Religiones y desarrollo económico. El Estado nacional, ministerios, dependencias, sueldos y ñoquis. El Municipio invierte en salud mientras el sistema sanitario privado naufraga. Camporistas en internas, preferencias. El peronismo no K busca organizarse pero no encuentra el canal. La desconfianza de Cristina y el elogio de Cavallo.
En su afán de distanciarse de Alberto Fernández y del gobierno argentino (no vaya a ser que el brasilero piense que lo quiere imitar) Lula destacó el lugar que ocupó la Argentina durante el siglo XX y cuestionó la situación económica que atraviesa el país: "La Argentina fue una vez un país poderoso, fue una vez la quinta economía del mundo. ¿Qué es este empobrecimiento?".
Nadie quiere quedar pegado al Gobierno, ni siquiera los extranjeros latinoamericanos que zafaron de causas por corrupción. Pero el problema es otro y tiene que ver con la tremenda crisis económica que atraviesa el país. ¿Qué pasó?, Según el economista Juan Calos Sánchez Arnau, la causa fueron las malas políticas, "el coraje político y la incapacidad técnica que faltaron", pero también un rasgo cultural que ha arraigado en la mayoría del pueblo argentino.
Ese famoso rasgo cultural contrario a la vocación por el esfuerzo, entonces, tiene sus orígenes en cuestiones económicas y políticas, pero será muy difícil erradicarlo o modificarlo.
Detrás hay mucha historia. Por un lado, es posible que la Argentina, como un país formado dentro de una ética católica, lleve consigo esa mentalidad resignada y propensa al paternalismo y a la espera de una salvación mágica y no individual en base al esfuerzo.
En su tesis doctoral "La ética protestante y el espíritu del capitalismo", el sociólogo Max Weber observó que el norte europeo estaba mucho más desarrollado que el sur y que la gente era mucho más emprendedora. Y buscó la variable causal de este fenómeno. Pensó que detrás de ello había una ética (hábitos, valores) religiosos que diferían entre los que habían existido en los países católicos y aquellos en donde había pasado el calvinismo.
Efectivamente, atribuyó a la influencia de esta corriente religiosa en la cultura del norte europeo, concluyendo en que todo ese desarrollo económico la había generado una ética capitalista y ascética que no excluía la riqueza. Juan Calvino enseñaba que estaba permitido acumular riquezas pero no gozarla, sino reinvertirla para dar trabajo y contribuir de ese modo al plan divino y a la "gloria de Dios" como decía el líder religioso.
El argentino, entonces, parece ser una víctima de esa cultura "pobrista" como lo define Miguel A. Pichetto, resignada y esperanzada en una salvación mágica y proporcionada por un Estado benefactor. De todos modos (y esto también hay que decirlo) el capitalismo liberal a la Argentina también busca un Estado prebendario, mucho más que la lógica de mercado. Procura el negocio fácil y los privilegios, pero los populismos contribuyeron a propagar esa mentalidad tan poco emprendedora en la mayoría de los habitantes.
Los gobiernos de esa tendencia político-ideológica se preocuparon mucho más por mantener el poder que por desarrollar el país y mejorar la vida de la gente. Y el argentino medio fue formado por esas políticas que, como dicen los liberales, llevaron al país al retroceso constante y a la miseria que hoy sacude la realidad de muchos sectores populares. La paradoja es que en nombre del denominado "pueblo" se terminaron llevando a cabo políticas que lo terminaron condenando al fracaso y a la postergación. En tanto, la gente sigue reaccionando en consonancia del modelo conceptual vigente: mendigando ayuda a ese poder patriarcal en vez de exigirle empleo y una mejor educación que los saque del fracaso inevitable. A las monarquías medievales se le pedían cosas parecidas.
En general, Max Weber había tenido razón una vez más: el emprendedurismo individual había sido desplazado por una ética basada en la resignación, en la ayuda mágica del Estado, en una exaltación absurda y medieval de la pobreza y en la exclusión de la riqueza como un estado que impedía la salvación de las almas. "Es más facil que un camello pase por el ojo de una cerradura que un rico alcance el reino de los cielos", sigue destacando esa corriente religiosa. (Una vez le cuestioné este precepto ante un obispo de la Diócesis pero no supo defenderlo). La metáfora sigue imponiéndose y condenando a la postergación a la mayoría de los argentinos y latinoamericanos, mientras que los pocos que manejan el poder y distribuyen ese mensaje (que no creen) sí pueden penetrar en el Reino, si no del Cielo, al menos en el de la buena vida con soluciones de todo tipo en este tránsito por una vida tan efímera y tan desigual.
Entonces, si Weber viviera podría ver en la Argentina la confirmación de su brillante tesis doctoral, esta que explica claramente nuestra larga historia de pobrezas, atrasos y corrupción sustentadas en cínicas políticas supuestamente populares. Y es lo mismo que refleja la famosa frase de Lula Da Silva, el candidato brasileño.
Grande y bobo
Lejos de implementar una nueva "Economía social de mercado" aquel plan aplicado por Ludwing Erhard y que devino en el denominado milagro alemán, en Argentina se optó por sucesivos "planes platita" en la que el dinero se repartía para luego ir definitivamente, por circuito propio de toda economía, a las manos de los poderosos y a incrementar su rentabilidad y en consecuencia, la desigualdad social. Mientras tanto, los beneficiarios de dichos planes se quedaban sin platita rápidamente y había que reconstruir nuevamente otro para sostener el poder. Ese fue el objetivo principal sustentado en el clientelismo y en la dádiva permanente.
En tanto, Argentina exhibe una realidad absurda caracterizada por una Vicepresidenta que cobra más de 4 millones de pesos mensuales (100 veces más que un jubilado), embajadores que perciben entre 17 y 21 mil dólares mensuales, 21 ministerios (más de la mitad podrían ser innecesarios), y como enumeró el economista Sánchez Arnau, "111 secretarías de Estado, 203 subsecretarías, 3480 direcciones nacionales, y todo ello disminado en un desorden total".
También advirtió que existen "480 mil empleados de los cuales un 26 por ciento son contratados y ñoquis", conceptualizando que el empleo público es una manera de disimular la pobreza pero también aumentarla".
Alertó que el FMI va a exigir duramente al Gobierno en marzo del año próximo si no se hacen los deberes, con lo cual "podemos quedarnos sin los 4.000 millones de dólares que prometieron".
El mismo economista aseguró que "el plan de Massa es ajustador", el tigrense padecería la desconfianza de Cristina y recibiría por ello el elogio de Cavallo. "Estaría tomando el único camino posible", dijo.
La amiga argentina
Con este panorama tan crítico de falta de trabajo, crisis sin precedentes en el sistema de salud, y una inflación que se lleva puesto los sueldos, los sindicatos centralizan toda la atención. El poder político perdió toda la iniciativa que hoy la puede tener cualquier sector. El país sobrevive inmerso en una anomia increíble.
Un sociólogo imaginaba situaciones similares a partir de la fragmentación de las sociedades. Pero en Argentina, este "estado de desorganización y disgregación social, de individuos aislados sin proyectos ni contención como consecuencia de la ausencia o falta o la incoherencia de las normas sociales", imaginado por Emile Durkheim, llegó a un punto inimaginable.
No podía ser de otra manera ante la carencia de proyectos políticos que les confiera un sentido a la vida de los argentinos. El pragmatismo vacío, sin metas y la rigidez de un pragmatismo ideologista por el otro, lo único que podía generar es confusión, dualidad y pérdida de identidad.
Argentina vivió épocas similares a ésta en la dificil coyuntura de 1974/75, la etapa posterior a la muerte de Perón, de 2002/03 por la crisis que todo el mundo conoce, y este presente que nos sumerge en la confusión, la inacción y el desencuentro. Pero los argentinos hemos visitado la anomia en muchas oportunidades y nos hemos tenido que reinventar permanentemente palpitando el retorno de otra coyuntura similar. La anomia ha sido nuestra indeseable amiga de siempre y cada tanto nos toca timbre.
Peronismo surtido
Mientras La Cámpora presenta una interna local entre Maxi Wesner y Federico Aguilera pues el diputado Valicenti los habilitó a los dos, otros sectores peronistas trabajan por un desembarco de la figura de Juan Schiaretti en lo local a través fundamentalmente del impulso que le quiere dar Gastón Seambelar, un médico peronista pero lejísimo del kirchnerismo y sin querer tener nada que ver con esta identidad.
De todas maneras, a Schiaretti lo guía mucho más un interés cordobesista que nacional. Ya probó alguna vez insertarse en un proyecto nacional con Florencio Randazzo, Sergio Massa, Miguel A. Pichetto y Roberto Lavagna, entre otros, pero abandonó esa idea para refugiarse en su provincia. No se animó a tener que lidiar por un proyecto nacional, algo similar a lo que le ocurrió a Urquiza contra Mitre y que explica claramente su abandono incomprensible de la batalla de Pavón cuando la tenía absolutamente ganada.
Fue el miedo a Buenos Aires lo que lo impulsó a refugiarse otra vez en Entre Ríos y en el poder seguro que allí tenía, pero se olvidó que poder que no crece, decrece.
A Schiaretti le habría ocurrido lo mismo y no parece factible que el cordobés se anime a una aventura nacional. Pero Seambelar y otros peronistas no descartan una corriente schiarettista en Olavarría y parecen ir por ese objetivo.
Una medición interna del camporismo da un empate total entre Wesner y Aguilera, y el primero cuenta además con una ventaja nada despreciable, esto es, que Mercedes Landívar, y por cuestiones varias, lo prefiere de candidato al titular de la Ansés.
En tanto, Cristina ya está desconfiando de Massa y estaría muy molesta con el tigrense porque le estaría haciendo "el trabajo sucio", del ajuste al futuro gobierno al que ya suponen será de Cambiemos.
Se estaría acabando el famoso "abrazo de gol" entre ambos como suele frasear Massa, quien fue elogiado por Domingo Cavallo.
Son también destinatarios de esa desconfianza cristinista Juanchi Zabaleta y Gabriel Katopodis porque los ven trabajando para un futuro gobierno de Massa en 2027. La única esperanza del kirchnerismo es la de engancharse en un eventual triunfo de Lula y un financiamiento brasilero del gasoducto que tanto necesitan ambos países. El gas, entonces, sería el combustible para una campaña K el año que viene.
Gobernar es curar
Justo en un momento en el que el sistema de salud nacional hace agua por todos lados, el gobierno municipal comprendió que no existe otra salida que mejorar constantemente el servicio sanitario local. Fue Helios Eseverri quien lucidamente lo tomó como eje de gestión y de campaña y de allí en más sus sucesores continuaron con esa política que aseguraba un triunfo electoral. Salvo errores errores groseros, quien gobernara la ciudad con la vista puesta en el Centro Público de Salud, tenía asegurada su elección.
Atento a ello, el intendente Ezequiel Galli, inauguró este lunes el nuevo Pabellón de Internación y Gastroenterología del citado centro de salud y lo hizo junto con el diputado nacional, Diego Santilli, profundizando aún más la provincialización de la política local, algo que aplaudió la semana pasada el secretario de Gobierno porque lo interpreta como un crecimiento de su partido político en el distrito.
Abonando esa estrategia, ayer estuvo también en Olavarría su contendiente en la interna del PRO, Cristian Ritondo, quien vino a inaugurar el local partidario de Dalton Jáuregui.
El gobierno municipal destacó la ampliación del Hospital como "una de las obras más significativas y ambiciosas de los últimos 30 años, en materia de inversión en infraestructura sanitaria, para absorber la demanda a nivel local y regional, teniendo en cuenta que el Hospital Municipal funciona como un centro asistencial de alta complejidad, es modelo en la región y es el principal efector de salud".
En realidad, en un momento crítico para el sistema sanitario, Olavarría apuesta a ir mejorando las prestaciones desde su efector más importante, el que cubre cada vez más las falencias de un sistema que ya no puede retroceder más. Lejos quedó aquel sistema solidario creado allá por la década del cuarenta a través del empleo producido por una economía basada en la sustitución de importaciones, las obras sociales sindicales que surgieron de ello pero que lamentablemente hoy naufragan cada vez más a causa de la reducción del número de aportantes a causa del desempleo y la falta de políticas que generen puestos de trabajo. Pero también por desmanejos y el impacto de una inflación que se llevó puesta la capacidad financiera de tales obras sociales para abonar prestaciones médicas en constante aumento. El sistema fue languideciendo y entró hoy en una crisis terminal, tanto las sindicales como también las estatales como el IOMA y el PAMI, que tienen mucho más personal que beneficios y fueron y son depredadas por los gobiernos de turno. En ese marco, el Hospital Municipal "Héctor Cura" es y fue la referencia y el salvavidas de la salud de los olavarrienses. Por ello, cada inversión en él, desde Helios Eseverri hasta la actualidad, es un aporte directo a la vida de los vecinos. Es necesario entonces re-pensar el sistema en todos los órdenes y mientras tanto invertir en el aparato de la salud pública como lo representa esta inversión.
Hoy, y desde hace tiempo, en Olavarría es cuidar y mejorar el Hospital. En síntesis, en Olavarría y por qué no en todo el país, gobernar es curar.