Columna de las Misioneras de la Inmaculada Padre Kolbe
Angélica Diez (*) / [email protected]
El mes de junio está dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, muchos lo recuerdan rezando las letanías en su honor. La más popular entre todas es: ¡Jesús, manso y humilde de corazón, haz nuestro corazón semejante al tuyo! Muchos otros, quizás tarareen el canto: "Danos un corazón, grande para amar, danos un corazón fuerte para luchar". ¡Vale! , como dicen los españoles -.
Jesús; pasó su vida terrena haciendo el bien a todos, mostrándonos, la paciencia, la misericordia y la ternura del Padre. Es Jesús quién nos invita: "Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré". Si nos acercamos a Él podremos experimentar que está presente acompañándonos en los asuntos de la historia humana. Aunque no lo veamos con nuestros ojos, ¡Él está ahí! Nos acompaña, nos guía, nos toma de la mano y nos levanta cuando caemos porque su Corazón generoso quiere brindarnos lo que necesitamos.
La plenitud del amor se manifiesta a través de la bondad que irradia el Corazón humano del Hijo de Dios. Este amor se difunde sobre todos, en especial sobre los que sufren y los pobres. Miremos con confianza y gratitud a este Corazón de Jesús que derrama su amor por todos y, desde allí; recemos por los que sufren, conocidos o no que necesitan consuelo, fortaleza, esperanza y alivio de parte del Señor.
¿Cómo acercarnos más a su amor derramado por nosotros? Acercarnos a la fuente quiere decir entrar en comunión con Jesús para descubrir las riquezas escondidas en su Corazón y así, con Él y como Él, aprender a no temer a los contratiempos, a ejercitarnos en el amor al prójimo para crecer en nuestra vida espiritual cada día, teniendo sus mismos sentimientos y progresar en el camino de la santidad y así, con Él y como Él, aprender a no temer a los contratiempos. Nuestra esperanza se llama Jesús. Él está vivo, y con Él el mal ya no tiene poder, y la muerte se convierte en un pasaje para iniciar una nueva vida. Que, celebrando su fiesta crezcamos en cercanía y confianza y como Él , unos y otros "pasemos por este mundo haciendo el bien". ¡Vamos juntos!
(*) Angélica Diez, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.