Torneo del Interior "Ferro es como la primera novia, y con ese gol me terminé casando" confió el "Gordo" Córdoba, autor del gol del ascenso, desde Santa Fe.
Los carboneros habían vencido en la primera final del Torneo del Interior 1-0 a los formoseños de Defensores en el "Domingo Colasurdo", una semana más tarde viajaron al Norte, y con el empate 1-1 labraron el ascenso al campeonato Argentino "B".
En la ida Rubén Maldonado hizo el gol que permitió una exigua, pero inquietante ventaja, en la vuelta el empate de Diego Córdoba consumó la hazaña carbonera.
Hoy el "Gordo" vive en Villa Constitución, donde está terminando su casa; Sofía agrandó la familia que en Olavarría sólo conocía como heredero a Lázaro, y sigue metiendo goles en la liga local para Ateneo Juan Pablo II, club creado hace tres años por el ex jugador de Independiente Marcelo Reggiardo.
"Hicimos una muy linda amistad con Marcelo, que fundó con el doble objetivo de jugar el torneo de la liga, pero además reclutar a chicos de la calle. Me invitó, compartimos un par de charlas, y me fichó. La verdad, está bueno" destacó.
Aquellos cuatro fantásticos que llegaron del sur santafesino para reforzar a ese Ferro de Arbío siguen en contacto. "Nahuel (Guerrero) volvió hace poco de Italia con el pasaporte comunitario; Eduardo (Bisio) juega en Figueras, otro equipo de la Liga; a Maxi (Vera) lo traje conmigo y me da una mano en la carbonera. Soy el único carbonero verdadero, je" bromeó el inefable goleador de aquella inolvidable campaña.
El "Colo" Britos (que llegó para la primera temporada en el Argentino B), también juega para el Ateneo. "Con la gente de Ferro estoy siempre en contacto; vivo al tanto de todo. Me hablo siempre con los chicos. Pocho (Gargaglione) se viene una vez al año a casa; con Guille (Gargaglione) hablamos siempre, con Carlitos (Arena) también, con Enriquito (De la Vega)" contó.
"¿Cuatro años ya de esa final?" se preguntó, sorprendido al revelarse el motivo de la comunicación. "El recuerdo más fuerte de esa campaña fue el grupo. Lo construimos de a poco; llegamos en un momento que el club no estaba bien, y fuimos superando escollos. En un momento vi que el vestuario no estaba bien, que no les estábamos llegando a los chicos, así que me acuerdo organizamos una mateada en la calle Balcarce, y ahí se limaron un montón de asperezas. Ahí empezamos, y cuando nos quisimos dar cuenta estábamos peleando el ascenso" confesó.
Quiso el destino que al mejor final se llegara con un gol del goleador. "Nada más lindo en mi carrera. Dicen que la primera novia nunca se olvida, y para mí ese gol fue como el casamiento con Ferro. Algo que va a quedar por siempre; y cada tanto uno se mete en Internet para volver a verlo. Lo más importante que me pasó en la vida fueron mi familia, Dios y Ferro" subrayó.
"Siempre me dio vueltas por la cabeza esa cosita de volver, pero ya no. Tengo 34 años, hace dos que dejé de jugar al fútbol profesional, y ahora Ferro necesita otra cosa, gente nueva" aclaró.
Con el "Gordo" siempre habrá muchos temas para hablar, porque se fue de Olavarría dejando una marca no sólo dentro de la cancha, sino afuera.
El cierre lo puso él, con pedidos enfáticos de saludos para tanta y tanta gente que se pegó a su calidad humana: Elsa y Rosario del mercadito de Villa Floresta, "el Gordo Walter Casanovas, que me permitió ejercer mi oficio de peluquero", el Vasco Salías ("un chaira que hacía los mejores asados que comí en mi vida" reveló), la familia Gargaglione...
Y siguen las menciones, pero se acaba la nota. En Olavarría, el Gordo Córdoba no será Roberto Carlos (el cantante), pero no está lejos.