El reconocido hematólogo habló de su infancia y el amor por lo que hace hasta la Salud Pública, además de los reclamos en el Hospital. Lleva tres décadas dedicado a la medicina, y 25 años de la mano de la hematología, especialidad que ama profundamente.
Por julieta Portillo
Es Viernes Santo en un fin de semana XXL como suelen denominarse a estas jornadas de descanso pegaditas que se convierten en especie de mini vacaciones. Para el Dr. Gustavo Aletti es un día más. Con su ambo, a media mañana atiende a EL POPULAR en su histórico consultorio de Rivadavia al 2600, y durante una hora y media repasa desde su infancia y el amor por su profesión hasta la Salud Pública y los reclamos en el Hospital Municipal.
Lleva tres décadas dedicado a la medicina, y 25 años de la mano de la hematología, especialidad que ama profundamente. Gustavo Aletti es reconocido en la ciudad, pero no solo por su profesionalismo en cuestiones estrictamente médicas sino también por su costado humano. Dice que su esposa, compañera de vida y de trabajo también, tiene muchísimas amistades aunque ésta no sea su ciudad natal; pero pasa por alto que en el pueblo -como dirían los más adultos de la localidad- el afecto de los pacientes que ha atendido en estos años se cuenta por miles. Y no está de más decirlo, esta cronista es uno de ellos.
"No me veo dejando de trabajar. Si bien es cansador, me gustaría trabajar hasta el último día o morirme trabajando. No sé qué haría si no pudiera, no me veo haciendo otra cosa. Nunca me lo había planteado, pero no podría dejar este trabajo porque es mi vida", sentencia casi al final de esta cálida conversación, ya cerca del mediodía y minutos antes de encender su motoneta para recorrer las clínicas y visitar a sus pacientes.
El Dr. Aletti nació hace 55 años en Olavarría. Su primera casa fue en 9 de Julio y Dorrego, pero a sus 5 años ya se mudó para la propiedad céntrica que ocupa hasta la actualidad. "Acá vivían mis tías", cuenta con los ojos iluminados por esas dos personas que "me criaron prácticamente". De su infancia tiene los mejores recuerdos: "mi mamá era maestra y trabajaba todo el día, mi papá ferroviario. Por eso me crié con mis tías, hasta a leer me enseñaron. Estaba todo el día acá con ellas y de noche me iba a mi casa a dormir. Me tenían como a un hijo. Hasta que nos mudamos acá definitivamente".
El parentesco viene por parte de su madre. "Eran tías de ella, solteras las dos. Mi mamá perdió a sus padres siendo muy chica así que mis tías fueron las que la cuidaron. Después ellas fallecieron y me quedé yo viviendo acá", relata este doctor que es único hijo de la familia.
Tres décadas de actividad
De lunes a viernes el despertador suena a las 6 anunciando que es hora de empezar otro día de intenso trabajo. En la agenda del día, las actividades empiezan 7.30 en el consultorio contiguo a su casa. Durante hora y media el Dr. Aletti se encarga de hacer las extracciones de laboratorio. A las 9 entra al Hospital Municipal, lugar en el que estuvo desde su regreso a nuestra ciudad ya como profesional hasta 2010, y al que volvió en 2020 con la pandemia luego de ser convocado en aquel contexto tan especial.
El reloj marcará las 13 que es hora de volver al consultorio para poner manos en estudios y cuestiones pendientes. En la tarde temprano figura la recorrida por las clínicas y de 17 a 20 nuevamente la atención particular. Después, este hematólogo se hará tiempo para hacer domicilios y para volver a ver a pacientes internados, por lo menos aquellos que requieren de mayor urgencia. La intensidad suele disminuir los sábados y domingos.
Desde su experiencia y también por su personalidad que hace que sea tan querido en Olavarría, Gustavo Aletti no concibe un vínculo médico-paciente sin la presencialidad. Y aunque los tiempos del Covid hayan convertido la consulta a distancia en una práctica con cierta habitualidad, "a distancia no se puede hacer medicina o por lo menos hay especialidades que no pueden, una de ellas es la mía. Nosotros requerimos ver al paciente, tomar muestras. A través de una foto no es igual que verlo en vivo y en directo, y uno no presta la misma atención porque la consulta llega en cualquier momento: en el auto, en un supermercado, en la calle. No me parece que la relación medico-paciente pueda ser a través de una pantalla. Y además, hay pacientes que necesitan el apoyo y por más que uno les mande cariños, no es lo mismo que darle una palmada o la mano".
Padre de dos hijas, Victoria (de 20) que estudia también medicina en la Universidad de El Salvador y Paula que se recibió de Ingeniera en Sistemas hace dos meses, comparte su trabajo con su esposa Claudia, una bioquímica que ha hecho una interesante carrera médica cuando todavía era soltera.
"Ella había estado viviendo en España, actualizando técnicas de coagulación y de trombofilia. Tenía un cargo alto en el área de hemostasia y trombosis; en el segundo piso de la academia de medicina", donde se conocieron.
Se casaron en 1998 y la opción era vivir en Resistencia, de donde Claudia es oriunda o venirse a Olavarría. "Yo acá tenía la opción del Hospital porque sabía que necesitaban hematólogos y además ayudó a la decisión las cuestiones de logística porque los cursos y capacitaciones siempre suelen ser en Capital".
Cuando optaron por Olavarría como lugar de residencia, "ella tenía becas en investigación. Está muy bien formada, era médico del staf de la academia, yo era residente. Fue grande la decisión que tuvo que tomar porque estaba muy bien posicionada en la parte de bioquímica".
Pero el proyecto de familia pudo más y aunque relegó el avance en el ámbito de su profesión, es un complemento "indispensable" en el consultorio. "Me ayuda en todo lo que es coagulación y también la parte administrativa. Y lo hace de maravillas, nos complementamos. Ella conoce mucho de los pacientes, más allá de ser bioquímica tiene mucho manejo de las patologías. Me ayuda en todo".
La formación con grandes profesionales
Gustavo Aletti ingresó a la UBA en 1985, justo con el debut del Ciclo Básico Común (CBC). "Fue complejo porque entramos más de 15 mil al CBC y la incertidumbre era mucha, en algunos casos nos daban clases en la calle en Ciudad Universitaria, ver ese volumen de gente es impresionante". Para el segundo año de cursada, el primer de Medicina en realidad, "habíamos quedado 300 o 400 estudiantes. Si bien no éramos tantos, eran más de los que podían entrar en un aula de anatomía por ejemplo".
Egresó en el '91 y volvió a la ciudad para realizar la residencia en Medicina General, algo que -asegura- "me ayudó a tener una visión integral de la profesión".
Pasados tres años, decidió formarse en la especialidad que desarrolla desde hace dos décadas y media. Lo hizo también en Buenos Aires, en la Academia Nacional de Medicina donde funciona el Instituto de Investigación Mariano Castex, un edificio de tres pisos que se dedica a investigación y a la parte asistencial al mismo tiempo. "Siempre me interesó la hematología porque combina la parte médica con laboratorio y microscopía", cuenta.
Y recuerda que allá "teníamos la posibilidad de hacer la residencia, además de todos los estudios complementarios que requiere la especialidad: biología molecular, estudios genéticos, todo. Estaba el laboratorio de la fundación de la hemofilia. Había tres áreas: clínica, oncológica y de coagulación. Entonces es una formación muy integral".
Fueron otros tres años de residencia, dos de los cuales coincidieron con su formación en la Sociedad Argentina de Hematología que hizo en simultáneo. "En la Academia trabajamos con el Hospital Fernández que tenía un servicio de hematología muy limitado, entonces lo hacíamos nosotros y ellos nos daban las camas de internación. Lo mismo con el Hospital Rivadavia".
En julio del '98 el Hospital Municipal lo recibió nuevamente. Allí permaneció hasta 2010 y decidió irse porque "sentía que era demasiado entre consultorio, hospital y clínicas". En 2020 fue convocado nuevamente.
Una especialidad que no abunda
Parece una paradoja que una especialidad tan importante, que aborda áreas sensibles como la oncológica, tenga en Olavarría solo tres hematólogos. Pero es así. Y aún en esta mínima cantidad de médicos que se dedican a esta profesión, en comparación con muchísimas ciudades con características similares a la nuestra, Olavarría parece un oasis.
"Una vez al mes viajo a Bolívar a atender pacientes también, lo hago desde hace más de diez años porque hay muchas ciudades que están descubiertas, tales como Azul, Laprida o la Madrid. No tienen hematólogo entonces todos confluyen en Olavarría. Incluso han llamado intendentes para ver si podía ir a trabajar al hospital de ahí, pero es imposible porque aquí estoy tiempo completo".
El panorama no pareciera modificarse, por lo menos a corto plazo. "Hay poca residencia de hematología y los pocos que se reciben quedan en ciudades grandes o vuelven a su ciudad natal. A Olavarría vienen pacientes de Las Flores o de Cacharí que son localidades grandes. Ni hablar de pueblos más chicos como Chillar o Pehuajó. De acá a Bahía Blanca no hay hematólogos".
Incluso, existe el Grupo Hematológico del Sur que reúne a unos 40 especialistas, desde Olavarría hasta Ushuaia. Hacen dos reuniones anuales y es uno de los más numerosos y mejor organizados de los cuatro que existen en el país si se suman el Grupo de Norte, Noroeste y Cuyo.
"Siempre me gustó la medicina. En la época en que me iba a estudiar se estudiaban las carreras tradicionales como medicina, ingeniería, arquitectura o abogacía. Ninguna me gustaba, y medicina me llamó la atención siempre. Quería entrar en la UBA que era el mejor centro de estudio. No sé cómo es ahora, pero en aquel momento funcionaba muy bien, los jefes de cátedra nos daban clases, había mucha dedicación. Creo que agarré una etapa de tener profesores reconocidos, que escribían libros, eran de mucho prestigio".
En cuanto a la especialidad, "fui a la Academia porque tiene pocos residentes y porque tiene a la mayoría de los formadores en todas las especialidades, además tiene el centro de formación de los especialistas del Conicet más prestigiosos. Me dio mucho esa formación, incluso teníamos formación en hemofilia que es el único centro que forma hematólogos en ese área", cuenta quien hizo guardia en la formación de hemofilia cuando estaba terminando su residencia. Ese esfuerzo le valió convertirse en referente en la zona.
Hoy la realidad expone que la demanda en hematología crece, pero no la cantidad de profesionales. "Estos últimos años hemos visto algunos residentes interesados, pero ésta es una especialidad que muchos no conocen. Generalmente piensan que sos una especie de bioquímico o de laboratorio. Tampoco saben bien qué es lo que hacemos, no saben hasta dónde llega porque a veces a nosotros nos piden estudios de orina o pacientes que vienen para estudios de clínica general y nosotros no hacemos, nosotros hacemos recuentos celulares: glóbulos rojos, blancos y coagulación. El resto se hace por laboratorio de análisis clínico. Lo nuestro es más asistencial, complementado con el área de laboratorio y microscopía". Precisamente por eso, repite, "no dejaría nunca este trabajo que sin dudas es parte de mi vida".
Salud Pública: un Hospital modelo, pero con mucho por mejorar
"En cuando a lo sanitario Olavarría está bien posicionada", analiza el Dr. Gustavo Aletti desde su vasta experiencia también en el ámbito de la salud pública.
Sin embargo, no pasa por alto que hay muchas cosas por mejorar y que el tema salarial o las condiciones de trabajo es indispensable si se toma en cuenta la cálidas humana y profesional de quienes se desempeñan en el Hospital Municipal.
"Estamos muy bien en cuanto a lo sanitario, pero no sucede lo mismo a nivel sueldos. De hecho, estamos en condiciones inferiores a los médicos de Hospitales de las localidades de la zona", plantea.
En el interior bonaerense hay muchas ciudades que no tienen especialistas o una asistencia hospitalaria de calidad. "En nuestro Hospital tenemos un capital humano muy superior al resto, siempre estuvimos varios pasos adelante del resto de la Provincia. Acá el Hospital siempre fue caballito de batalla y la formación de médicos también ha sido siempre buena. Creo que estamos bien en ese sentido".
Lo mismo sucede con las clínicas. "La mayoría en otros lugares ha ido cerrando o es de muy baja complejidad. Así que en líneas generales estamos avanzados, pero hay mucho para mejorar. Comparando con salarios de nivel estatal de otros colegas siempre estuvimos más abajo nosotros, no se por qué, pero es así".
En este contexto, resume que "puede haber quejas, pero en general son más los agradecimientos de la gente. La urgencia, la alta complejidad todo se hace en el Hospital y tiene mucho futuro. No falta recurso humano, falta organizarlo un poco tal vez. La carrera hospitalaria que tanto se reclama también es indispensable. Ojalá se cumpla lo que se reclama porque hubo cosas que se prometieron y no se cumplieron".
Desde su óptica, la principal falencia está en la distribución de los recursos. "Hay muchos recursos en un área y pocos en otras por ejemplo. O hay áreas en las que estamos en lugares pequeños, que no son los adecuados para la atención, y sin calefacción o con falencias edilicias. Habría que redireccionar recursos".
En una semana donde el Hospital Municipal volvió a ser noticia por la medida de fuerza de trabajadores municipales y a poco más de un año de aquel histórico abrazo simbólico en relamo de mejoras, el Dr. Aletti expone que ese mismo reclamo sigue aún vigente: hay enfermeros o camilleros que están con sueldos muy básicos, los escalafones no se respetan, y unas 60 personas esperan todavía sus nombramiento. "Creo que es bastante justo lo que se pide. No se está pidiendo nada que no sea justo y se sabe que es posible hacerlo. Entonces, en líneas generales vamos por buen camino. Pero faltan ciertos ajustes que tendrían que estar resueltos, una lástima".