Informe especial Imágenes de un viaje sorprendente: de un inmueble en estado de abandono camino a convertirse en un estadio modelo del interior provincial. Lo que se hizo y lo que se hará.
Daniel Lovano / elpopular.com.ar
Fotos: Claudio Martínez
Lejano parece ya el 15 de noviembre del año pasado, cuando Carlos Orifici hizo frente a las presiones de la barrabrava de Racing en plena Asamblea y prefirió no asumir como presidente del club.
Los violentos pedían jugar a toda costa el Torneo Federal "C"; Orifici consideraba que primero había que poner la casa en orden, y dentro de ello los trabajos necesarios para que el estadio "Buglione Martinese" volviera a ser un orgullo del interior provincial.
Después sí, intentar volver a esos lugares que Racing se ganó dentro de las canchas de todo el país, a partir del campeonato local, de donde fue arrancado en (menor) parte por errores propios y en (mayor) parte por antipatías de otros ámbitos.
Casi dos meses más tarde, el 11 de febrero, Orifici asumió como presidente. A menos de 60 días para la celebración del centenario, con aquella promesa sobrevolando el Parque Olavarría, y de a poco Racing fue poniendo manos a la obra.
Dentro de la cancha (que hasta ahora nunca ha sido la propia) el equipo va camino a la consagración en el exótico torneo de primera división de la LFO. A pesar de los violentos que siguen haciendo goles en contra.
Fuera de ella, el Parque todo ha ido cambiando su fisonomía y, en especial, el "José Buglione Martinese", un poco escondido, un poco escapado en esta actualidad deportiva por un fin superior que lo justifica: su restauración.
Visitar hoy el estadio más importante del centro bonaerense es viajar a un pasado de esplendor que no mucho podrían reconocer por una cuestión generacional. El "Buglione Martinese", casi un inmueble en estado de descomposición un año atrás, va camino a convertirse en un estadio modelo para el fútbol de la región.
La limpieza en primer término, la pintura después (con un predominante color azul) le fueron cambiando la cara al escenario chaira: impecable luce el ingreso aledaño a las piletas; las dos tribunas, su exterior hacia al arroyo (que además fueron cerrados y revocados), las boleterías de la avenida Sarmiento, la tribuna sobre Cerrito y su el muro (con revoque y la pintura interior).
Los dirigentes emprendieron en los últimos días una tarea que se había convertido en un problema sin solución en los últimos años: la restauración de todo el anillo interior. Bien... empezó el revoque debajo de la platea techada, y avanza en dirección a la popular visitante.
Cuando la tarea esté terminada, cambiará el orden de los colores: el muro será pintado color azul y el borde superior blanco. Quizás en algún lugar aparezca, aquella célebre frase de Carlos Ranalli: "Hasta que el corazón deje de latir".
La joyita de estos trabajos (de color esmeralda, como para estar a tono con la definición) es el campo de juego. Que sigue avanzando, pero no será inaugurado hasta que así lo indiquen los tiempos biológicos de la hierba. Y para eso faltaría alrededor de un mes y medio.
Hay más labores, que no aparecen a simple vista porque están en las entrañas de las tribunas. Vienen a paliar una vieja deuda y tiene que ver con el estado de los vestuarios, donde se hicieron las labores de pintura, y está pronta la renovación total de las griferías.
La última parte de la obra (la más importante quizás experimentada por un estadio olavarriense en los últimos 50 años) será la renovación total de la iluminación. Tal vez la inauguración se haga para cuando el "Buglione Martinese" reciba una nueva edición del Festival de Doma y Folclore.
Pero los chairas aguardan otro final de obra, ideal, más afín a sus sentimientos: volver a los lugares futboleros de donde nunca tendrían que haberse ido. La primera parte de aquella promesa de Carlos Orifici en la ya lejana y tumultuosa Asamblea está encaminada; después será tiempo de avanzar sobre la otra.