadoras referentes como Estefania Banini y Vanina Correa, dos futbolistas que lucharon por un fútbol femenino más profesional y abrieron caminos para que muchas más mujeres practiquen el deporte.
Como dijo la defensora Aldana Cometti, una de las pocas argentinas que juega en el fútbol español: "Lo que me dejaron jugadoras como Vani o Estefi, es la lucha que hicieron de chiquitas. Nos allanaron el camino a nosotras y hoy muchas chicas juegan sin culpa al fútbol. Una nena de 8 ó 10 disfruta de ser libre y feliz jugando al fútbol y ese es el gran legado que nos dejaron ellas a nosotras y que queremos dejar a las que vienen".
Esta Selección, que en el partido contra Sudáfrica batió récord de audiencia en la TV Pública con más de 12 puntos de rating y tuvo un gran apoyo de la gente en cada partido de la fase de grupos en Nueva Zelanda, viene de un pasado cercano con grandes dificultades. Por eso es necesario mirar el contexto, valorar lo conseguido más allá del resultado deportivo y seguir apostando por el fútbol femenino.
Hasta hace cinco años, muchas de estas jugadoras tuvieron que hacer huelga para ser escuchadas, en la pelea por una estructura básica para representar al país (entrenar en canchas de césped, dormir en un hotel y no en un micro cuando viajaban a jugar un amistoso, algún viático, ropa que les quedara y no fuera el descarte de la masculina).
La propia Banini estuvo alejada/apartada por tres años del seleccionado por reclamar públicamente por mejores condiciones e igualdad de derechos. "Mucha lucha, nos hemos enfrentado a discriminaciones, abuso de poder, esa lucha de la mujer argentina es el legado que tratamos de dejar", explicó la mendocina, entre lágrimas, después de su último partido con la celeste y blanca.
Las jugadoras Sophia Braun (23), que juega en Leon de Mexico y fue considerada la mejor "aparición" entre las debutantes en este torneo, Paulina Gramaglia (20) del Bragantino Brasilero y Dalila Ippolito (21), que milita en el Parma de Italia, entre otras, son las que tomarán ese legado que dejan Correa y Banini.
"Se cierra un círculo, entran nuevas generaciones, se viene un lindo futuro, un futuro para trabajar mucho, un nuevo proceso a largo plazo, entonces hay que tener mucha paciencia y trabajar intensamente", aseguró Ippolito, la de Villa Lugano que fue la primera argentina de esta camada en irse al fútbol italiano y que -como a Banini- lo que más le divierte en una cancha es gambetear.
El fútbol femenino argentino se clasificó a su segundo Mundial consecutivo, sin pasar por el repechaje, algo que ya es un logro en sí mismo. Tiene un campeonato semiprofesional hace pocos años y recién ahora hay más jugadoras que se están yendo a ligas del exterior, donde el nivel es todavía muy superior al torneo nacional.
Con esas diferencias de recorrido más las distancias físicas que separan a las argentinas de las europeas o las africanas, el seleccionado dirigido por German Portanova fue competitivo en una Copa del Mundo de la FIFA, con una idea de juego clara.
Cometió errores y tiene mucho por mejorar, pero se le plantó a sus tres rivales en un grupo para nada accesible.
Argentina no habrá logrado la victoria esperada, pero este equipo comandado por Portanova fue al frente y mostró identidad y pasión por la camiseta. Y mostró, sobre todo, que luchar siempre vale la pena.