EL POPULAR en Brasil
El autor del tercer gol ante los alemanes en la final de México 1986, Jorge Burruchaga, analizó el Mundial, el colapso brasileño y la Copa del Mundo.
BELO HORIZONTE / Daniel Lovano, enviado especial de EL POPULAR Medios
En estos días su teléfono no parará de sonar, y él nunca terminará (por lo menos hasta el domingo a las 16) para contar aquella inolvidable fuga del carcelero Briegel, para anotar el gol que le dio a la Argentina su segunda Copa del Mundo en el estadio Azteca de México.
Es una fotografía indelebles en la memoria y los corazones argentinos, como coronación de aquel proceso, criticado como ninguno, que terminó en uno de los dos puntos más altos en la historia del deporte nacional.
Fue Maradona universal, pero también fue un sistema defensivo inabordable, con figuras como Giusti, Batista, Valdano o Enrique que tocaron el techo futbolístico de sus carreras, y un escudero del genio que en la final (cuando la tormenta alemana anunciaba males mayores), inventó la corrida de todos los tiempos para recibir aquella asistencia genial del "Diez", seguir a pesar del retumbar de los pasos del gigantón Briegel, y definir por abajo de Schumacher.
Jorge Burruchaga estuvo en San Pablo, para ver la clasificación argentina a la final. "Y, bueno; no es que uno viva de recuerdos, pero es lindo que se rememore aquella corrida", aceptó el entrerriano que salió de Arsenal para Independiente, del Rojo para el Nantes y del "Azteca" hacia la eternidad.
Burruchaga hizo un análisis no sólo de la clasificación argentina, sino del derrumbe brasileño. "Por momentos daba miedo ver a los alemanes. Venía mejor, Brasil tenía la sombra del Maracanazo y la ausencia de un jugador clave como Neymar, pero esta catástrofe se da una de cada mil, y más entre dos grandes".
En la piel de los jugadores brasileños, el "Burru" (reflexiones conseguidas, otra vez, gracias Enrique Cruz, enviado especial de diario El Litoral de Santa Fe) comentó que "lo primero que te agarra es impotencia. Yo veía que se miraban, no tenían reacción, no hablaba nadie; el primer gol fue un córner con una confusión de marcas muy grande, pero lo de los cuatro goles que siguieron en ese primer tiempo no tienen explicación. Alemania lo hizo desde la practicidad y desde la posición brasileña de equipo demolido".
Entonces se enganchó con el último escollo para los de Sabella. "Cuando se dice que a las historias hay que respetarlas, es realmente así. Italia y nosotros lo demostramos varias veces. Italia llega a la final y la gana en el 2006 y nosotros, muertos como estábamos, lo hicimos en el 90. Alemania te puede gustar más o menos, pero los números demuestran que es la mejor selección en los últimos 15 ó 20 mundiales".
"Acá hubo un proceso muy bueno. Löw fue el ayudante de Klinsmann y hay, en consecuencia, todo un trabajo a largo plazo. Tienen en la cancha a seis o siete jugadores del Bayern Munich, que es uno de los mejores equipos del mundo. Schweintzeiger es uno de los mejores jugadores del Mundial y en él se basa buena parte del funcionamiento", subrayó.
De Alemania saltó a la Argentina. "Yo fui uno de los que declaró que teníamos el mejor cuarteto del mundo, con Higuaín, Messi, Di María y Agüero, pero Higuaín se lesión en el Napoli, Agüero también en el City, Di María venía espectacular y ahora no está, y queda Messi. El equipo apareció, se equilibró, está más compacto; hay que mejorar en el juego más allá de la dependencia que podamos tener de Lionel. Pero tendremos algo a favor: la gente... A mí me sorprende esto, porque en nuestros tiempos no era así".
"El periodismo dice que en los mundiales no se puede cambiar y no lo comparto. Cada partido tiene su historia, no es el torneo doméstico. Van Gaal es un zorro y dijo que iba a esperar cómo jugaba la Argentina para armar el equipo, y lo hizo. Alejandro cambió a tiempo. Demichelis le dio tranquilidad a la defensa, Biglia y Gago son parecidos, pero Biglia es más táctico. Y Enzo Pérez no es igual a Di María, pero lo intenta bien", acotó.
Burruchaga, que de esto algo sabe, enfatizó que "la gloria no tiene precio. Estos chicos pueden estar salvados, pero ganar un Mundial es distinto. Si lo consiguen, se darán cuenta de que no hay plata en el mundo que pague el honor de ser campeón mundial con la camiseta de tu país".
Cerro con una opinión acerca de la continuidad de Sabella, ahora que en Brasil es vox populi que dirigirá su último partido en la selección nacional: "Los mundiales dejan secuelas y muchos renuncian. Salvo Menotti y Bilardo, nadie dirigió dos mundiales. Bielsa estuvo cerca, pero no llegó al segundo. Lo que logró Alejandro después de 24 años le da para seguir, hizo un buen trabajo, pero no soy yo el que lo tenga que decir".