Así lo expresó, el Ingeniero Gabriel Blanco en el Día Mundial del Medio Ambiente. El docente e investigador de la FIO es un referente internacional en la temática.
El Ingeniero Gabriel Blanco es un referente internacional en temas de medio ambiente. El Docente e investigador de la FIO, se constituye en una voz más que autorizada para hablar sobre una temática preocupante.
En esta entrevista expone sus puntos de vista, convencido de que es necesario mirar el tema "con un enfoque holístico".
¿En qué estado se encuentran hoy las discusiones medioambientales?
Las actuales discusiones sobre la crisis climática, tanto a nivel internacional como en la Argentina, han puesto de manifiesto que esta y otras problemáticas socioambientales requieren de soluciones complejas. Esas soluciones deben integrar los diferentes aspectos y dimensiones que hacen al desarrollo de nuestras sociedades. Estas discusiones involucran cuestiones tecnológicas, económicas, sociales y políticas, todas entrelazadas entre sí. A esto se suman las diferencias regionales y los contextos locales que requieren soluciones específicas en cada caso.
Parece un desafío muy fuerte para la Universidad y la estructura científica, ¿verdad?
La academia y el sistema científico tecnológico en su conjunto no están pudiendo ofrecer soluciones integrales y viables que den respuesta a este nivel de complejidad. La ciencia disciplinar, donde cada área científica actúa y se desarrolla con poca o ninguna comunicación con el resto de las áreas, no puede brindar esas soluciones, que necesitan de miradas holísticas que abarquen y entiendan las causalidades entre los diferentes sistemas naturales, humanos y productivos que hacen al desarrollo de un país y a nuestra vida en sociedad.
Según esto, da la sensación de que la escena le pega directamente a disciplinas como la Ingeniería
La ingeniería también muestra esta deficiencia. La fragmentación de la ingeniería en sus múltiples ramas ha permitido un enorme avance en materia de desarrollo tecnológico, pero con poca comprensión sobre cuáles han sido, y son, las consecuencias socioeconómicas y socioambientales de su implementación. Así, guiados casi exclusivamente por el objetivo de incrementar la rentabilidad a partir de un aumento de eficiencia a la hora de producir bienes y servicios, desde la ingeniería hemos desarrollado prácticas y tecnologías que nos llevaron, por ejemplo, a la actual crisis climática.
¿Un escenario del que cuesta salir?
Es así. Nos aferramos al uso indiscriminado de combustibles fósiles para producir energía supuestamente barata, sin entender las consecuencias que estos desarrollos y su implementación han ido generando. Desde la ingeniería celebramos por décadas los adelantos en los motores a combustión sin entender que los gases que salían por la chimenea o el caño de escape iban a terminar destruyendo el balance energético de nuestro sistema Tierra, generando el calentamiento global del planeta y el consecuente cambio en el sistema climático. Solo a modo de ejemplo, el cambio climático nos está llevando a corrimientos en los nichos de vectores de enfermedades que hacen que hoy tengamos dengue en la provincia de Buenos Aires. Todo tiene que ver con todo. Nunca nadie nos contó sobre estas relaciones causales. Hoy, la sociedad global, incluidos nosotros en la Argentina, está pagando las consecuencias.
¿Cuál es su visión a futuro?
Resulta imprescindible repensar la forma en la que hacemos ingeniería y la manera en la que formamos a los futuros ingenieros. Será clave contar con trayectos formativos específicos en donde se pongan en discusión estas problemáticas y cómo la ingeniería deberá interactuar con otras disciplinas para poder hacerles frente con soluciones integrales. Pero mejor aún sería la incorporación transversal, a lo largo y a lo ancho de toda la formación, de una nueva manera de entender la ingeniería junto con una nueva manera de entender el desarrollo de una sociedad. Para que esto sea posible, se requiere también que quienes tenemos responsabilidades en la formación seamos capaces, en primer lugar, de entender que hacer ingeniería no es inocuo y tiene consecuencias, para luego ser capaces de "deconstruirnos" para poder enseñar y ejercer la ingeniería a partir de un enfoque holístico.
Fuente: Prensa de la Facultad de Ingeniería de la Unicen