EL POPULAR en Brasil
El Diario de Viaje está llegando a su fin, y no te pierdas las grandes vivencias que tiene para contarnos el equipo de EL POPULAR Medios desde Brasil.
Brasil, día 30. Brasil sorprende a cada paso con sus contrastes, sus bellezas, su historia, la amabilidad de su gente. Casi nada para quejarse, salvo la parsimonia tan especial de los cajeros, que transforman cada trámite en una cola interminable para todo.
El sábado a la noche, todavía que el agotador viaje Brasilia - Belo Horizonte no se hace en menos de medio día, se produjo una demora de una hora en la salida por un atascamiento en las ventanillas de la empresa de ómnibus Itapemirim.
Mucha gente para regresar y, a medida que fueron subiendo, el micro se convirtió en un asamblea de las Naciones Unidas: ingleses en la primera fila del lado de la banquina, brasileños del otro, dos chicos peruanos un poco más allá, una pareja de italianos, uruguayo, una familia belga ocupó otros cuatro asientos, por supuesto brasileños y argentinos (alguno con perfil sospechoso de barrabrava) dominaban la escena.
Asiento 5 y 6 para Darío y yo. Del otro lado del pasillo padre e hijo (algunas similitudes faciales no necesitan de confirmaciones verbales) que se comunicaban en un idioma inteligible: ninguno de los latinos, mucho menos inglés, no sonaba parecido a nada del este europeo, sus ojos no denotaban un origen del lejano Oriente.
Ahora cuando se apagaron las luces, el padre se puso a hablar en un idioma universal: el ronquido. Encendió todas las máquinas del aserradero y no las apagó hasta bien cerquita del destino final, la ciudad de Belo Horizonte.
Intenté con un par de empujoncitos en el hombro, y el tipo como si nada. Dormir se convirtió en una utopía (por lo menos para mí, porque Darío ni se enteró). Al despertar la inefable curiosidad periodística pudo más. "¿Where are you from?" (¿de dónde sos?) le pregunté.
"De Israel" me contestó el padre sin girar la cabeza, mientras el hijo se sacaba el suéter y debajo descubría una camiseta argentina de Leo Messi. Se les notaba emoción en el rostro con las imágenes que devolvían la pantalla astillada de su celular: la hinchada argentina cantando "Brasil decime qué se siente".
Entonces el ronquido quedó perdonado.