La intolerancia nacional y el poder, el crimen que grafica el modelo provincial. Peronistas y Juntos por tres 

Cacho Fernández

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En estos días, gran parte de los argentinos sintieron envidia por el nivel de la dirigencia política uruguaya. Simplemente pasó esto que jamás podría ocurrir aquí: cuatro ex presidentes se sentaron a discutir las causas y consecuencias del último golpe militar ocurrido hace 50 años. Los uruguayos asistieron a un evento inimaginable en la Argentina. Aquí, en cambio, mientras el ex presidente Raúl Alfonsín anticipaba su voluntad de iniciar los juicios a las últimas juntas militares por sus horrendos crímenes, el peronismo o parte de éste, decidía acompañar la ley de autoamnistía propuesta por el último presidente de facto, Reynaldo Bignone, con el agravante de que gran parte de las víctimas directas del terrorismo de Estado habían sido jóvenes peronistas.

El peronismo vuelve a aparecer con los indultos a los responsables del genocidio y recién retoman el tema con Néstor Kirchner veinte años después de la recuperación de la democracia. 

¿Por qué los uruguayos pueden alternar en el poder y discutir civilizadamente por encima de sus diferencias políticas? no se sabe. Podría ser que el nivel de su dirigencia política es superior al nuestro, o tal vez, porque el valor del poder en la Argentina es más alto. Es posible que el precio de gobernar sea el responsable de esta intolerancia que nos atraviesa. En este país, tener el poder significa mayor impunidad y posibilidad de hacer negocios. Y eso es lo que lleva a la clase dirigente nacional a disputarlo de la manera con la que lo hace, con inusitada vehemencia, agresión, violencia a veces y una enorme intolerancia que transforma las internas y las generales en un campo de batalla en donde el dinero es mucho más importante que las ideas y el compromiso con la gente.

Y si las ideas son banales, las conductas son venales, decía un filósofo. No hay ninguna duda que nos toca una realidad así, con escasas ideas poco trascendentes, y una profusión increíble de negocios o negociados. 

Y esto explica las grietas, las peleas y la decadencia de nuestra clase dirigente. Aquí se ?pelea por el poder político para salvarse económicamente y no para tranformar la realidad en beneficio de los que menos tienen. Las excepciones escasas a esta generalidad.

Han sido muy pocos los próceres que merecían serlo, pero, como se suele hacer en las religiones, se van creando -inventando- santos para fijar nuevas referencias y que existan para todos los gustos. De ese modo, hay rosistas y mitristas, morenistas y saavedristas, yrigoyenistas y alvearistas, peronistas y radicales, y otros ismos que realmente no representan nada o algunas parcialidades imperfectas llevadas a la santificación en una especie de liturgia que solo existe para el culto pero no para pensar racional y objetivamente en lo que encarnaban.

Mutaciones

De esa manera se fueron creando corrientes claramente enfrentadas que solo sirvieron para domesticar a la población o servir de electorado clientelar y servil, pero escasamente crítico y autónomo.

Los "ismos" se fueron fagocitando la independencia y la sensatez. Los portadores de estos fanatismos de pensamiento lineal y nada trascendente, de pronto pueden apoyar hoy una cosa y mañana lo contrario. Porque el imperativo principal es obedecer y no pensar por el temor a no pertenecer y quedar en una soledad digna y creativa.

Esos férreos dogmatismos fueron llevando al país a la ignorancia, al atraso constante y a la fe por temor a supuestos fantasmas agitados por los interesados en domesticar a la masa.

La historia nacional es una muestra de este movimiento retrógrado constante que nos condujo hoy a un escenario de fracasos estrepitosos y pobreza en aumento. Nadie resiste un archivo, como se suele decir. El Presidente se cansó de denunciar a su compañera de fórmula, y luego se transformó en su más encendido y obediente defensor.

El candidato oficialista amenazó en un tiempo de "meter presos" a quienes hoy son sus aliados, y se abraza y se besa con quien su esposa, mimetizada en su bronca, lo trató de "forro". Entonces ¿en quien y en qué creer? Es cierto que la política tiene sus maniobras y sus gambetas, pero esto ya es una contradicción o hipocresía grosera y permanente. 

Incongruencias 

Las encuestas presentan situaciones difíciles de entender. Porque ¿cómo se puede compaginar mediciones que le dan a Juntos por el Cambio unos cinco puntos de ventaja que luego pierde en la Provincia con Kicillof?. Dentro de esa incongruencia se supone que la gente corta boleta a ese nivel cuando la historia refleja que quien gana en la Nación también gana en la Provincia, y si pierde en un nivel también pierde en el otro. Solo una vez ocurrió lo contrario pero porque en territorio bonaerense ganó el signo contrario al que había triunfado en Nación por la suma de dos lemas para un candidato.

También es cierto que Sergio Massa obtuvo una victoria a lo Pirro ya que logró la candidatura principal pero a costa de cederle a Cristina y al cristinismo todo el poder de coerción en las cámaras legislativas para condicionar a propios y opositores. Pero, al parecer, al candidato de Tigre solo le interesaba "caretear" como vulgarmente se dice y daba la vida por ello.

Massa era un acendrado opositor del estilo K pero no tuvo la paciencia suficiente para construir de manera independiente y hoy lo tiene como colaborador a Amado Boudou en la negociación con el FMI. 

La falta de paciencia en política tiene costos irremontables muchas veces. El ministro ya quedó definido ante la gente y le va a resultar muy difícil revertir esa imagen.

Juntos pero no tanto

El gobierno municipal, alineado con el larretismo, se jugó por la línea moderada de Juntos por el Cambio y dejó bien en claro que no va a jugar con las dos opciones de su espacio y lo hará decididamente con la fórmula Larreta-Morales en la Nación y Hugo Santilli en la Provincia. Galli no cerró con el curismo al que le había ofrecido un lugar en a lista que no fue aceptado. 

 Hay dos listas bullrichistas que no pudieron unificar una sola oferta. El 24 llegaron divididos al cierre y no pudieron hablar para conformar una sola lista entre la gente de Marcelo Spina y Dalton Jáuregui. Este último dijo que habían esperado hasta las 23,55 del viernes para presentarla y lo debieron hacer sobre el filo del cierre.

Spina apuntó que "no queríamos amontonar sin saber lo que piensa la otra parte. Entonces, pensamos, que cada uno presente su propuesta y más no se podía hacer...Por ahí no teníamos coincidencias y no nos podíamos manosear para amontonarnos".

Esta interna del bullrichismo, entonces, se definirá entre radicales en una lista, y la otra, la de Dalton, junta a monzonistas, ritondistas, autonomistas y otros que conforman "Juntos". 

Pero la otra parte del radicalismo, la de Evolución que conduce el comité local, terminó acordando con el gallismo-larretismo. Por lo tanto, el votante radical se encuentra hoy en la encrucijada de tener que decidir entre dos facciones. El centenario partido no pudo imponer una sola dirección y una sola estrategia, prefigurando aquella fractura de la década del cincuenta entre radicales Intransigentes y de Pueblo, de la que nunca más pudieron volver. Ni siquiera con Alfonsín.

Con el peronismo no pasan cosas diferentes, solo que esta identidad es mucho más pragmática y antepone el poder por sobre todas las cosas, prioridad que le permite mantener la unidad, como ahora, más allá de las enormes diferencias que existen dentro del Movimiento.

Arturo Jauretche solía decir que la izquierda en la Argentina "es divisible por dos", pero esta particularidad es una generalidad en la política nacional puesto que lo mismo es observable en otros partidos.

Más aún, desde que nació la política moderna, la de facciones, es decir, desde la Revolución Francesa, todos los movimientos y partidos se han fracturado sistemáticamente.

Peronistas

Tanto es así que el peronisimo local, de tener una unidad monolítica dentro del camporismo, hoy presenta tres opciones claramente diferenciadas. El denominado Foro Olavarría o massismo, de Eduardo Rodríguez, el camporismo y otros grupos pequeños más, de Maxi Wesner, y un peronismo que fue en principio sciolista/albertista, pero hoy más situado en una posición entre ortodoxa, moderados K o buquistas y una transversalidad en la que, como en el massismo, se entremezclan eseverristas, kirchneristas defraudados y peronistas independientes unidos por el afán de llevarlo a Hernán Parra al Municipio o ir creciendo pacientemente hasta dar con el tempo adecuado. 

Estos grupos locales del peronismo los ha ido juntando una cierta aversión por La Cámpora o el kirchnerismo duro, pero les cuesta la manera de ir sumando y a la vez mantener la estructura y la cohesión en el tiempo. 

La versión massista de Rodríguez ha logrado sumar una cierta diversidad pero le termina dividiendo el voto al camporismo que ya contenía anteriormente a muchos de esos potenciales votantes porque por ciertos motivos y de alguna manera los contenía. Esta versión, de una lógica implacable, le pertenece a un dirigente camporista local y representa de algún modo el grado de confusión existente hoy en el peronismo después de los fracasos sucesivos en los ??ultimos tiempos y la catástrofe del gobierno de Alberto Fernández. Aparte, el cierre y la conformación de la lista local tuvo algunos conflictos y habría dejado heridas abiertas entre las principales cabezas del espacio.

Izquierda y libertarios

En tanto, el Frente de Izquierda-Unidad, referenciado en la fórmula Gabriel Solano/Vilma Ripoll, lleva como precandidato a intendente a Agustín Mestralet, y a Yessica Almeida como primera concejal.

Los libertarios de Libertad Avanza van con Celeste Arouxet en lo local y Javier Milei a nivel nacional que intenta compensar con su vehemencia la carencia de estructura que tiene en varios lugares. Confía en la seducción de su imagen en la boleta para contrarrestar esta deficiencia. Fernando Burlando tendría también quien lleve su boleta en Olavarría.

Cecilia y las provincias

El horrendo crimen de Cecilia Strzyzowski en el Chaco se ha transformado en un verdadero indicio de cómo funcionan los gobiernos en las provincias. En ellas, (pónganles la identidad política que deseen) los gobiernos, y muchas veces los partidos gobernantes, funcionan como si fuesen los mismos Estados. Se apropian de todas las instituciones y éstas funcionan bajo el capricho y la arbitrariedad de los gobernadores y sus familias.

El aberrante crimen nos muestra la estructura que se arman alrededor de los gobernantes. con un manejo puramente patrimonial de los bienes públicos, incluidos los fondos, segundas líneas que operan como verdaderas asociaciones ilícitas que muchas veces reemplazan a las verdaderas instituciones y reparten planes sociales otorgados y repartidos mediante la coerción de algún pago a cambio del "favor" mediante. También se puede ver lacayos que trabajan como niñeros o colaboradores funcionales en cualquier circunstancia, incluso delitos.

 Existe una metodología que utiliza un indicio o una particularidad, para graficar una generalidad o un modelo general de funcionamiento. Se lo denomina "paradigma indiciario" y surge de una historia contada por Carlo Guinzburg llamada "El queso y los gusanos" en la que se relata los padecimientos sufridos por un molinero de finales de la Edad Media, Menocchio, en plena Contrarreforma ?por la que la Iglesia Católica pretendía alinear a su grey universal para recuperar el poder disminuido por el Renacimiento, la Teoría Copernicana y el protestantismo del siglo anterior. El caso de este molinero condenado a la hoguera por presunta herejía, -ese solo caso nada más-, pinta claramente la mentalidad medieval determinada por el catolicismo y no se necesita más que eso para sacar conclusiones. Con el Chaco y su horrendo crimen tan cercano al poder y al sistema ocurría lo mismo para graficar el modelo político de las provincias argentinas.

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