FUTBOL

El milagro belga no es milagro

Investigación especial

Bélgica dio el gran batacazo: sacó a Brasil del Mundial, con un gran equipo y con cracks que juegan en las mejores ligas del mundo. ¿Quién es Michel Sablón? ¿Qué es "Double Pass"? ¿Cuántos países han copiado ya este programa? ¿Y en Olavarría qué?

Daniel Lovano / elpopular.com.ar

La organización de los campeonatos de divisiones inferiores en la Argentina (y, por supuesto, en Olavarría) enseña a los niños a ir perdiendo paulatinamente el amor por jugar a la pelota, por divertirse, por disfrutar, por sentirse parte del juego.

Es difícil comprender el absurdo de tratar a los niños que juegan a la pelota, y aún a los adolescentes, como si fueran una especie adultos en miniatura: se desarrollan en las mismas dimensiones que los grandes, con los mismos arcos que los grandes, con la misma pelota que los grandes y con las mismas reglas de los grandes, en pleno proceso formativo.

¿Cómo será para la cosmovisión de un niño, la manera de interpretar en este caso el mundo que le rodea en los 100x60? ¿La forma en que ve el lateral derecho de un equipo de décima división a su compañerito que juega de wing izquierdo?

El fútbol argentino necesita un cambio absoluto de paradigma. Copiar a los que hacen las cosas bien y como consecuencia consiguen resultados a mediano y largo plazo. Después agregarle la impronta de profesionales propios, que los debe haber y muy buenos.

Hoy el mundo se asombra con Bélgica, con su juego, sus cracks y sus jugadores. ¿Pero qué sucedió? ¿Llegaron un día a un club 15 fenómenos, agarraron una pelota y no los pudieron frenar nunca más?

No, todo lo contrario.

En la Eurocopa de 2000 que los belgas organizaron junto con Holanda, jugaron un fútbol espantoso, quedaron eliminados en la fase de grupos. En ese momento un hombre llamado Michel Sablón (ayudante de campo de su selección en los mundiales de 1986, 1990 y 1994) se dio cuenta de que algo había que hacer, de que no se podía seguir así.

Y logró lo increíble: le dio una identidad nacional al fútbol de un país dividido al extremo, que en esta década llegó a estar casi un año sin gobierno federal. En Valonia, Flandes y Bruselas se habla flamengo, francés y alemán. Hablan distinto, piensan distinto, viven distino, pero todos juegan igual de bien y el mundo se los reconoce.

Sablón creó un programa que se llama "Double Pass". Se reunió con el presidente de la Federación belga, hizo participar a la Universidad de Lovaina, involucró a una institución que estudia el movimiento y la neuroplasticidad, y en 1500 horas de observación vio cosas que se pueden observar todos los sábados en cualquiera de los partidos de divisiones inferiores de la Liga de Fútbol de Olavarría.

Que los niños cuando más necesitan de un proceso formativo, de relacionarse con el objeto central de este juego, tocan cuatro o cinco veces la pelota en un partido de fútbol; que la falta de desarrollo los impulsaba a tergiversar los gestos técnicos (darle de puntín, por ejemplo, porque no tienen fuerza para utilizar borde interno o externo) que después son muy complicados de corregir.

Ni hablar del miedo a cabecear o a controlar con el pecho, por no terminar con la nariz rota.

No lo hizo solo. Está claro que convocó gente, organizó charlas y sin que nadie se atreviera a cuestionar desde un estúpido fundamentalismo, coincidieron en que el sistema más apropiado era 4-3-3 (exacto, como se jugaba en la Argentina hace 35 años!!).

Interpretaron que se trata de un sistema que facilita la organización, las triangulaciones en distintos sectores de la cancha y transiciones rápida.

Hizo mucho hincapié en apuntar al mejoramiento de las cualidades para jugar el uno contra uno (sí, el viejo morfón de nuestras canchas), prohibió los tiros libres y las pelotas paradas hasta los 16 años (sí, como en nuestros babys de la década del 70, cuando no se podía patear desde una determinada distancia) para favorecer el placer por el juego antes del facilismo de la vía rápida.

Otra curiosidad: hasta los Sub 21 los futbolistas tienen prohibido tirarse a los pies para quitar la pelota; sólo deben hacerlo por anticipo o intercepciones. De este modo el juego se hace mucho más fluido y no como en la Argentina, donde en todas las divisiones y todas las categorías hay una lucha casi salvaje por la disputa de balón, sobre todo en la mitad de la cancha. Acostumbrar en la formación, para erradicar esos vicios en la madurez.

En las divisiones inferiores más chiquitas del fútbol belga se hizo obligatorio juegos de 2 vs 2, 5 vs 5 y 8 vs 8.

El fútbol debe ser en estas tierras el deporte que menos desarrollado tiene el tiempo, los materiales y el espacio adecuados a la edad de formación. En voley empiezan jugando con la red a una altura determinada, 2 vs 2, 4 vs 4; el básquetbol formativo tiene sus normativas específicas.

Ahora bien, ningún plan de este tipo puede esperar resultados sin una inversión en infraestructura y capacitaciones de los entrenadores. Sablón impulsó en Bélgica 8 centros de formación de elite, donde reclutaron a los talentos de 14 a 18 años. De allí salieron lo cracks de hoy.

Los debe hacer la AFA en todo el país, debería impulsarlos la Secretaría de Deportes de la Nación, con adelantos técnicos y científicos a la altura de los mejores del mundo. En menor escala, las ciudades lo pueden hacer a través de las ligas, trabajando con sus selecciones Sub 13, Sub 15, Sub 17, comprometiendo aportes públicos para mejorar una infraestructura pública al alcance de todos.

Sablón exigió una cosa: que los chicos de mejores condiciones debían subir inexorablemente a una categoría superior, para foguearse, rozarse, encontrar mayores exigencia que en los niños de su edad.

El trabajo de Sablón tuvo su costado social. Sumaron inmigrantes y niños de muy bajos recursos, como los que viven en Droixhe, suburbio de Lieja con altos márgenes de pobreza, desempleo y delincuencia. Les cambiaron la vida a través de una pelota; uno de ellos es Axel Witsel, el crack que brilla en el mediocampo de la selección belga.

Lo periodistas más serios de la Argentina (Miguel Simón, Juan Pablo Varsky y alguno más), no aquellos que tomaron la vía de la "Rialización" para el periodismo deportivo, han hablado mucho a lo largo de estas semanas del "Programa Belga".

Esta forma de trabajo se ha podido aplicar en otros países. Lo adaptó el fútbol alemán, lo incorporó el fútbol inglés en 2012 y los resultados han sido magníficos: campeón mundial Sub 20 y Sub 17 en 2017, campeón en las últimas dos ediciones del tradicional torneo Sub 21 de Toulón, y presentó la selección más joven en esta Copa del Mundo, donde tan mal no le ha ido.

Según el sitio brasileño TribunaPR.br, en 2006, Double Pass llegó a la Bundesliga. Desde entonces, todos los clubes alemanes siguen las mismas pautas de entrenamiento, el mismo concepto de trabajo, con una filosofía de juego definida y puesta en práctica en todas las edades en la categoría de base. En Brasil, Double Pass tiene acuerdos recientes con Flamengo y el Atlético Paranaense.

La última seducción llegó hasta el norte del continente americano. La Major League Soccer acaba de cerrar un acuerdo con "Double Pass" para el desarrollo del fútbol juvenil en los Estados Unidos: quieren ser campeones en el Mundial que organizarán junto con México y Canadá en 2026.

Y aquí el mensaje: siempre hay lugar para copiar lo bueno, y si es necesario o imprescindible adecuarlo, inclusive desde una pequeña ciudad del centro de la provincia de Buenos Aires si, como lo han anunciado, la nueva conducción de la Liga está dispuesta a dar una vuelta de tuerca para el fútbol de Olavarría.

Implementar de una vez por todas la Liga de Baby fútbol obligatoria para todos sus clubes afiliados, con categorías Sub 8, Sub 10 y Sub 12, dimensiones y materiales adecuados a cada edad, y reglas que sólo apunten al desarrollo de las cualidades técnicas de los niños.

Lo mismo para las divisiones inferiores. Arrancar desde una Sub 13 hasta una Sub 19, reglas orientadas para la formación y no para el resultado.

* Jugar con los arcos hoy reglamentarios (7,32 x 2,44) recién a partir de la categoría Sub 15

* Prohibir deslizarse en el campo para quitar la pelota

* Dividir el tiempo de juego en tercios, que en uno de ellos los chicos sólo deban jugar a dos toques, con un "conductor designado" (podrá jugar sin restricciones, pero no podrá marcar goles) debidamente identificado (por ejemplo, con una pechera). Este futbolista no podrá repetirse por una determinada cantidad de partidos.

* Salidas transitorias para aquellos futbolistas que cometan infracciones menores o empleen lenguaje inapropiado.

* Cerrar todos los partidos con ejecución de penales, a cargo de todos los futbolistas que terminaron el juego, como una forma de acostumbrarlos a la situación, habida cuenta las reiteradas falencias que muestra el fútbol argentino en este aspecto.

* En las dos categorías más grandes cerrar el tercio en el que se juega a dos toques con tanda de lanzamientos libres, por lo menos con 5 ejecutantes distintos, para ir puliendo la pegada y ganando en confianza en este gesto técnico.

* Si se quiere, asignar punto a cada gol según sea anotado durante el juego convencional, el tercio que debe disputarse con restricciones (a dos toques), los lanzamientos penales y las tandas de tiros libres para configurar un resultado final alejado de los cánones habituales, pero resultado al fin.

En Bélgica surgió una idea, pero también hay controles. "El hombre es bueno, pero si se lo controla mucho mejor" dijo alguien, hace mucho tiempo. Y el programa "Double Pass" tiene auditorías periódicas, monitoreos, exámenes, hasta control de las formas en que los entrenadores se dirigen a sus juveniles, que conllevan su premio -o no- en la distribución de los recursos por parte de la federación.

Está quizás sea la parte más difícil de aplicar, en un país donde en muchos casos la regla no tiene valor y los encargados de seguir su aplicación a menudo suelen mirar para otro lado...

Ver más:
Ultimas Noticias
Otras Noticias