Raúl Toriggia
La semana festejé el 81er. Día de la Bandera de mi vida y el 55º Día del Padre. Esas dos fechas no es fácil que coincidan, desde que en 1966 se fijó el Día del Padre el 3er. domingo de junio, 10 veces coincidieron, el último fue en el año 2021 y los próximos años que esto va a pasar serán en 2027 y 2032.
En un principio, se había elegido el 24 de agosto como el Día del Padre en la Argentina, fecha en que nació la hija de José de San Martín, al que se lo considera padre de la patria; luego en 1966 se cambió por el tercer domingo de junio, porque se consideraba mejor que cayera en domingo y se sumó el país a muchos países que copiaron la fecha de Estados Unidos que desde 1936 había fijado justamente ese día para homenajear a los padres.
Siento que no fue casual que se hubiere elegido Día del Padre a la fecha en que el reconocido padre de la Patria tuviera su hija, como tampoco lo es que ahora haya quedado tan cerca del día de la bandera que se había fijado para recordarla, no cuando fue creada, sino en la fecha de la triste muerte de Manuel Belgrano.
Durante muchos años no se nos permitió conocer a estos hombres en su aspecto humano, con sus amores y resentimientos, sus tristezas y alegrías, sus éxitos y fracasos, sus aciertos y sus errores, se convirtieron en héroes de bronce y sufrieron el etiquetamiento de la historia oficial, que nos fijó la imagen del gran Libertador, por un lado, y del creador de la bandera por el otro.
Hoy me entusiasma poder analizarlos como seres humanos que fueron, y muy lejos de la competencia por ser o representar al más grande, ellos se respetaron y alabaron mutuamente en un reconocimiento que más allá del poco tiempo que compartieron nunca dejaron de lado.
Cuando el Triunvirato decide enviar a San Martín al Norte en auxilio de Manuel Belgrano, éste recibió la noticia con alegría, enviándole una carta a San Martín donde le dice que estaba seguro de que con su auxilio se salvaría la patria y que vaya no sólo a ser su amigo, sino su maestro, compañero y jefe.
Y por su parte San Martín lo recomendó para volver a conducir el Ejército del Norte: opinó que es un hombre lleno de integridad y de talento natural, lo mejor que tenía la América del Sud.
Como padre de la patria muy poco se puede agregar a la reconocida mundialmente proeza del General San Martín, Lo afirman historiadores extranjeros que lo han comparado con Alejandro, Aníbal o Napoleón. Pablo Neruda profesó reconocimiento a esa hazaña. José Martí veneró esas Rutas Sanmartinianas. André Malraux sostuvo en Francia que cruzando los Andes, San Martín creó, de la nada, una democracia.
Así que nada puedo agregar yo sobre él, un ejemplo en todo el sentido de la palabra, pero sí quiero dedicarle un espacio a Manuel Belgrano, porque fue realmente un patriota multifacético.
Político, estadista; defensor del americanismo; admirador de Mozart; gran jugador de ajedrez; políglota y traductor (hablaba inglés, francés, italiano, latín y conocía dialectos nativos americanos como el guaraní y quichua); amante de la pintura; ferviente cristiano; comprometido periodista y escritor; propulsor de la educación pública y de la incorporación de la mujer al proceso educativo; fundador de la Escuela Náutica; precursor de la ecología y defensor del medio ambiente.
Creador de la primera Academia de Matemática; protagonista en el Cabildo Abierto de Mayo y vocal de la Primera Junta; primer economista argentino, en 1794, como secretario del Consulado de Buenos Aires, había empujado una serie de medidas marcadamente revolucionarias para la época y muy valientes, considerando que se vivía entonces bajo la égida de la monarquía española y su cerrado régimen monopólico, él, admirador de las ideas económicas de la época, se siente atraído por Adam Smith, padre del liberalismo,
También como periodista, promulgó incansablemente los ideales de la independencia y su posición económica sustentada en tres ejes conductivos: agricultura - industria - comercio. "La agricultura producía sobrantes que las artes (industrias) y el comercio transformaban y multiplicaban". Fue uno de sus principios.
Quiero destacar que nació en una familia italiana que era la segunda más rica de Buenos Aires, estudió abogacía en España, y a su vuelta, a pesar de que perjudicaba a su propia familia propuso y logró romper con la hegemonía española sobre el comercio exterior y a pesar de no tener más que una preparación teórica sobre estrategia militar que tan bien supo utilizar en las batallas de Tucumán y Salta, admitió que nunca había tenido un fusil al hombro cuando tuvo que salir al frente del ejército.
Luchó sin descanso, a pesar de su deteriorada salud, y también logró una proeza reconocida mundialmente, el 23 de agosto del 1812, el general Manuel Belgrano ordenó el Éxodo Jujeño hacia Tucumán, es decir que los pobladores debieron abandonar sus viviendas y destruir todo aquello que pudiera abastecer a los adversarios realistas, en carretas, a lomo de burros, a pie, y también quemaron sus cosechas y sus casas.
Este hombre que, en lugar de enriquecerse, gastó su fortuna, en la paga de sus soldados y gastos para el traslado y los combates, cuando recibe una paga por sus éxitos, la dona totalmente para construir cuatro escuelas, y fruto de sus derrotas vuelve a Buenos Aires encarcelado donde poco después muere en total pobreza, el 20 de junio de 1820 a la edad de 50 años, el día que, en Buenos Aires, por desavenencia políticas hay tres gobernadores, lo que provocaron sus últimas palabras que fueran "Ay, Patria mía"
Y claro, también creó la bandera, que no tenía tres franjas y la muestran en sus manos montado en un caballo, sino que se izó sobre un mástil y tenía dos bandas una celeste y otra blanca, y no eran los colores del cielo sino el celeste del manto y el blanco del vestido de la Virgen de Luján, originadas en la Inmaculada Concepción, origen también de los colores de la dinastía de los Borbones en España.
En Olavarría, en el Museo Municipal Dámaso Arce (MDA) se expone el retrato original que inmortalizó el semblante del prócer en un ícono popular, y en él, se ve en un cuadro a su lado, lo que se cree es la batalla de Salta y claramente la bandera tiene solo dos franjas.
Tanto a San Martín como a Belgrano los considero padres de la Patria y a ambos reconozco que no les fue fácil ser padres, en un momento donde la patria los reclamaba en una impostergable y excluyente lucha por su independencia. Tanto San Martín como Belgrano tuvieron una difícil vida amorosa y una interrumpida relación con sus hijos.
El Libertador recién llegado de España con 37 años de edad en 1812 se casó con Remedios de Escalada de sólo 14, pero inmediatamente se tuvo que dedicar a organizar el regimiento de granaderos, triunfante en la batalla de San Lorenzo.
Durante 1813, vivió en Buenos Aires hasta que San Martín debió partir a Tucumán a hacerse cargo del Ejército del Norte, Volverían a verse a fines de 1814 en Mendoza, cuando fue nombrado gobernador intendente de Cuyo. Allí nació el 24 de agosto de 1816 su hija Mercedes Tomasa, y en el mes de enero San Martín envió a su esposa y a su pequeña hija de regreso a Buenos Aires. Remedios, afectada de tisis, se había agravado por el embarazo y el parto, tan preocupante era su salud que hasta viajó con un ataúd, por si pasaba lo peor.
Y ya no se volvieron a ver, Remedios murió en agosto de 1823 a los 25 años, pidiendo por su marido quien recién regresó en noviembre de ese año, llevándose su hija consigo a Europa. Allí se preocupó en darle una buena educación y ella estuvo junto a él, hasta el día de la muerte del general, el 17 de agosto de 1850.
Recordemos las máximas que le dejara a su hija;
a)Humanizar el carácter y hacerlo sensible, aún con los insectos que no perjudican.
b)Inspirarle amor a la verdad y odio a la mentira.
c)Inspirarle gran confianza y amistad, pero uniendo el respeto.
d)Estimular en Mercedes la caridad a los pobres.
e)Respeto hacia la propiedad ajena.
f)Acostumbrarla a guardar un secreto.
g)Inspirarle sentimiento de respeto hacia todas las religiones.
h)Dulzura con los criados, pobres y viejos.
i)Que hable poco y lo preciso.
j)Acostumbrarla a estar formal en la mesa.
k)Amar el aseo y desprecio al lujo.
l)Inspirarla por el Amor a la Patria y la libertad.
Manuel Belgrano tuvo aún más mala suerte como padre, hacia 6 años que estaba de novio con Josefa Ezcurra, cuando comienza la campaña militar y Belgrano se marcha hacia el norte sin saber que Josefa estaba embarazada. El niño recibe el nombre de Pedro y es adoptado por la hermana de Josefa, Encarnación Ezcurra, quien luego sería la esposa de Juan Manuel de Rosas, quien le da el apellido al niño, educación y se preocupa para que tenga un patrimonio económico al igual que su hijo biológico.
La segunda hija la tuvo en Tucumán con María de los Dolores Elguero, Manuela Mónica del Corazón de Jesús, nace en 1819, o sea que cuando Belgrano fallece la niña tenía un año. Los dos hijos se conocieron y tuvieron una excelente relación. Manuel Belgrano no pudo conocer a los 22 nietos que le hubieran regalado sus dos hijos.
Manuel Belgrano justifica, entonces, la consideración de las dos fechas como paralelas: la del Día de la Bandera y la del Día del Padre.