BASQUETBOL. La selección argentina de cara al Mundial de España 2014
Para eso se usa una palabra clave en todos los aspectos de la vida: recambio generacional. A veces muy doloroso, a veces menos, en empresas, trabajos, docencia y deporte.
El básquetbol argentino venía muy dulce con estos jugadores que nos ponían hasta Londres 2012 entre los cuatro mejores del mundo siempre. Casi emulando la importancia mundial del seleccionado futbolístico, y superando su performance más de una vez.
Pero todo ciclo se termina, todas las personas crecen y decrecen en su performance y los grupos se desgastan y desarman como un proceso lógico. Ya no están los Wolkowyski y Oberto, y en esta ocasión tampoco los Ginóbili y Delfino, lo que hace que Scola, Prigioni, Nocioni y Herrmann asuman una responsabilidad sobre sus hombros, difícil de sobrellevar frente a equipos tremendamente armados como España, Estados Unidos y otros más, como lo mostraron los amistosos previos.
Entonces es la hora de los Campazzo, Delía, Bortolín y Gallizzi para complementar, acompañar y tomar determinaciones también. Paciencia, es época de transición, recambio, formación de nuevos grupos o talentos.
No comparemos, acompañemos. No desfallezcamos si no se rinde como uno espera. Sería casi normal, natural. Sucede en todos los deportes. Y depende de cómo se preparó ese momento de recambio. Quizá ahí estuvo el punto flaco de estos años.
Nuestros 3 y 4 son bajos, no tan rápidos y saltarines como los de primer nivel mundial. La altura, en un país de genética baja, pese a la mezcla de razas, debe ser milimétricamente buscada y cuidada, enseñada, pulida. Un 4 ó 5 debe tener de 2,08 a 2,15 metros, además de desempeñarse adecuadamente en su posición.
Había puestos clave que se sabía terminarían y ahí se flaqueó. Hoy Ginóbili y Delfino se van a sufrir a horrores. Sólo Safar asoma como un romperredes temible, pero es poco. Los tableros serán clave y se deberá batallar en notable desventaja en esa área.
Está claro que España estás demasiado arriba hoy como para medirlos. Tienen dos equipos en uno. Son candidatos firmes. Igualmente los americanos y vienen duros otros como Lituania, por ejemplo. Entonces, ante esta realidad de posibles deficiencias y debilidades, de jugadores que van a necesitar años de adaptación, de un grupo nuevo de Selección de este período de transición, sepamos que estar entre los diez primeros del mundo es un logro.
Entre las mejores ocho, más aún. Y si el avance sigue, sería notable. No esperemos campeonatos ni podios. Seamos piadosos, pero acompañemos. La garra, la picardía y el conocimiento siguen intactos y suman un plus que puede disimular otras carencias.
Ser inteligente plantel y cuerpo técnico, definir y saber para qué se está, será clave para poder definir el objetivo y superarlo, si se pudiera. Ante esta realidad de hoy, estar entre las diez mejores selecciones es un gran logro. Si hay más será grandioso, y mucho más, glorioso.