Schwartzman no pudo ante Kukushkin y Kazajistán envió al descenso a nuestro país. Ahora jugará en la zona americana. Fue 10 meses después de haber ganado la Ensaladera.
Las desgracias no son deportivas. Con tantas infelicidades que hay en el mundo moderno, hablar de tragedia cuando se trata de un hecho deportivo, sería un exceso. Pero la Argentina, que hace tan sólo diez meses conquistó la Copa Davis por primera vez en su historia, descendió.
El equipo capitaneado por Daniel Orsanic sufrió un golpe al mentón, un golpe durísimo. Un mazazo totalmente insospechado allá por noviembre del año pasado cuando Zagreb se convertía en la capital de la alegría tenística nacional.
Parece una pesadilla, pero es real. Kazajistán, un rival con escasísima tradición en el arte de las raquetas pero con un jugador discreto en el circuito que se potencia jugando para el país que lo contrata, como Mikhail Kukushkin (78° de ATP; nacido en Rusia), le ganó al campeón vigente. Lo zamarreó, lo dejó groggy, sin reacción, naufragando entre lágrimas.
La victoria de Kukushkin por 6-4, 6-4 y 7-6 (7-2) ante Diego Schwartzman, en 2h44m, que selló el repechaje con un 3-1, es una tristísima noticia (después, la serie quedó 3-2 por la no presentación de Dmitry Popko ante Guido Pella).
Desde que había vuelto a participar en el Grupo Mundial (2002), era la segunda vez que el conjunto albiceleste jugaba el repechaje. Frente a Israel en Sunrise, en 2014, había podido ahuyentar los fantasmas. Pero no aquí, en Asia central, a 16.000 kilómetros de nuestro país.
Francia en 1997 y Suecia en 1999 habían sido los únicos campeones de la Copa Davis en descender de categoría una temporada después de ganar la Ensaladera. La Argentina se une a ese doloroso registro.
El arranque de Kukushkin (78° del tour) fue furioso. Empezó sacando el argentino, cometió dos doble faltas y el kazako le rompió el servicio. El local ganó su saque sin perder puntos, con agresividad. Y volvió a quebrarle el saque al Peque, que arrancó sumamente tenso. El jugador formado en Náutico Hacoaj tuvo su primera posibilidad de break recién en el 2-5 y pudo aprovecharla. Desde el quiebre (3-5), Schwartzman (28° del mundo) fue otro jugador totalmente, con más soltura, actitud y pegando el revés de dos manos paralelo con efectividad.
Pero, más allá de las buenas sensaciones del Peque, Kukushkin se quitó una suerte de modorra pasajera y ganó 6-4 el primer set. El argentino terminó con otra imagen de la que había comenzado. Más suelto, golpeando con mejores apoyos y pidiéndole aliento al público albiceleste.
Pero pese esa última postal, Schwartzman tuvo un mal arranque en el segundo set. Kukushkin le rompió el servicio: 0-1. El kazako, durante muchos momentos, jugó muy por encima de su nivel. Sacó con precisión y golpeó el drive como si lo hiciera con la potencia del boxeador Gennady Golovkin, ídolo kazako que unas horas antes había peleado con Canelo Álvarez en Las Vegas.
Pero al argentino todas le salieron mal. Hasta la faja pareció estar del lado del local, que volvió a quebrar y se adelantó 3-0. El Peque, durante muchos instantes absorbido por la presión y la responsabilidad, fue un subibaja anímico constante.
Así y todo, el Schwartzman quebró en el sexto game (2-4), pero inmediatamente le rompieron su servicio en cero (2-5). Pero como los nervios los sentían los dos, el argentino volvió a romperle el saque al rival (3-5).
El nivel de los jueces de línea fue de una pésima categoría, pero curiosamente siempre perjudicaron al argentino y tanto el umpire (el francés Alex Robein) como el árbitro general (el italiano Roberto Ranieri) no estuvieron a la altura de la importancia de la serie. Kukushkin, el tenista que llegó a esta serie luego de superar la clasificación del US Open y alcanzar la tercera rueda, terminó llevándose el set (6-4).
El inicio del tercer parcial no alteró ni un ápice lo que venía sucediendo. Le tocó sacar a Schwartzman y el kazako se lo quebró en cero, con una doble falta incluida. Pero en el sexto game quebró Schwartzman (3-3). Los enojos contra los jueces de línea no disminuyeron, al contrario. El calor en las tribunas aumentó (hubo 3000 espectadores; fue la jornada de mayor convocatoria). El Peque siguió luchando y hasta ganó un punto luego de haber recuperado una pelota con Gran Willy, pero nunca terminó sintiéndose cómodo y Kukushkin tuvo su domingo soñado.
El partido llegó al tie-break y el kazako fue contundente: lo ganó 7-2 y amplió su marca jugando la Copa Davis de local a 13 éxitos y sólo dos derrotas. Final, triste final.
El concepto individual de los jugadores que no se comprometieron tratando de ayudar al equipo en Kazajistán y que le generaron un problema al capitán. La falta de poder de convencimiento que no tuvo Orsanic para tratar de hacerles ver lo útiles que eran a Juan Martín del Potro, Leo Mayer, Carlos Berlocq y Horacio Zeballos (Federico Delbonis está con problemas en la cadera desde hace tiempo).
La dirigencia de la Asociación Argentina de Tenis que, en febrero cuando se perdió en la primera rueda ante Italia, no supo aprovechar el impulso y el contagio que había generado el título. Y el ego que persigue a muchos protagonistas del tenis argentino. Todo eso hizo explosión y la Argentina vive un momento de dolor, insólito si se recuerda que hace diez meses todos saltaban alrededor de ese hermoso trofeo de nogal y una bandeja de plata en la parte superior. Increíble, pero real. (La Nación)
