"Pueblerinos Freestyle" nació por la necesidad de crear un espacio para el baile y las artes en la ciudad. Gonzalo Ortiz, fundador del grupo, en charla con FINDE habla del significado del baile y la posibilidad que brinda a personas de cualquier edad.
Por Rodrigo Fernández
Gonzalo Ortiz está feliz de poder hablar de lo que más lo apasiona. Desde muy chico el baile se ha convertido en una parte inseparable de su vida y, cuando describe sus sentimientos o cómo nació el proyecto de "Pueblerinos Freestyle", lo hace con una emoción que se trasmite en su voz.
"Bailo desde los 14 más o menos, tengo 27 ahora", cuenta, y señala que su camino comenzó con el grupo de Regeneración Urbana. "Lo creé junto con mi hermano y unos amigos".
"Hace dos años decidí abrirme el grupo y armar mi propio proyecto", y fue así como estuvo obligado "a pensar y a repensar proyectos que por ahí ya habíamos hecho y cómo darle una vuelta de rosca. Entonces creé Go Dance Crew. Somos tres ahora, los más grandes, que bailamos hace como diez años juntos".
Gonzalo ya tenía un proyecto un torneo de danza competitivo con "la idea era hacerlo a nivel regional y juntar a referentes de Olavarría, de Bolívar, de Tapalqué, de Necochea, de Azul, y armar una fecha por mes en cada una de las ciudades y pueblos. Como era mucha plata y muy complejo todo, un día pensando se me ocurrió que necesitaba crear pueblerinos porque obviamente como involucraba muchos lugares. Por eso me puse en la cabeza encarar a 'Pueblerinos Freestyle', que no solamente iba a abocarse a las batallas sino al entrenamiento, al compartir, a lo que en realidad es la esencia de hip hop".
Fue allí donde "empecé a pensar en lugares, en distintas sedes que puedan ayudarme. Algunas me cerraron las puertas, hasta que caí en la Yumba, donde les gustó la propuesta y empezamos a trabajar".
Un espacio para bailar
"El objetivo es generar un espacio para que los bailarines y las personas que no bailan puedan ir, expresarse, bailar, aprender del otro. También como un espacio para que los que ya bailan puedan ganar experiencia en batallas, porque acá en la zona no tenemos nada de eso y si queremos batallar o llevarlo a un lado más competitivo tenemos que viajar a Capital o a la zona cuando se haga algún torneo" dice Gonzalo.
"Es un poco generar y compartir de la esencia de hip hop o de las danzas urbanas en general y que la gente tenga un lugar donde expresarse, donde ganar experiencia, donde poder compartir, donde poder aprender y donde poder enseñar también, porque más allá de que uno dé clases particulares y privadas, también uno enseña ayudando a otra persona. Así que nada, un poco el objetivo es tratar de generar un espacio sano para que la gente vaya a bailar", explica, y adelanta que entre los muchos proyectos que tienen "también la idea es traer profes de afuera y que den entrenamientos guiados. Por ahí a las personas de acá les cuesta acceder a un viaje y poder ir a tomar clases a otro lado. De a poco hay que ir armando y cómo van a la gente y demás".
"El tema de hoy es entrenar. Ahora pasó el día de la danza -dice sobre el evento que realizaron en la Yumba- y fue una experiencia muy linda, porque juntamos artesanos y un taller de rap, armamos clases de hip hop y clase coreográfica, hubo presentaciones de baile y cantantes en vivo... entonces ahí me da un montón de pautas para poder seguir metiéndole fichas" señala.
"Creo que todas las cosas que vamos haciendo son generadores o disparadores de ideas para que podamos seguir metiéndole. Ya hay cosas programadas que las tengo en mi cabeza".
El proyecto de "Pueblerinos" remarca- "nace de la necesidad de tener un espacio para juntarnos los que bailamos. Ese es el punto de encuentro cada dos semanas y la idea es que crezca lo más que pueda", dice. "Siento que no hay techo en ese tipo de proyectos, porque hoy somos 10 y mañana podemos llenar de gente La Yumba y que la gente baile y que pinte, y que sea una jornada, en vez de tres horas, sea de todo un día", describe. "Sueño un montón, reconoce, pero todo de a poco".
Llevar la danza dentro
"En la Yumba no te puedo decir qué tipo de alumnos se acerca porque en realidad va el que tiene ganas. No es como una clase que ya está marcada que son clases regulares", dice, y agrega que "no es lo mismo ir a la Yumba a entrenar cada fin de semana por medio, que ir a clases regulares martes y jueves, por ejemplo, como doy ahora".
"Igual, el tipo de gente que se acerca es variado. La mayoría son bailarines, pero de todos los estilos, o sea de dancehall, de hip hop o contemporáneo... bailarines variados. Entonces, no es que hay un tipo de alumnado, sino que la gente que va, va a pasar el momento, porque no solamente se trata de un espacio para que la gente vaya a bailar, sino que también es un espacio para que el que le guste ir a ver. Puede ir a ver a la gente bailar y tomarse unos mates, o al que le gusta simplemente la música puede ir a escuchar música mientras vean a las demás personas bailar" explica. "La idea es generar un ambiente que no sea 100% bailarines, pero que el que tenga ganas pueda ir a disfrutarlo".
"Siento que la danza me ha dado muchas alegrías así como también mucha tristeza, porque bailar a veces es frustrante, debido que hay un montón de cosas que no salen", afirma.
"Antes de la pandemia me dedicaba 100% a bailar. Yo daba clases acá en Olavarría, daba toda la semana, y tuve la suerte de dar clases en la escuela de verano de la Unidad Penitenciaria de Sierra Chica. Fue una experiencia espectacular porque conocí bailarines allá adentro que no hubiera visto nunca afuera", dice.
También estuvo dando clases en Chubut, Neuquén, Bolívar, General Alvear, Azul o Tandil.
"Un montón de lugares a dar clases, a compartir lo que sé, lo que voy aprendiendo y lo que fui aprendiendo en su momento", comenta.
"Con la danza estoy más que agradecido", afirma, y confiesa: "Con este nuevo grupo estoy apostando un montón, más allá de que ahora tengo otro trabajo que por ahí me requiere tiempo. Pero la danza la llevo a casa y me pongo a pensar en cosas para el baile", concluye.
Una Navidad distinta
"Cuando era chico en mi casa todos los años para Navidad se escuchaba una música distinta", recuerda Gonzalo. "Para que te des una idea: un año se escuchaba todo tipo de marcha, otro cumbia... Y mi familia también es muy variada con la música. Tengo primos que son todos muy del folklore", dice, y señala que en ese sentido "siempre estuve en contacto con varios ritmos musicales".
"Un año me acuerdo que mi viejo apareció con un CD de Don Omar y empezamos a escuchar reggaetón. Fue una tía quien llegó un año con un DVD que se llamaba 'La fiebre del hip hop'. "Ahí empezamos. Había todo mezclado, reggaetón, dancehall, hip hop, pero no sabía ni siquiera de qué se trataba".
"Veíamos que se tiraban al piso, daban vueltas, bailaban con las gorras, hacían trucos y empezamos a tirar una lona de pileta en el patio de mi casa, con unos cartones abajo para no golpearnos. Ahí intentamos copiar las cosas que hacían en los vídeos con mis hermanos.
"Fue en el 2009 cuando Gonzalo y sus hermanos no se bajaron más del hip hop y del reggaetón. Creo que lo que más me atrapó fue el nivel de expresión en ese momento. Ahora por ahí ya no se ve tanto y las letras son como más fantasiosas. Hablan de drogas, de cosas así, pero en ese momento eran más de dejar un mensaje las letras", explica.
"Entonces creo que me atrapó un poco eso y bueno, después en la conexión con la gente que me tocó conocer gracias a la danza. Gente que hoy en día la veo y somos muy amigos, pero creo que eso me llevó a bailar este estilo".