Se jubiló la tesorera de la Municipalidad de Laprida El viernes fue su último día de trabajo; una jornada diferente que mezcló emoción y afecto en torno de la figura de Ana Fernández.
Andrés un compañero de labor, luego de la sesión de fotos junto con sus compañeros del área, acercó un sentimiento desde el papel que dice: "Los seres humanos pasan, las instituciones quedan". Así lo expresa una popular expresión que sin dudas está perfectamente aplicado porque el que convive con una institución -mal o bien- deja al alejarse un sin fin de historias, recuerdos, cariños y la huella de su paso.
El 29 de julio de 1968 y con Néstor Martijena de Comisionado Municipal ingresó a la Municipalidad una joven que con el correr de los años y por su enorme capacidad y perseverancia se ganó un lugar por demás importante entre quienes la compartimos como compañera y amiga.
En su lugar de trabajo vio pasar a varios jefes comunales, además de Martijena fueron Luis Mendioroz, Anator E. López, Teniente Leites, Ing. Mario Díaz, Alejandro Servat, Alfredo Irigoin y Susana Iglesias. Con todos ellos y pese al paso de los años, Ana María Fernández (La Negra) continuó con su loable trabajo en el sector de tesorería y contaduría, y con las mismas ganas de aquel fin de julio de 1968.
No se casó pero tiene muchos hijos, los que acaparó con su otra vocación: la docencia, allí fue y es una docente "de aquellas", firme, exigente, pero con un corazón grande y bueno que se enternece ante sus pequeños.
Así es la Negra Fernández, un ser maravilloso que gracias a Dios pude conocer. Fuerte cuando los malos tiempos de la vida la castigaron, humilde pese a lo delicado de su función, solidaria con sus semejantes.
Luego de 39 años de labor se jubila, se ganó con creces el merecido descanso, de aquí en más podrá realizar sus tradicionales viajes de excursión, -ahora sin tiempo para regresar-.
Quienes compartimos buenos y malos momentos con vos, hoy tenemos algo que nos cuesta descifrar; estamos contentos por este premio a su perseverancia, pero tristes porque ya no tendremos tu pequeña figura detrás del mostrador, pero de lo que estamos convencidos es que seguirás siendo nuestra compañera de trabajo. Chau Negra, hasta el próximo cheque, chau tesorera".
Sus compañeros de labor y las autoridades municipales la homenajearon el viernes con una cena en un hotel céntrico, donde el humor estuvo a la altura de su persona. Sus camaradas le obsequiaron una silla mecedora y un par de pantuflas.