TENIS

"La clave está en sacarse los prejuicios"

Gustavito Fernández

El hijo de entrenador de Estudiantes visitó la redacción de La Voz del Interior después de su consagración en el Abierto de Australia. Sin limitaciones, habló de su discapacidad y dejó varias enseñanzas.

Gustavo Fernández es el flamante campeón el Abierto de Australia de tenis en silla de ruedas; el año pasado se consagró en Roland Garros -torneo al que definió como su "obsesión"-; y en 2015 ganó Wimbledon en dobles. Es el hijo de Gustavo y Nancy; el hermano de Juan; el novio de "Flor"...

Tiene 23 años, es de Río Tercero, le gusta la carne y si fuera por él "comería todos los días milanesas". Es familiero, disfruta de ir al boliche con sus amigos, de estar con su novia. Hasta que apareció Netflix no podía olvidar sus CD con las 10 temporadas de Friends para sus viajes; le gusta dormirse con el "tele" prendido, fue un alumno responsable y bromea con que "no tiene casa". "Lo único estable que tengo es el bolsito de las raquetas y la valija", afirma.

Aunque la encare sobre dos ruedas, la vida de Gustavo Fernández es como la de cualquier otro. Por eso mira con cierta gracia cuando los conceptos "ejemplo de vida" u "orgullo", por caso, acompañan su nombre.

"Cualquier cosa que haga es ejemplo de vida, orgullo... y a veces no toca decir eso pero ya es parte. Agradezco y me hace sentir orgulloso", dice con gracia, y argumenta su postura: "Yo no me considero un ejemplo por estar desarrollando mi vida. No hice nada del otro mundo. Por ahí me ven en un boliche con mis amigos o salgo a comer con mi novia y me dicen que soy un ejemplo. ¿Ejemplo de qué? Si no estoy haciendo nada especial...".

Esas palabras sí cobran sentido cuando se las vincula a su carrera deportiva, que lo tiene en el cuarto puesto del ranking mundial y el año pasado se le dio el honor de portar la Bandera Argentina en la Ceremonia de Apertura de los Juegos Paralímpicos de Río.

"Si me dicen que soy un ejemplo de deportista o de superación profesional, es otra cosa. Yo en eso soy menos humilde, porque me costó mucho llegar a donde estoy", sentencia y revela: "Por ahí no soy el más habilidoso, y mi discapacidad es una de las más altas, por eso laburé para estar acá. Y ahí sí me doy la parte y creo que soy un ejemplo, pero por eso, no porque voy a dar una vuelta con mi novia y la gente se emociona. No sé lo que genero en las personas y por eso respeto lo que me digan, pero no hago nada más que vivir la vida y desarrollarme".

Un chico feliz. "Gusti" sufrió un infarto de médula que lo dejó paralizado de la cintura para abajo cuando tenía un año y medio. Primero jugó al básquet, como su papá Gustavo Ismael Fernández (actual técnico de Estudiantes de Olavarría) y su hermano Juan Manuel (base del Breogán español). Pero se "encaprichó" con el tenis cuando su madre comenzó a jugarlo de manera social y hoy es un referente.

A sus 23 años demuestra que la tiene muy clara. Por la carrera basquetbolista de su padre vivió en diferentes ciudades del país y hoy conecta el mundo para jugar al tenis. Esa vida, y una crianza sin complejos ni limitaciones, lo hicieron un chico "súper independiente".

"Me las arreglo para hacer todo. Aprendés a improvisar y de última tardás un poco más... Tampoco me molesta pedir ayuda si tengo que hacerlo", asegura.

"Mis padres tienen que estar orgullosos porque gracias a ellos yo soy lo feliz que soy y tengo la vida que tengo", reconoce y tira una frase que invita a pensar: "No es cuestión de ver lo que no tenés sino de saber qué hacer con lo que sí tenés. La clave está en sacarse los prejuicios y dejar que la persona sea lo que quiera ser. Aunque no todos puedan lograrlo, hay que intentarlo y encontrar tus propios límites, no que te los impongan".

De chiquito, cuando jugaba al fútbol con sus amigos, "Gusti" demostró en su entorno que las limitaciones a veces son autoimpuestas. Ahora, reflexiona: "La gente cree que un chico discapacitado tiene más limitaciones de las que en realidad tiene. El problema con la discapacidad es filosófico. El problema más grande es creer que porque se tiene una discapacidad, sea cual fuera, uno no se puede desarrollar como persona".

El riotercerense cuenta que es "la persona con la discapacidad más alta en el circuito mundial de tenis" y que la escena está "dominada por amputados, por gente que camina". Él, en cambio, no tiene uso del abdomen bajo ni de sus piernas, por lo que tampoco tiene balance y tiene que hacer un esfuerzo físico superior para mantenerse en equilibrio. "Todos me decían que no iba a poder. Pero a mí, mi entrenador (Fernando San Martín) nunca me dejó decir que no podía. Y yo, de cabeza dura, lo hice. Y rompí esa limitación. Y me siento orgulloso por eso", afirma.

Apasionado y cabulero. Un bigote enmarca la boca de Gustavo, aunque no le guste cómo le queda. Pero prometió que si ganaba Australia se lo dejaría por un mes y ahora anda por la vida recibiendo, por ejemplo, un "qué viejo estas" de parte de la bisabuela de "Flor".

Él, que es "calentón en la competencia y súper tranquilo en la vida cotidiana", admite que es "digno" hijo de su padre cuando de repetición de rutinas se trata.

"En el Australian Open a la noche comimos pizza -gluten free, todo muy sano- y como al otro día gané, volvimos a comer pizza. Y así toda la semana", recuerda con gracia y aporta que también jugó "todos los días con las mismas medias".

"En Roland Garros estuve toda la semana con la misma remera y el mismo pantalón y tengo unas zapatillas que están invictas y hasta que pierda van a seguir. ¡Ganaron el Australian Open!", cuenta y reflexiona: "Son cosas de las que uno se agarra, aunque sé que si no me entreno las cosas no salen".

El brindis de "Gusti" campeón. El sábado 28 de enero, Gustavo Fernández ganó el Abierto de Australia. Festejó, durmió y se tomó un avión que lo trajo de nuevo a nuestro país. Aquí aprovechó para descansar y disfrutar de su logro con su familia y amigos. Y antes de irse mañana a Rotterdam (Holanda), para afrontar un nuevo torneo, vino a La Voz para cumplir con el tradicional "Brindis del Campeón".

"Agradecido y honrado por la invitación", dijo "Gusti", quien compartió en el diario una mañana distendida junto a su novia Florencia, en la que repasó su carrera, habló de sus sueños, de su "pasión por el tenis" y de la diversión que le genera venir de una familia de deportistas.

Y es que los festejos siguen para él, incluso 10 días después de su consagración."Tuve un fin de semana de desen­ganche total en Villa del Dique con la familia. Me desconecté", contó, con cara de relajado. Él, cada vez que puede, aprovecha para estar en su Córdoba natal, "que es tan linda".

"Soy muy familiero y estos logros son parte de todos. Necesitaba festejarlo con ellos. Estos son los momentos más lindos. Si bien soy muy feliz en el durante y lo disfruto mucho, necesitaba de esto. Era necesario para mimar un poco la cabeza", argumentó.

Pero además de su familia, también la gente "mima" a Gustavo. "El cariño de la gente en estos últimos días fue impresionante. Esto es algo nuevo. Yo estoy más acostumbrado al anonimato. Pero se siente mucho y lo disfruto un montón", reconoció.

Además del cara a cara, las redes sociales también sirvieron de termómetro para que "Gusti" conozca lo que genera. "Gran abrazo a Gustavo Fernández, CAMPÉON de Australia. ¡Orgullo argentino!", escribió en Twitter el actor Ricardo Darín y generó la sorpresa del tenista. "Fue muy raro ver el tuit de Darín. Varios mensajes me han llegado que me sorprendieron", admitió. También el presidente Mauricio Macri lo felicitó.

Fernández también aprovechó el "finde" para mirar la serie de Copa Davis entre Argentina e Italia, que terminó ayer con una derrota, y reflexionó: "Estoy un poco ''ofendido'' porque merecían más apoyo. Si bien la gente que fue apoyó al máximo, ese estadio tendría que haber estado lleno porque esos chicos se lo ganaron y se merecen el apoyo de todos".

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