FUTBOL

"El límite no puede ser un muerto"

Copa Argentina

Bruno Amiconi dirigió Racing - Ferro. El árbitro salvajemente agredido hace un par de meses en Pergamino, contó su odisea, reveló sus convicciones y aseguró que "esto me hizo más fuerte y me dio más ganas de seguir arbitrando".

Daniel Lovano / elpopular.com.ar

Ese abrazo dentro del vestuario de los árbitros de la cancha de Ferro remitió a imágenes de la tragedia que vive desde hace tiempo el fútbol argentino con la violencia en los escenarios deportivos, sobre todo en las canchas de fútbol: Bruno Amiconi, salvajemente agredido en Pergamino, y Claudio Elichiri en Ayacucho con apenas un año exacto de diferencia entre un episodio y otro.

Amiconi fue víctima del último, en las semifinales del Torneo Federal "B", cuando un sector de la parcialidad de Juventud de Pergamino ingresó el terreno y puso en serio peligro su vida y la de sus colaboradores. Los tres estuvieron el viernes pasado en el partido de ida que jugaron por la Copa Argentina Racing y Ferro en el "Colasurdo"

"Vine a Olavarría y tuve la contención de la Policía -subrayó-, cosa que nunca tuvimos en Pergamino. Allá todo el tiempo nos encontramos solos, y no nos parecía lógico suspender un partido a los jugadores, que todo el año se habían esforzado por llegar hasta ese lugar. Si cada uno cumple su rol, todo es evitable y en Pergamino miró para otro lado. Un policía de Pergamino me dijo ''lo que pasa es que acá los vemos todos los días''. Es tu trabajo, si no servís para ser policía, no seas policía".

"El límite no puede ser un muerto" fue la frase más fuerte que dejó Bruno Amiconi, uno de los mejores proyectos arbitrales del interior bonaerense, que vivió un 2017 contradictorio. "El año pasado muy bueno desde el punto arbitral. Fuimos la terna que más jugó a lo largo de la temporada, tuvimos dos finales en el Federal C, y jugamos quince partidos en el Federal B, y en ese marco me tocó sufrir dos episodios de violencia, cuando en 16 años de carrera jamás me había pasado nada" comentó.

Amiconi dijo que se trataron de episodioes "muy, muy fuertes en mes y medio, y al contrario de hacerme bajar los brazos me fortalecieron, porque estoy muy convencido de que lo que hago, lo hago con pasión, y verdaderamente dejar de dirigir por violentos sería perder la batalla en este deporte que tanto nos gusta".

La otra agresión fue en el derby de su ciudad, por el Federal B, cuando fue agredido por un jugador de Norberto De la Riestra. "En su momento lo dije en una nota: a nosotros nos preparan para dirigir fútbol, para impartir justicia. Nos gusta el fútbol porque es imperfecto, pero le pedimos al árbitro que sea perfecto, y así es imposible", recalcó.

"Con que entren 50 vándalos a un campo de juego y nos intenten matar, porque nos quisieron linchar, a esta realidad no la vamos a poder cambiar los árbitros. Es un problema de la sociedad que termina en un partido de fútbol, donde muchos van a hacer catársis" enfatizó.

Los tres miembros de las autoridad arbitral en el derby olavarriense pasaron por ambos momentos. "En los dos casos fue la misma terna, y conmigo estuvieron los dos chicos que vinieron a Olavarría. Ahora, relacionar lo que nos pasó con un partido de fútbol sería tomar el camino equivocado. Yo no tuve protesta de los jugadores, sino que que fueron personas que entraron a golpear; nos tocó a nosotros, pudieron ser los jugadores de Independiente de Chivilcoy, o los dirigentes de Chivilcoy. Nos tocó a nosotros porque éramos los árbitros, porque debíamos estar parados ahí y porque éramos tres" señaló.

Lejos de debilitarlo, estos episodios fortalecieron su vocación arbitral. "Nosotros nos hacemos fuertes en estas cosas. En Olavarría me saludé con Claudio (Elichiri), y ambos sabemos que hacemos las cosas por derecha y si tuviese que volver a dirigir ese partido lo haría igual" enfatizó.

"El fútbol es un deporte que saca lo peor y lo mejor de ser humana, y cualquier jugador no está exenta de perder la cabeza. Es un segundo; sé que ese jugador está arrepentido, porque me llamó para pedirme disculpas. En mi ciudad era un partido tranquilo, y un jugador que se fue expulsado se volvió loco. Nada que ver con lo de Pergamino, donde no tuve futbolistas involucrados" comparó.

Sin embargo, Amiconi reconoció que "por ahí lo feo es que el nombre de uno esté involucrado en estos hechos, pero el que dirige fútbol sabe que hay cosas que no puede evitarlas. Hay delincuentes que se ponen la camiseta de los jugadores, que van a una tribuna y se descargan con un árbitro que está ahí trabajando".

De aquel momento duro en su carrera rescató el apoyo generalizado de ambiente futbolero. "Recibí apoyó del SADRA, de las tres A, de Bassi, de Marconi, de árbitros de primera, por que fui yo, el año pasado le tocó a Elichiri, y mañana le puede tocar a uno de Primera. El tema es que no le toque nunca más a nadie; el límite no puede ser un muerto".

Empleado de servicio penitenciario, aclaró que "mi vida no es el arbitraje. Es mi pasión y en el momento que sufrimos esa agresión, nunca pensé en dejar de dirigir, pero pienso que nos debemos unir todos para sacar esto adelante, porque estamos perdiendo la batalla con los delincuentes disfrazados de hinchas. En el Federal B, en el Federal A, o en Primera, lo que pasa es que en Federal B estamos más desprotegidos por una cuestión estructural, el tema es que cuando le pase a un árbitro de Primera va a ser irremediable".

Para cerrar la charla, se afirmó en sus convicciones: "Nunca pensé en dejar, porque creo que estoy preparado para ser árbitro. Esto me hizo más fuerte y me dio más ganas de seguir arbitrando".


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