Cristina se contradice y crea un eje electoral. La Mesa seccional tuvo algunos ausencias importantes. Capuano y Rossi, la nueva alianza. La Vicepresidenta busca un operativo clamor y un renunciamiento a lo Eva Perón. La Cámpora la quiere revivir como candidata por su propia subsistencia. Rebelión en Todos. Juntos por el Cambio, entre halcones y palomas. El radicalismo se potencia con Lousteau y su triunfo pampeano. La pobreza y la inflación que no cesa.
Cacho Fernández
Hay muchos enigmas en la vida como el de la cuadratura del círculo, el quinto postulado de Euclides, la existencia de Dios y también, por ejemplo, comprender la lógica de Cristina Kirchner. Efectivamente, un par de días después de escuchar su condena, la Vicepresidenta anunció su absoluta negativa a presentarse como candidata por cualquier cargo y lo hizo con una inefable vehemencia e intensidad y con voluntad indeclinable. Por ello es inentendible que se hable ahora de proscripción, primero porque la Vice no fue inhabilitada para postularse sino que se autoproscribió dejando sin poder al camporismo y a su mismo hijo quienes sin ella pierden inevitablemente el peso necesario para gravitar en la interna. Esto explica el afán de Máximo, De Pedro y Larroque de participar de la Mesa de Alberto.
¿Es que nadie se le anima internamente a refutarle su queja? Están los archivos para hacerlo o una mera consulta a la Justicia Electoral bastaría para develar ese misterio. Entonces, ¿por qué se la deja insistir en su error y arrastrar a su gente a potenciarlo al extremo de transformarla en un slogan de campaña?.
Ayer, antes de la mesa política del espacio que conduce, manifestó una vez más algo que ya es consigna electoral: que estaba proscripta electoralmente, preparando un operativo clamor dentro de la épica obsesiva que suele alimentar con cada uno de sus actos.
Cristina ama la epopeya y daría su vida por ser una nueva Juana Azurduy o Eva Perón, pero también la seduce el poder , lo que hace inconsistente y contradictoria la conducta de esta presunta heroína del siglo XXI.
Por si todavía cabe alguna duda, diremos que la Vice no está proscripta ni por la Justicia, ni por la AFA, ni por el VAR ni por ningún organismo con poder. Solo quiere que la reclamen como el pueblo se lo pidió alguna vez a Eva Perón para luego producir un renunciamiento similar y quedar en la historia, no como condenada por corrupción sino por un eventual renunciamiento. Bastaría consultarlo con la Justicia Electoral para develar esto, pero nadie lo hace pese a que es el camino más corto y sencillo.
Ahora, luego de hartarse de obedecer, Alberto Fernández convocó a una mesa política para declararle la guerra a su jefa pero ésta, lejos de resignarse, le envió una pila de colados que le van a condicionar sus pretensiones reeleccionistas.
Si hasta Máximo concurrirá y el asado preparado por el Presidente no se sabe si alcanzará para tantos comensales. Lo que era en un principio una búsqueda de aliados suyos o generar una especie de albertismo, Cristina y su cristinismo se lo transformó en una convocatoria tan confusa como los misterios científicos y metafísicos presentados.
De ser el máximo anfitrión, el Presidente se transformó en un concurrente más y sin poder alguno. Casi el servidor de la cena o un mero dueño de csasa. La confusión prevalecerá y Sergio Massa será nuevamente quien, postulándose como el candidato de la unidad, la figura de la estabilidad política del Frente de Todos. Entonces, la candidatura presidencial estará entre Massa o Cristina pero nadie más.
Massa juega una vez más a ello y posiblemente gane nuevamente esa batalla como cuando se hizo nombrar ministro de economía o de la prestidigitación financiera cuando el país se debatía al borde del abismo.
Es posible que Cristina y sus seguidores continúen reclamando que se la deje de proscribir (¿?) pero solo como una consigna opositora contra Alberto a quien el oráculo político ya le marcó su destino como el de Deslfos lo hizo con el padre de Edipo.
Estilos y métodos
Mientras tanto, Rodríguez Larreta, -quien se lanzaría la semana que viene como candidato-, para demostrarle al electorado un nuevo estilo esbozó algunos gestos de dureza contra los vecinos de Villa Lugano, víctimas de la incapacidad e irresponsabilidad del concesionario de energía eléctrica que los tiene sin luz desde hace una semana. La policía de la Ciudad cargó contra usuarios que solo querían hacer valer sus derechos y canalizar de algún modo el hartazgo de aguantar siete días sin servicios.
El Jefe de la Ciudad solo quiso adelantar un estilo que a su juicio estaría reclamando la gente de despejar la calle y con ello ganar algunos votos, pero eligió muy mal a sus víctimas y el método.
En tanto, y ain quererlo, quizás, Alberto Fernández instaló con la Mesa Política la metodología con la cual el kirchnerismo eludiría una vez más las Paso, y en cada ciudad o Sección Electoral se armará una especie de cabildo abierto para que, las corporaciones políticas y sindicales conformen una vez más el esquema o el formato de las listas electorales. Y por sobre todo, llegar unidos a las elecciones algo que hasta ayer parecía improbable.
Germán Aramburu, de Olavarría al Frente (¿albertismo?), si bien no rechaza ni los acuerdos ni las listas de unidad, pero prefiere unas Paso para elegir a los candidatos.
Peronismo atrapado
Pocos se animan a negar hoy que el peronismo local fue fagocitado por La Cámpora que hoy es el peronismo en sí, con el partido y todo lo institucional y el folclore que lo rodea. No se vislumbra otra faceta que represente aquella identidad que antes fue devorada por el eseverrismo, mezcla de radicalismo y peronismo más las otras fases de esa corriente política que supo contener hasta las contradicciones. Hoy, el camporismo pretende preservar el liderazgo de Cristina para seguir vivos y por ello enarbola la consigna de la proscripción y la impuso a nivel nacional pese a que fue ella misma quien se autoproscribió.
El modelo político no parecía importar y hoy mismo tampoco importa. Como decía Discépolo, en esta especie de cambalache da lo mismo el que labura como un buey que el que vive de los otros o está fuera de la ley. Y que daría lo mismo un modelo capitalista con justicia y con movilidad social como el Estado de Bienestar -o el mismo peronismo ortodoxo- que una sociedad de iguales, nivelada hacia abajo y todos pobres. Según la Unicef, dos de cada tres niños argentinos viven en condiciones de pobreza.
Terciando entre ambos sistemas, un liberalismo de autorregulación decimonónico que ya demostró históricamente sus fracasos pero en el país podría quedarse con varios de los votantes descontentos que siempre votaron a Cambiemos.
Juntos y su pulseada
Juntos por el Cambio no debería subestimar al kirchnerismo porque todavía no está todo dicho pese a que el Gobierno cuenta con un 70 por ciento de rechazo y no parece remontar rápidamente esa posición tan adversa atenuada únicamente por la crisis interna que hoy tiene Juntos por el Cambio, un cierto desinfle de los libertarios pero con el poder de quedarse con votantes descontentos con Cambiemos que se preocupa mucho más en su interna que en convencer a la gente de una alternativa frente al claro fracaso del Gobierno que solo se resigna a los planes "durar y aguantar" y el "platita" que acelerará profundamente la inflación, ese cáncer que devora los magros ingresos de la gente.
Ese es el verdadero problema político de la Argentina y no las internas irreductibles de los principales espacios políticos, porque al fin de cuentas la política se nutre de ellas para dirimir poder interno.
En el FDT, la Cámpora ya debió enfrentar ciertas rebeliones con poder de fuego limitado que luego sofocó y acabó imponiendo su propio criterio, y Juntos por el Cambio lo hizo en 2015 con una interna y en los comicios siguientes con un acuerdo. Esta vez, y con una Evolución fortalecida por su reciente triunfo en La Pampa intentará pesar en la disputa local y provincial para proyectarlo a Martín Lousteau a la Nación liberándolo de los muros que se le quiere levantar para dejarlo limitado solo a Capital.