Falleció este jueves
Fue alma mater del primer equipo carbonero ganador de un torneo de la ABO, en 1958. Historia que 53 años después repetiría su nieto Tomás con la camiseta albiceleste.
Ya no estará más su figura, su bonomía, esa pasión por el básquetbol carbonero que lo tuvo como alma mater del primer equipo campeón de un torneo de la ABO, en 1958, y como fuel seguidor del que se volvió a coronar 53 años después en la cancha de Pueblo Nuevo, el 1 de diciembre de 2011, con su nieto Tomás como gran protagonista.
Pero su espíritu, su aura, su impronta permanecerá por siempre en ese lugar, más allá de que este jueves le haya dicho adiós a esta vida, como consecuencias de algunos inconvenientes de salud que se agravaron en el último tiempo por un accidente doméstico.
Don Alfredo fue el alma mater, el dirigente más importante, el hombre que armó a ese primer Ferro campeón, cuando el carbonero hacía de local en la vieja cancha de básquetbol con piso de polvo de ladrillo, que durante décadas permanecío en el lugar que hoy ocupa el complejo de natatorios del predio, sobre la avenida Pringles.
Aquel primer título para Ferro fue el 3 de abril de 1958, con la victoria 50-48 sobre Estudiantes. Dirigieron Sastre y Domínguez, de la Federación de Capital. Por ese Ferro, que contaba como entrenador a otro ícono histórico del club como Adolfo Gamondi, jugaron los sierrabayenses Francisco Bilenni y Ernesto Brienzo (que no convirtieron), el célebre "Patón" Arouxet aportó 6 unidades y el lamatritense Néstor Salas sumó 8.
La figura del juego fue Orestes Beltrachini (fallecido en un accidente automovilístico) con sus 22 puntos, un hombre que ganaría trascendencia en la escena política provincial como senador por la UCR. Desde el banco llegaron los muy valiosos 14 puntos del lomanegrense "Bolita" Sbardolini y completó la planilla Manolio, el papá de Marcelo.
Cincuenta y tres años después don Alfredo presenció en Pueblo Nuevo la coronación de su nieto y, más allá de esta desaparición física que acongoja a Ferro y al básquetbol de Olavarría, estará siempre presente allí donde estñe una camiseta albiceleste y una pelota de básquetbol.