La festividad de Nuestra Señora de Itatí

Columna de las Misioneras de la Inmaculada Padre Kolbe

 Misioneras de la Inmaculada Padre Kolbe

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Artistas, literatos, músicos y teólogos han intentado encarnar en la Virgen María a la mujer ideal que mejor y más plenamente respondió al amor de Dios, pero sigue teniendo vigencia aquello que dijo san Bernardo: "De María nunca se dirá bastante". 

Aunque en la teología católica la adoración se reserva solamente para Dios, María, nuestra Madre recibe una veneración especial, superior a la de los santos.

Muy arraigada en la fe popular, la devoción a María es parte de nuestra identidad como argentinos, es así que son unas doscientas las advocaciones marianas que se veneran en Argentina y los santuarios marianos que se distribuyen providencialmente en todo el territorio.

Uno de esos santuarios es el de Nuestra Señora de Itatí, en la Provincia de Corrientes a quien celebramos el 9 de julio, día de nuestra Independencia. 

Según la tradición la imagen de Nuestra Señora de Itatí habría sido encontrada por un grupo de nativos en el curso del alto Paraná, cerca del puerto de Santa Ana. Vieron a la Virgen Inmaculada sobre una piedra rodeada de una luz muy brillante y acompañada de música sobrenatural. Fray Luis Gámez ordenó el inmediato traslado de la figura a la reducción, pero la imagen desapareció en dos ocasiones, retornaba a su lugar cerca del río. Los religiosos comprendieron su voluntad y se dispuso su traslado desde la reducción a ese paraje.

El nombre de la Pura y Limpia Concepción de Itatí viene de la lengua guaraní "ita", roca, y "tí ", blanca, significa "piedra blanca", por los yacimientos de cal que estaban junto al arroyo Caleria, también Itatí se traduce como "punta de piedra". Es la imagen más antigua de nuestras vírgenes criollas, hecha por manos indígenas y con la madera de nuestros bosques: su cuerpo es de timbó y el rostro de nogal. Un rostro moreno y redondeado como el de una mujer guaraní, tiene el vestido tallado en la misma pieza, sus manos están en posición de oración y actitud de recogimiento, el vestido blanco simboliza su virginidad y su pureza; el manto azul su elección por ser Madre de Dios y la mantilla de encaje representa al Espíritu Santo que la cubrió con su sombra en el momento de la encarnación. La corona de plata hace de Ella una Reina que recibe parte de la soberanía absoluta y única del Rey de Reyes: Jesucristo. Las estrellas que rodean la corona la identifican como la mujer del Apocalipsis- la que apareció en el cielo coronada por doce estrellas que representan a los Apóstoles-, María pisa una luna en creciente, signo del triunfo de la Inmaculada sobre la oscuridad y el pecado, refleja la luz de su Hijo Jesucristo, luce también una estrella porque María es la "Estrella de la Evangelización"

Dice el Papa Francisco: "…hemos venido a llamar a la puerta de la casa de María – a su santuario -. La Iglesia, cuando busca a Cristo, llama siempre a la casa de la Madre y le pide: Muéstranos a Jesús. De ella se aprende el verdadero discipulado". Como Francisco y como San Juan Pablo II -que en 1987 llegó a Itatí como peregrino para saludar a nuestra madre-, desde hace varios siglos los devotos marianos llegan a los pies de María con todo el bagaje de la vida misma.

María "abogada nuestra", es mediadora, intercesora, defensora, recibe nuestras preocupaciones y dolores a la vez que es depositaria de nuestra esperanza. 

Es este 9 de julio, Nuestra Señora de Itatí y Día de nuestra Independencia la oportunidad propicia para poner en sus manos el deseo de este pueblo argentino que en la Oración por la Patria suplica: "Queremos ser nación, una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común".

(*) Colaboración de las Misioneras de la Inmaculada Padre Kolbe

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