Semifinal
Una fiesta histórica, ese es el título que mejor le cabe al pase del seleccionado argentino a la final del Mundial 2014, tras superar a Holanda en la semifinal en San Pablo.
Los simpatizantes de Lionel Messi y compañía, unos 30 mil en el estadio Arena Corinthians, donde hubo 63.267 personas cuando la capacidad es de 63.321, celebraron eufóricamente hasta mucho después del partido el pasaporte a la definición del próximo domingo ante Alemania en el Maracaná de Río de Janeiro.
Pero antes, tuvieron tiempo de gozar desde temprano con todo tipo de canciones a sus eternos rivales futbolísticos por el 1-7 que sufrieron ante los `teutones` y que les impidió llegar a la final.
La respuesta no se hizo esperar, pero con una llamativa diferencia a los cotejos anteriores, porque el grito surgió desde los cuatro costados pero casi fue imposible detectar el foco original, pues una mayoría de los locales no eligió sus tradicionales colores sino que prefirió asistir como neutrales.
"Olé, olé, olé, olé, olá, del 7-1 no se olvidan nunca más", "Ahí están, ahí están, los que perdieron 7-1 de local" y "Oh, se comieron siete, les rompieron, el oj...", entonaron los `albicelestes`, que contaron también en voz alta del 1 al 7, acompañando cada número levantando un brazo.
Y algunos hasta le cambiaron la letra al ya famoso hit "Brasil decime qué se siente" pues cantaron "Brasil decime qué se `siete`", e hicieron mover también al coqueto escenario paulista, en su último cotejo como sede del Mundial, con el "tomala vos, damela a mí, el que no salta, es de Brasil".
Los locales no se amilanaron y le plantaron duelo con el también famoso cántico sobre los "1.000 goles" de Pelé y la descalificación a Maradona, y el grito de "pentacampeao", al tiempo que se volcaron a favor de Holanda gozando con el "olé, olé" cuando se pasaban la pelota y "chiflando" cuando la tenía el rival.
¿Los holandeses? Estuvieron distribuidos en pequeños manchones naranjas por las gradas y apenas tres veces pudieron sobresalir en la compulsa argentina-brasileña con el "Holland, Holland".
La lluvia dijo presente desde el entretiempo y afectó a las dos tribunas cabeceras y a las filas más bajas de las "plateas", las más caras, ya que fueron los únicos lugares que no cubrió el techo metálico del Arena Corinthians, pero no impidió que continuara el fervor sobre todo del lado argentino.
Y el ingenio rápidamente golpeó a la puerta de estadio y se abrió paso entre la hinchada `albiceleste`, que aprovechó las inclemencias del tiempo para volcarla al folclore del fútbol: "esta lluvia de mie..., no quiere parar, son brazucas, que no paran de llorar".
Lionel Messi, con el "que de la mano", y Javier Mascherano, con una ovación cuando quedó golpeado en el suelo, fueron los jugadores más reconocidos por la hinchada, que en los minutos finales del tiempo reglamentario le regaló un aliento generalizado al equipo invitándolo al ataque.
"Oh, Argentina, vamos, ponga huevo, que ganamos", "vamos Argentina, que tenemos que ganar, que esta hinchada no te deja de alentar", y el más ofensivo "a estos pu... le tenemos que ganar", sonó con efusividad desde los cuatro costados, pero no hubo respuestas en la cancha, en un partido muy difícil y trabado.
Ya en la prórroga, con menos gente en las cabeceras, sobre todo porque brasileños que se fueron cansados de la lluvia y el frío, los argentinos se adueñaron del aliento y ya no tuvieron disputa, siendo una vez más claramente locales en este Mundial.
"Olé, olé, olé, cada día te quiero más, oh, soy argentino, es un sentimiento, no puedo parar", se escuchó sobre el final del suplementario, y fue un canto ensordecedor y emotivo, con banderas, remeras y lo que sea girando por sobre las cabezas.
Llegó el turno de los penales y el nerviosismo se adueñó de todo el estadio. Pero Sergio Romero con dos tapadas y las concreciones de Messi, Ezequiel Garay, Sergio Agüero y Maximiliano Rodríguez desataron la locura, y los jugadores y los hinchas se unieron en una eterna celebración coincidente con la fecha patria del Día de la Independencia.