Mara Gutiérrez (38), la organizadora del TPC, uno de los eventos de coleccionismo más importantes del país que se realiza una vez al mes para todo público y al que asisten cientos de personas para encontrar sus juguetes más preciados, señaló a Télam que existen coleccionistas que juegan con sus juguetes pero ella prefiere mantener las figuras en blister "por la estética, me gusta que esté con su caja, prolijo".
"Hay juguetes que nunca fueron jugados porque quedaron en su blister sin abrir por su dueño original, y a nosotros ese juguete nos produce entusiasmo, porque está impecable, tiene más valor y es más interesante, aunque también los 'juguetes jugados' son lindos porque te preguntás ¿por donde habrá pasado?", explicó Emiliano al respecto.
Mara vive en Lanús y tiene una colección de 3500 figuras de Mi pequeño Pony de los '80, fabricadas en distintos países que exhibe en vitrinas en su casa. También coincide con Emiliano en que "coleccionar es congelar un recuerdo en el tiempo" y recordar a sus afectos.
Cuando comenzó a coleccionar hace 10 años, Mara pensaba que sus juguetes preferidos "ya estaban en el quinto cordón del Conurbano en el Ceamse", pero no, todavía existían.
"Ese pedazo de plástico que para otra persona es basura para mi tiene una carga emocional enorme, todo lo que me recuerde a los '80 o '90 lo colecciono", entre ellos Sylvanian, robots de chapa litografiada japoneses, muñecas Blythe y Mazinger, enumeró.
Para Mara hay "una línea muy fina" que determina quién es coleccionista y quien tiene Síndrome de Diógenes, que es la acumulación extrema.
En ese punto definió que el coleccionismo "no funciona por el completismo", sino que es motivado por la "adrenalina" de la búsqueda.
"Sos un adicto a buscar y encontrar", resumió, y concluyó que "cada niñez tiene su juguete asociado y cada generación tiene su propia memorabilia".