LAMADRID

"Nosotros le ponemos el hombro y el cuerpo a la silla"

Cooperativa de Costureras de La Madrid

Con precisión similar a la de un cirujano, estas tres mujeres, las que conforman la cooperativa de costureras de General La Madrid, se ganan su sueldo, el respeto y la admiración porque con poco hacen mucho. Marta Enríquez, Cristina Oviedo y María Luisa Etchebere llevan adelante este emprendimiento, con esfuerzo, pero sabiendo que al final del mes sea mucho o sea poco obtienen una recompensa.

Etchebere, Oviedo y Enríquez, en el taller lamatritense, son una pieza fundamental en la construcción de los gurdapolvos que entrega la Dirección General de Escuelas de la provincia de Buenos Aires.

El trabajo cooperativo tiene algunos pocos ejemplos en la ciudad. En este caso el emprendimiento nació hace casi un año con capacitaciones, como todo inicio tuvo sus vaivenes pero ahora parece encaminarse a buen puerto.

La cooperativa local trabaja en red con una de Coronel Suárez y otra de Carhué, según explican las mujeres. Esta asociación tiene relación con el Consejo para la Producción y el Desarrollo de Coronel Suárez (Coprodesu) y la producción termina en la DGE provincial.

"Nosotros ensamblamos los cortes que nos vienen preparados para terminar los guardapolvos, los cosemos y armamos. En Suárez son ojalados y se les colocan los botones, también se planchan y se embolsan", detallan las protagonistas.

El taller está ubicado en el antiguo salón social ferroviario (a pocos metros del Hospital Mariano Etchegaray). El Municipio colabora con el préstamo del local, "y nos da la luz, el gas y el transporte para traer y llevar nuestra producción", cuentan.

"Es un trabajo duro pero lindo. Tenemos que estar seis horas o más sentadas pero por lo menos en el invierno estamos adentro", analizan. "Nosotros le ponemos el hombro y el cuerpo a la silla", sintetizan.

"No tenemos un sueldo fijo mensual, cobramos según lo que producimos. Las tres trabajamos a la par, las mismas horas y hacemos todas de todo", detallan las mujeres.

Con la fabricación en serie comenzaron en el mes de octubre pasado, posterior a una capacitación. "En un principio fuimos más pero después se fueron alejando, este no es un trabajo esclavo pero hay que dedicarle muchas horas", indican.

Están capacitadas para hacer casi cualquier tipo de prendas. De hecho realizaron el armado de cortinas y sábanas para una empresa privada local. "Estamos tratando de conectarnos con algunas empresas y obtener moldería para empezar a fabricar joggings y otras ropas", informan.

"Para quienes deseen hacer otro tipo de trabajo lo único que pedimos es el material y las medidas y nosotros nos encargamos de confeccionar las prendas", cuentan.

"Necesitamos incorporar más gente que quiera trabajar y así poder expandir nuestra producción", dicen. "La idea es hacer el círculo completo, por ahora sólo podemos hacer el montaje por la escasez de fondos para adquirir las materias primas".

Cierran con un deseo "nos gustaría comprar una ojaladora y más bordadoras para poder crecer". Estas tres mujeres no buscan una dádiva, necesitan un apoyo económico y más pares para seguir creciendo en este mundo laboral que muchas veces pareció darles la espalda pero que ahora con su esfuerzo salen adelante.

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