Entrevista exclusiva a Andy Cherniavsky: "la fotógrafa del rock nacional" está en Olavarría

"No me acordaría de nada de los '80 si no fuera por mis fotos", dijo la autora de las imágenes más icónicas de una movida que cambió la historia musical de este país. Expondrá en Olavarría sus geniales creaciones en el Centro Cultural San José. 

Daniel Lovano / [email protected]

La pregunta iba a surgir en algún momento, pero ella se adelantó y se encargó de disipar las dudas en medio de la charla, bajo la generosa sombra de los árboles en el patio del Centro Cultural San José.

"No tengo dudas, las mejores imágenes están en mis fotos, que son mis memorias. Si no, no tendría la más remota idea de dónde fue cada cosa", confesó Andy Cherniavsky.

"Está todo escrito día a día, hora a hora y cuando busco algo voy a esas carpetas número 5, y siguen ahí con sus ojalillos y todo como fue" aportó la creadora de los relatos gráficos más icónicos de la historia del rock nacional.

En sus tomas hace foco, conceptualmente, en su interior: "Cuando me pongo detrás de la cámara se enciende algo en mí. Me gusta mirar; hoy mi ojo ya es una cámara que está sacando fotos constantemente, como que casi ni necesitara la cámara para ver la foto".

"Una cosa es sacar fotos en vivo, lo que yo llamo 'cazar'. Y lo difícil de los años 80 era que no había luz. Otra cosa es generar detrás de una idea, donde la inspiración puede ser el nombre de un disco o de una canción, o tratar de entender qué carajo quiere transmitir Charly García" aclamó.

Recién llegada desde Colombia, adonde viajó para disertar en una universidad de aquel país, la que es considerada de modo unánime y con justicia "La fotógrafa del rock nacional" expondrá este fin de semana sus obras en las salas del añoso y bello edificio frente al arroyo Tapalqué.

Si se trata de un rótulo reduccionista de su carrera, o a medida, para una profesional que además ha incursionado en la moda, la fotografía publicitaria, en la TV y el cine entre tantos desafíos profesionales, ella misma se encargó de aclararlo. 

"Me quedó ese mote, que me da mucho orgullo, y por otro lado digo bueno… hice publicidad, hice moda, hice belleza, hice televisión, hice videos, escribí un libro, fui directora de comerciales, estoy a punto de estrenar un documental sobre mi vida. Pero sí, me da mucho cariño este mote, porque por algo será" narró Andy. 

"Por otro lado siento que todo es dinámico, que algunas personas me conocen por una cosa, algunas por otras, pero al fin es mi trabajo el que tiene que hablar por sí mismo" sostuvo esta porteña que puede considerarse una sobreviviente. 

Atravesó una infancia marcada por el desamparo, el abandono de sus padres, la muerte de su hermano adolescente, fue testigo de la experimentación de su madre (la psicóloga Martha Berlin) con el LSD y el nudismo, los excesos de la década del '80, la violencia a la salida de los recitales, el trágico recital de The Cure en Ferro en 1987. 

También tuvo una larga convivencia de amigos con "Charly" García y diez años de romance con Andrés Calamaro. 

Nada de su afinidad con la música y con el rock es casual, sino casi un mandato familiar. 

"Fue mi viejo quien me metió sin querer, y sin saberlo ninguno de los dos, en este mundo, porque él era productor musical y yo era una nena que iba de su mano a BA Rock, a ver a Pappo, a Manal, a Almendra, Arco Iris. Yo sentía una admiración enorme por ellos de niña, y todo eso lo veía como luces de colores de la mano de mi viejo, que era un gran emprendedor, un gran productor y un visionario" recordó. 

"El apoyaba este movimiento, que venía a romper con las estructuras. Un poco del under, porque estaba prohibido, y otro poco no porque eran re grossos y mi viejo los ponía bien arriba en su teatro. Miguel Abuelo, Moris, Manal; incluso gente de otro palo como Mercedes Sosa y Les Luthiers, músicos chilenos, los Jara" marcó. 

"Hacía cosas muy importantes, lo que pasa es que todo eso en la dictadura estaba recontra prohibido, pero a mí me entró en el cuerpo, en la cabeza, en mi vida, aunque en ese momento no pensaba que iba a tener tal relación" reconoció. 

Sentarse frente a Andy, grabador de por medio, es sentir que sólo basta preguntar para que los recuerdos, las imágenes, las anécdotas y las confesiones fluyan naturalmente. 

En su adolescencia aspiraba a ser psicóloga, hasta que una amiga la invitó a tomar un curso de fotografía.  

"Le dije 'no, hummm, qué fiaca' y ahí empecé a trabajar como fotógrafa. Obvio que yo terminé siendo fotógrafa y ella no" dijo, acompañada con una sonrisa. 

"Siento -reportó- que cada foto es como una nueva puntada de una especie de tapiz gigante que se va a armando y que dice un poco cómo soy yo y como hago las cosas". 

Con la cámara delante de su cara y descubriendo un mundo en cada click frente a todos esos próceres del rock nacional, que además eran sus ídolos de la niñez, fue haciendo camino al andar. Prueba y error fue su receta. 

"Me súper profesionalicé desde aquel momento que yo era una nena que iba con mi cámara y no tenía ni idea de si lo que estaba haciendo estaba mal, porque nunca había estudiado más que ese curso de 3 meses y no tenía nadie a quien preguntarle" se sinceró. 

"Me tiraba el piletazo de irme de gira, de seguirlos, de subirme a un micro, de hacer las fotos. Hacía la tapa de León Gieco; me pedían Peperina, hacía Peperina y en ese momento no me daba cuenta" admitió. 

"Todos estábamos haciendo algo que, aparte de que estaba proscripto, lo hacíamos por amor al arte, no por guita. Creo que por eso pegó tanto, porque está hecho no desde la industria, sino desde creer profundamente en algo" reveló Andy. 

Esa adolescente que estaba con su cámara fotográfica al borde de los grandes escenarios del rock nacional, un día comprobó la crueldad de la soledad y el recordarlo cambió por primera vez en la conversación el tono de su voz.  

"No me quedé; no me llevaron que es distinto. Fue muy difícil" aclaró Andy, y añadió: "En el año '76 le pusieron una bomba en la oficina a mi papá y se fueron. Mis viejos todavía siguen viviendo en Brasil; nunca volvieron y eso me sigue pegando feo".  

"Es una gran cicatriz haberme quedado sola siendo tan chica, pero quizás me llevó a buscar este movimiento que era como mi familia. Esta gente me apuntalaba, era mi contención, mi espacio cultural e intelectual, aunque siempre digo que si mi hija hace la mitad de las cosas que yo hice la mato" bromeó. 

Ahí fue donde conectó aquel momento del rock con un espíritu casi tanguero: "Todos en el rock estábamos poco contenidos. Esa cosa que tiene de tanta poesía, tanto sufrimiento por amor, por abandono. Hay muchas letras que tienen que ver con esto; éramos como una especie de almas en pena".  

Con Malvinas, afirmó Andy, se cayó la pared que se interponía entre el rock nacional y la legalidad.

"Nosotros veníamos de los '70, de sus letras muy intelectuales y protesta. De pronto arrancan los '80 todo para arriba, con Virus, Charly, Los Twist, Sumo, Serú Girán, Los Abuelos de la Nada, que ponían un pie en la tristeza y el otro en la alegría. Eso fue hermoso" resaltó. 

De tener que concentrarse en sólo uno de ellos, Andy no tuvo dudas: "Todos, todas y Charly. Es el Maradona del Rock, es el que dijo 'la música empieza acá, se hace así, se puede decir esto y aquello'. Es el maestro de todos que no va a morir nunca. Todos se inspiraron en él". 

"Charly es el que sabía lo que quería, cómo lo quería y sus canciones están más actuales que nunca. Para mí es un musicazo, un ídolo, un loco. Para mí es todo, más allá de que escucho todo, me gusta todo y escucho lo nuevo". 

"Fue la década Charly, Soda Stereo, Andrés Calamaro y Fito, y las chicas Hilda Lizarazu, Celeste Carballo, Fabiana Cantilo, Patricia Sosa y la madre abrazando a todos ellos, que fue Mercedes Sosa" subrayó.  

Alguna vez Andy dijo que esa época fue de fiestas, giras, risas, fotos, música, mucha diversión, pero también muchos peligros.

"Yo de repente me subía a un micro con Sumo, Suéter, Los Twist, Serún Girán, nadie sabía dónde estaba y mis viejos vivían en Brasil. Era una época de mucha inseguridad y de mucha violencia dentro del rock y no fue fácil" aceptó. 

"De todas maneras, digo que los '80 fueron como una gran noche eterna y está el dicho de que el que se acuerda algo de los '80 es porque no los vivió. Yo no me acordaría de nada si no fuera por mis fotos, que son mi memoria, mi archivo, mi día a día, escrito que tal día fui a este show, tal día pasó aquello y me reafirma que fue verdad, que yo hice todo esto" reflexionó. 

Llegó un momento, con el final de esa década mágica, que Andy Cherniavsky decidió pegar el salto a otros mundos de la fotografía y se sumergió en al universo de la moda. 

"También pasaba que el rock era un ámbito donde aún no existía la industria, no había guita, y no lo digo porque yo quería ganar guita, sino quería tener más producción, tener vestuario, maquillaje, locaciones. Salir de esa cosa del músico en un retrato en un long play; necesitaba otros desafíos y coincidía con el final de los '80, con el comienzo de la violencia" planteó.   

"Sentí que 'ya está', ya había tachado la doble, por más que por supuesto sigo haciendo fotos, pero desde otro lugar, con más producción ahora que se puede" destacó. 

Relatos de anécdotas de esos '80 no fue posible, porque implicaría un suplemento dedicado al tema. 

Simplemente recuperó de su memoria, sin ayuda de fotos esta vez, el día que le fue a pedir trabajo a Daniel Grinbank y el ex dirigente de Independiente le consultó si se animaba a hacerles unas fotos a unos chicos de La Plata. 

Y se aparecieron delante de su cámara los Virus; o ir a Córdoba en un vagón de tren con todos los Sumo y Luca Prodan bailando durante todo el viaje; o la vez que fotografió a Charly pintado de plateado. 

Se iba acercando el final de la entrevista con Andy Cherniavsky, y generando una cierta impotencia por un montón de cosas que se quedaban fuera de registro, pero el consuelo llegó de su parte: "Te puedo decir que todo el mundo me dice lo mismo, pero porque mi vida es como que fueran mil vidas, no una".

Messi en calzoncillos 

En pleno brote de Gripe A, en invierno de 2009, mientras descansaba después de una temporada consagratoria con el Barcelona, y de haber levantado la Champions League en el Estadio Olímpico de Roma con un gol y una actuación consagratoria frente al Manchester United, Andy Cherniavsky debió viajar hacia Rosario para hacerle unas fotos a un tal Leo Messi para una campaña de calzoncillos. 

"Tenía que hacer una campaña de ropa interior masculina y Messi era el modelo, pero había que viajar porque se creía que iba a haber una mega pandemia con la Gripe A y no lo querían sacar de su ciudad, así que tuvimos que hacer las fotos en el lobby de un hotel" contó. 

"Era un nene tremendamente tímido en esa época y me encontré con un pibe encantador. Traté de dirigirlo con todo el respeto que uno sentía, porque ya era Messi, y fue hermoso" valoró. 

La ocasión ameritaba para que la fotógrafa pidiera cruzarse, casi como una excepción, del otro lado de la cámara. 

"Se lo dije a él. 'Perdón, paremos todo. Vos me vas a entender y lo abracé' y le dije a mi asistente 'sacame una foto'. Estoy muy honrada de tener esa foto" agradeció la artista.

Que ese día entendió que ella tenía que posar al lado del mejor artista con la pelota que haya visto este planeta.

Una muestra para los olavarrienses 

La exposición de Andy empezará abriendo con un maping en el frente del Centro Cultural el sábado a las 20. "Va a ser alucinante y vamos a entrar todos juntos y todas juntas" prometió. 

"Va a haber un recorrido que tiene que ver con el rock; habrá una sala Charly García, una salida Charly García, va a estar mi libro en venta para quienes quieran comprarlo a un precio especial -y que yo se lo firme-, van a haber regalitos, DJ, food trucks" reveló. 

"Vamos a disfrutar de este lugar increíble, que es el Centro Cultural San José, y todo hecho con mucho cariño, mucho amor y mucho respeto" garantizó.  

Andy regresará a Olavarría el 19 de noviembre para hacer un recital de fotos con Dany Giménez.

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