ARGENTINO "B". Racing le ganó 1 a 0 a Juventud, en Pergamino
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Fotos: Marcelo Kehler
La estrategia brillante, la táctica perfecta, los intérpretes impecables. Con una enorme demostración de oficio, Racing no sólo sacó provecho de la victoria (3 a 1 ) lograda sobre Juventud de Pergamino en el partido de ida, sino que le dio una paliza táctica en su propia casa, le ganó sin discusiones y se convirtió en el primer equipo olavarriense que jugará el campeonato Argentino "A".
La estrategia de Tenaglia era partir a Juventud en la mitad de la cancha; no darle espacios allí para que pudiera salir una pelota entre líneas que le complicara esta eliminatoria y para ello utilizó una táctica inédita: la defensa igual, la delantera también, pero en el medio puso a dos hombres por afuera (Casale y Rodas) y dos por el medio (Agüero y Pedraza).
Como lo había ensayado en la semana, y le salió a la perfección porque no hubo un solo intérprete por debajo de los siete puntos.
Así, el trámite se le hizo simple a Racing. Salió mucho más despierto que Juventud y, recostando el juego por el lado de Saavedra, empezaron a caer las pelotas sobre el área de Ramundo.
Todos los centros provocaban la sensación de riesgo, pero hubo tres clarísimas, y todas para el "chaira": una volea de Saavedra, como "siete", que se "sentó" en el travesaño; una enorme jugada de Casale (de ocho para nueve), que dejó solo a Rodas, pero el zurdazo del azuleño se fue pegado al palo y una terrible volea de Saavedra (desde 40 metros), que Ramundo alcanzó a cachetear en el ángulo.
Nadie sacaba la cara por Juventud, por eso el primer tiempo fue demasiado tranquilo para Senzacqua, quien sólo debió exigirse para sacarle a Luciano Córdoba una pelota "para la foto".
Sólo en inicio del segundo tiempo, gracias a una lluvia de centros, Juventud quiso reaccionar ante la adversidad. Fue menos de un cuarto de hora y se encontró con un Racing muy bien parado en el fondo.
Pasado el chubasco, todo fue de Racing, pero le costaba encontrar el resquicio, hasta que entró Sepúlveda, desparramó dos rivales por la izquierda, sacó el centro, Tucker se abrió de piernas en el primer palo y detrás suyo apareció Oscar Altamirano para hacer magia: amagó, dejó desparramado a Ramundo en el área chica y tocó suave al arco vacío.
Enseguida el goleador le sirvió el segundo a Sepúlveda, pero Ramundo se interpuso entre el último toque del bahiense y la red.
Nada contaba a esa altura para el medio millar de olavarrienses que copó la cancha de Argentino de Pergamino.
La fiesta ya había empezado.
(*) Publicado en la edición de diario EL POPULAR del 22 de mayo de 2005