RALLY

Correr para contarlo

RALLY DAKAR. Mientras se recupera físicamente de la extenuante carrera, Juan José Barbery habló de su primera experiencia como piloto

Javier Torres

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Lugar y espacio poco común. Juan José Barbery se encuentra hoy en el domicilio de su pareja Silvia Inés Venesio. La oftalmóloga atendió al cronista de este diario en su consultorio de la calle Cerrito, con la frase: "El Gato ya viene, se quedó dormido". Unos minutos después aparece la figura del piloto - periodista que acaba de cumplir el sueño de toda su vida, ser piloto de moto en el Rally Dakar Argentina - Chile 2011.

La competencia más exigente del mundo dejó secuelas. Juan José está en reposo sobre un sillón hasta diluir con medicamentos el coágulo que tiene en su rodilla izquierda por la caída de la Beta Nº 185 en Calama. Nada le impide preparar el mate, mientras sigue sorprendido por el cariño demostrado por el público de Olavarría, el domingo pasado, en la Peatonal ni bien arribó a la ciudad. "Dejé un agradecimiento en el Facebook porque son impresionantes los mensajes que recibí. A todos gracias", indicó mientras llenó el termo con agua para la charla.

-Es una frase hecha, ¿pero hay un antes y un después del Dakar?

-Para nada. Es más, opino lo mismo. Para mí ya había un antes y un después desde 2009 cuando cubrí el Dakar como periodista, por afuera. Es una frase histórica que recién comienza a tener sentido cuando estás adentro.

-¿Creés que por haber aplicado el código de motoquero olvidaste que estabas dentro de una competencia y hubo un retraso importante entre etapa y etapa?

-Lo pienso en frío y es uno de los errores que cometí. El Dakar es una carrera en la que tenés que avanzar. Hoy rebobino el casete y paré demasiado; regalé mucho tiempo porque cuando uno más rápido llega, más tiempo puede descansar. Ese fue el primer error de principiante.

El "Negro" Junco siempre me lo anticipó: "No hay que dormirse en los enlaces". Aquí los enlaces estuvieron súper ajustados porque debía viajar a 120 kilómetros por hora para hacerlos en tiempo. Mi mejor enlace ocurrió desde Perico, en Jujuy, hasta la largada en Calama en la cuarta etapa.

Ese día comprendí que había puesto en riesgo parte de la carrera, porque al largar tarde te alcanzan los autos. Recuerdo que a los 20 minutos de iniciar el especial me pasó Sainz y ya empecé a estar en la cadena de la tierra de los autos. Ahí empecé a comprender el tiempo real de toda la carrera.

-¿Esa equivocación llevó a que pasaras tanto tiempo arriba de la moto?

-Lo comprendí tarde. Interiormente iba administrando la energía para llegar de una forma u otra por día. El balance no resultó positivo en lo deportivo, pero cuando lo apliqué pasé muchas horas arriba de la moto (17) pero sin tener ningún inconveniente mecánico. Así y todo sufrí tres golpes fuertes, el más importante el de la rodilla, 25 kilómetros antes de Calama. Una lástima porque hubiese sido otra carrera.

Después te planteás: ¿cómo sería una carrera largando del puesto 100 para adelante? Si hacés los especiales rápidos te permite entrar en el grupo de las primeras 100 motos, donde cambia mucho la huella, ni hablar entre los 50 de adelante.

Laurent Lazard nunca había largado detrás del 50. En una etapa partió al lado del equipo Beta argentina por sufrir un problema en la caja de velocidad y nos dijo: "Ustedes están haciendo tres Dakar en uno por todo lo que encuentran en los caminos".

-¿Ocasionó algún malestar el Paso de Jama, a 4.800 metros sobre el nivel del mar, en el paso de la Argentina a Chile?

-No porque ya había pasado por Jama dos veces y al pico máximo de altura lo lográs enseguida, para luego empezar a bajar. Lo más complicado estuvo en el clima, hizo mucho frío. Me preparé con una campera extra, más un cubremano especial con abrigo, y ahí me di cuenta que más allá de no estar dentro de un especial, lo importante es viajar cómodo. Porque si los 500 kilómetros arriba de la moto lo pasás mal, ya llegás a la largada cansado.

Otro de los errores que debo pasar en limpio es la organización externa para poder dormir tranquilo en un colchón. Ya el primer día, en Victoria, dormí en el pasto porque no pudo llegar al camión de asistencia porque estaban arreglando el motor de Petrone en el enlace.

Y ya empezás a acumular horas de sueño. En Calama, por gentileza de Kawasaki, dormí al reparo de un camión con una temperatura de cero grado, sobre una camilla y una bolsa de hielo en la rodilla. La pasé mal: dormí, pero no descansé.

-¿Cuáles son las primeras imágenes que aparecen?

-Todos los sueños son extraños. Los primeros días quedé traumado porque pensaba que seguía en carrera, que paraba en un control y que me faltaban doce minutos; la palabra "doce" siempre aparecía, los famosos doce minutos por los que quedamos fuera del Dakar. Ahora pasaron los días y los sueños son más reales (risas).

-¿Si hubieras tenido un sponsor internacional hubiera sido otro el desenlace?

-No sé. El dinero ayuda, pero no garantiza nada. Beta Italia sólo en motos gastó 300.000 euros y las dos motos terminaron atrás de los cuatro pilotos argentinos de Beta. El italiano Iván Boano, que para mí toda la vida fue un gran piloto y lo he admirado, abandonó al mismo tiempo que nosotros.

El Dakar es una prueba de vida, donde tenés que saber administrar energía, recursos y el dinero estar bien aplicado. A Volkswagen le llevó seis años ganar el Dakar teniendo más de 10 millones de dólares de presupuesto. Recién pudieron en 2009 en Sudamericana.

En mi caso deberé hacer un replanteo. Lo hice no competitivo, pero si de ahora en adelante pretendo llegar a tiempo deberé entrenar desde marzo, conocer mucho más la moto porque el dinero lo conseguí recién en octubre y el primer contacto lo tuve el 25 de diciembre. Faltaron pruebas, detalles, pero hasta que no lo vivía no sabía cómo aplicarlo.

La plata bien administrada puede ayudar mucho. Pero debe haber una buena imagen para el sponsor que te pueda ayudar. Hoy no puedo asegurar un resultado deportivo, sí una exposición mediática por mi profesión.

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