Cristian Di Pangrazio
El defensor, que estuvo en las gestas de Garupá y Río Gallegos, que jugó dos finales del Argentino B y ganó una (aquella noche inolvidable a Deportivo Roca en el "Buglione"), tuvo su volver a vivir futbolero y lo celebró con su pequeño Hinojo.
Daniel Lovano / elpopular.com.ar
Salvo el "Paisano", que estuvo en todas estos últimos 15 años, no hay otro jugador de Racing que haya participado en más momentos importantes en su historia futbolera que Cristian Di Pangrazio, aunque en el caso del rosarino la mayoría fueron de bueno a muy buenos.
El defensor, que llegó en el verano de 2007 junto con el "Mágico" Miguel González, Carlitos Robledo y Pedro Esquivel con el objetivo de sacar al equipo de la última posición, jugó ese año incomparable de la mano del Negro Quintela la final frente a Cipolletti y cuatro temporadas más tarde tuvo la revancha con Gustavo Noto frente a Deportivo Roca.
En la previa a ambas finales, dos de los momentos más fuertes en la historia del deporte olavarrienses: las semifinales ganadas por penales y como visitantes sobre Crucero del Norte en Misiones y Boca de Río Gallegos (del mismísimo Lázaro Báez) en Santa Cruz.
Pero este domingo algo distinto lo conmovió de una forma que no habían logrado hacerlo las hazañas anteriores.
Tal vez su volver a vivir futbolístico, cuando se pensaba más en un ex jugador que en otra cosa; tal vez la afirmación de sus lazos con Olavarría y -sobre todo- haber compartido los festejos con su pequeño hijo en brazos.
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