EL POPULAR en Brasil
No sé si les pasa a todos, y en todos los viajes largos, pero muchos que coinciden que es normal el "síndrome de las valijas".
Brasil, día 31. No sé si les pasa a todos, y en todos los viajes largos, pero muchos que coinciden que es normal el "síndrome de las valijas". El continente de la ida con el correr de los días se va haciendo insuficiente para el de la vuelta y, en este caso, sólo con el material entregado por la FIFA, con un bolso de mano no sé si sería suficiente.
Salimos a primera hora de la mañana con Darío. El quería comprar una valija, porque vino sólo con una; yo traje una grande y una chica (y estoy en aprietos). Arrancamos para la zona comercial del barrio (Venda Nova), que está a unos 1.000 metros, en lo que algún tiempo debe haber sido ladera abajo, antes de que los morros de Belo Horizonte fueran invadidos por las casas.
La primera parada fue en una zapatería como sacada de un cuento de García Márquez: pequeña, cartelería ultra amateur, pintura demasiado vieja, como escondida al lado de una esquina. Dos morenos corpulentos en la puerta, unos pocos centímetros de mucheta, y cinco metros de fondo con cientos de bolsos y valijas amontonadas como fueron cayendo.
"Cuánto cuesta la valija chica", preguntó Darío, y le entendieron. El optimismo de Darío es elogiable: rueditas poco confiables, interior como si unos niños la hubiesen utilizado para sus juegos en tierra, la manija tan trabada que ni un chorro de aceite permitía el deslizamiento.
"Después vuelvo" prometió, y nos cruzamos enfrente, una cuadra en diagonal. Una tienda, "Amigao", con un montón de bolsos y mochilas colgadas en las arcadas, en un frente de 10 metros. Aunque la pinta es lo de menos, dicen, la confiabilidad era otra.
Nos atendió Cézar, flaquito de unos 25 años y metro ochenta y pico de altura, con una prolija bandera argentina en su mano derecha (con sol y todo), improvisada sobre el cartón del fondo de una caja de zapatos. "¿Y eso?", le pregunté. "Eu sou torcedor da Argentina; depois do Brasil" me dijo.
Empezó a mostrarnos la mercadería, pero yo seguía aturdido con una nueva muestra de afecto para nuestras cosas. Otra más, desde el 6 de junio, y van...