Sudamericano
Con la dirección técnica de Claudio Úbeda, se prepara para el torneo Sudamericano de Ecuador
Walter Vargas / Télam
El brumoso procedimiento por el cual llegó Claudio Úbeda a la dirección técnica de la selección argentina Sub-20 se revela insuficiente para declinar la legítima expectación que promueve el equipo que entre el 18 de enero y el 11 de febrero afrontará en Ecuador el campeonato Sudamericano que entrega cuatro cupos al Mundial de Corea del Sur.
Hay toda una tradición que defender. Una tradición que, pese a sus altibajos, a la hora de las cuentas provisorias establece al representativo nacional de veinteañeros en el tercer lugar de la tabla histórica en el área de Sudamérica y en el primero en el lote de ganadores de mundiales, fruto de las vueltas olímpicas de 1979, 1995, 1997, 2001, 2005 y 2007.
Claro que hasta nuevo aviso imaginar una Argentina gloriosa en el Mundial próximo supone por un lado un ejercicio de imaginación febril y por otro lado un arrebato de imprudencia y de liviandad.
Antes que un equipo capaz de llegar lejos en un Mundial lo que urge es la conformación de un equipo serio, emanado de una preparación seria y por añadidura de una organización seria, una aspiración nada excepcional en general, pero sí excepcional y providencial en el contexto de un fútbol argentino desbandado y anarquizado.
Pensemos en cómo llegó Úbeda. La AFA había abierto una lista de proyectos que amén de copiosos (un total de 44) y de ser presentados en tiempo y forma abrazaban una interesante diversidad de postulantes. Pero de buenas a primeras la transparencia murió de muerte natural y, sin carpetas de por medio, Úbeda fue elegido a dedo. A los pocos días ya trabajaba con Fernando Batista como ayudante de campo y el profesor Gerardo Salorio en la preparación física.
Úbeda, de 47 años, llegó con los módicos antecedentes de haber dirigido en clubes del ascenso (Boca Unidos de Corrientes e Independiente Rivadavia de Mendoza), en Chile y no precisamente en un club de los más prestigiosos (Deportivo Magallanes, en el que estuvo once partidos sin ganar) y en la Reserva de Racing Club de Avellaneda.
Tufillo a amiguismo al margen (el entrenador de la Sub 20 nacional ha cultivado un estrecho vínculo con Edgardo Bauza, ambos con pasado en Rosario Central), en cualquier caso Úbeda asume la responsabilidad de reconstruir una selección que, salvo alguna primavera episódica, lleva una década a los tumbos, un lapso que coincide con el error más descomunal cometido por Julio Grondona.
Durante unos cuantos años, si algo marchaba bien en la Argentina era todo lo relacionado con las selecciones juveniles dirigidas por José Néstor Pekerman o su alter ego, Hugo Tocalli: buenas camadas y pulidas de gran forma, grandes equipos, juego admirable, triunfos, títulos y conducta ejemplar.
¿Qué hizo el extinto presidente de la AFA? ¡Dinamitó lo único que no había que tocar!
Desde entonces, tobogán, caída libre y decadencia, así se sucedieron los técnicos (Sergio Batista, Walter Perazzo, Marcelo Trobbiani, Humberto Grondona, el "Vasco" Olarticoechea) y así se consumaron un par de papelones en el mismo "Juventudes de América" que dentro de tres semanas empezará a jugarse en Ecuador y una notoria desaparición de los mejores lugares de los mundiales a la vez que en ese ciclo Uruguay logró un subcampeonato, Brasil fue dos veces subcampeón y una vez campeón y hasta Costa Rica llegó a trepar al cuarto lugar.
¿Qué puede esperarse de la presente selección Sub 20?
En realidad es toda una incógnita: un puñado de entrenamientos y de partidos amistosos, el de presunta mayor exigencia versus Japón (ganado por 2-1 merced a un gol de Guido Vadalá y Lautaro Martínez), suponen referencias muy débiles y difíciles de tomar como base de un pronóstico más o menos sensato y auspicioso.
No hay, a primera mirada, figuras rutilantes, aunque los delanteros referidos son promesas de las que se califican de interesantes y Ezequiel Barco (clase 99 y 19 partidos en Primera) y Lucas "Tití" Rodríguez (clase 97 y 42 partidos) se perfilan como puntales de un medio campo que en Santiago Ascacibar debería tener al líder futbolístico y temperamental.
La aparición de Ascacibar ha sido tan impactante que sus atributos de mediocentro expansivo y entendedor son apreciados de cerca por varios clubes de Europa y hasta algunos aventurados ya lo reclaman para la selección mayor.
Entre los más prometedores, de momento con menos difusión, destaca Matías Zaracho, un mediocampista mixto, de Racing, de singular despliegue y llegada al área rival, aunque desde el punto de vista formal nadie tiene asegurado aún su lugar en el plantel, puesto que recién el martes Úbeda hará público el corte definitivo que de los 26 que han venido entrenándose en Ezeiza dejará 23 dentro del plantel.