ATLETISMO

El atletismo está de luto:
murió Osvaldo Suárez

Duelo en el deporte

Su enorme jerarquía lo llevó a sobresalir en los primeros planos a nivel internacional.

Fuente: La Nueva

El 16 del corriente, a los 83 años, falleció Osvaldo Roberto Suárez, uno de los más notables atletas argentinos de todos los tiempos. Por más de una década --entre los años 50 y avanzado los 60-- marcó un hito importante en la historia del atletismo nacional, cuando su enorme jerarquía lo llevó a sobresalir en los primeros planos a nivel internacional.

No solo consiguió numerosos títulos y medallas en campeonatos Sudamericanos, Iberoamericanos y Panamericanos, sino que estos logros les puso su sello de calidad, adicionándole marcas récords.

Cabe destacar que fue imbatible en las disciplinas de 5.000, 10.000 y maratón, en los torneos Sudamericanos de los 60, obteniendo su último título ante una multitud en el Parque Chacabuco, en 1967.

También las calles nuestro país y del extranjero fueron testigos de jerarquía, destacando sus victorias en la Corrida de San Silvestre en las ediciones de 1959, 1960 y 1961, respectivamente.

Suárez también mostró su paso triunfador en las calles de nuestra ciudad en las ediciones de 1960 y 1962, en el Maratón de los Barrios, organizada por esta editorial; regresando en 1966 para escoltar a Mario Cutropía, quien en ese momento ocupaba el primer lugar en el ranking mundial de 5.000 y 10.000 metros.

Posteriormente, por su labor en el departamento de relaciones públicas de Adidas, volvió a Bahía a principios de los 90, por la organización del selectivo local de 21 km. conducente al Maratón Adidas, primero realizados por Tiro Federal, y después en forma anexa a la Competencia Pedestre La Nueva Provincia.

Nacido el 19 de marzo de 1934, en Sarandí, debutó a los 18 años en el Sudamericano de Mayores de Buenos Aires de 1952, con un 6° puesto en los 1.500m. llanos, y al año siguiente registró el récord mundial juvenil para 10.000m. (31m 38s 8/10).

Pero dentro de su enorme historial deportivo, hubo una herida que nunca cerró y fue la suspensión aplicada por el gobierno militar, por presunciones políticas, que lo privó a él y a muchos otros deportistas asistir a los Juegos Olímpicos de 1956, en Melbourne, Australia.

Tras su retiro, a comienzos de los 70, se volcó a la labor formativa, entregando su basta experiencia como entrenador y guía de jóvenes atletas.

"El Maestro", como cariñosamente era llamado, fue distinguido en 1958 con el Olímpia de Oro; el premio Konex al Mérito, en 1980, y el Trofeo Barón Pierre de Coubertín, considerado el Nobel del atletismo nacional, en 1983.

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