FUTBOL

Elmo Cordeiro, alcanza
pelotas en el Mundial del 50

EL POPULAR en Brasil

Tiene 80 años, nació en Niteroi (Río de Janeiro), pero vive desde 1944 en Belo Horizonte. En el Mundial del 50 trabajó a la vera de campo de juego, en un rol que remite a las huellas que dejaron los futbolistas argentinos en este país.

BELO HORIZONTE / Daniel Lovano, enviado especial de EL POPULAR Medios

Cuando Brasil era Brasil, pero no tanto, se nutría de los excepcionales jugadores argentinos de la década de 30 y de 40. Alguien dijo que Antonio "El Cuila" Sastre, prócer a quien los historiadores ubican por encima de Ricardo Bochini en la mitología "Roja", fue quien enseñó a jugar al fútbol a los paulistas.

Sastre entendía el concepto y la virtud de la polifuncionalidad como ninguno en su época. El hombre que fue inmortalizado en Brasil, postulado para Premio Nobel de la Paz, uno de los pocos futbolistas argentinos que la AFA eligió para integrar su salón de la fama.

En 1942 dejó a sus espaldas 13 temporadas en Independiente, más de cien goles, casi 350 partidos y llegó para vestir la camiseta de San Pablo. Ganó tres títulos e impulsó la construcción de una estatua en su honor en los alrededores del estadio "Morumbí".

Tan grande fue su impronta que al abandonar el club, en 1946, el presidente tricolor Décio Pacheco Pedroso dijo "no duden que si se propone un jugador de fútbol para Premio Nobel, todo Brasil lo va a votar a Sastre".

Uno de los más grandes entrenadores de la historia de Brasil, Oswaldo Brandao dijo que Sastre fue "el hombre que nos enseñó a los brasileños a jugar al fútbol". Brandao no era el de la guía telefónica; en la Argentina diseñó un ataque excepcional (que formaban Raúl Emilio Bernao, Osvaldo Mura, Luis Artime y Raúl Savoy) en el Independiente campeón Nacional en 1967.

Esta ligazón, no tan grande como debiera entre dos países vecinos, dejó mucho más registros de este lado de la frontera que de aquel. Bernardo Gandulla fue, además de formador de futbolistas en las divisiones inferiores de Boca Junior, jugador en el Vasco de Gama de Brasil, y por su costumbre de ir a buscar la pelota fuera del campo para no perder tiempo en la reposición, a los alcanzapelotas en Brasil se le llama "Gandula".

Los "Premios Gandula" entre las décadas del 70 y 80 premiaba a los mejores deportistas brasileños, creación del periodista deportivo Wilson Brasil desde su columna "Gazeta dos Esportes".

Este Mundial rescata una historia que remite a la huella dejada por esos jugadores argentinos en Brasil. Elmo Cordeiro tiene 80 años, nació en Niteroi (estado de Río de Janeiro) pero vive en Belo Horizonte desde 1944.

Empleado público jubilado, casado, padre de cuatro hijos, fue alcanza pelotas voluntario durante el Mundial de Brasil 1950, en los partidos que se jugaron en el estadio "Independencia" de Belo Horizonte: Yugoslavia 3 - Suiza 1, Estados Unidos 1 - Inglaterra 0 y Uruguay 8 - Bolivia 0.

"Yo trabajaba en la compañía que estaba construyendo el estadio Independencia y quería ver todos los partidos del Mundial, pero no tenía dinero. La única salida era ser alcanza pelotas, entonces me presenté como voluntario y fui ''gandula'' en esos tres partidos" dijo Cordeiro, dueño de una prodigiosa memoria que le permite recordar las formaciones de los equipos que vio en cancha.

"Siempre me interesó mucho el fútbol" reconoció este hombre que fue homenajeado durante la ceremonia en la que se designaron Embajadores de la Copa 2014 en Belo Horizonte por su contribución al deporte del Estado.

"Las dos Copas van a quedar grabadas en mis retinas, porque el fútbol está en mis venas" confesó.

Después de aquellos partidos como "Gandula" en Belo Horizonte, en compañía de su padre, Elmo viajó en auto hacia Río de Janeiro para asistir a la final de 1950, donde fue testigo del Maracaonazo; 64 años después (el sábado pasado) estuvo a punto de ser testigo del "Mineirazo".

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