Rumbo a Brasil 2014 Alemania 74 no sólo marcó el regreso de la Argentina a las Copas del Mundo después de 8 años, ni la consagración del equipo local. Marcó un antes y después con la irrupción de Holanda y su "fútbol total". Tanto, que su impronta fue capaz de eclipsar a la consagración local.
¿Qué fue Holanda 74, la "Naranja mecánica" o el fútbol total? En principio una forma de entender el juego armada sobre la base de los dos mejores equipos europeos de la primera parte de la década del 70 (el Ajax de Amsterdam y el Feyenoord de Rótterdam), con dos ideólogos desde el banco de suplentes: el húngaro/rumano Stefan Kovacs y el holandés Marinus "Rinus" Michels, ambos entrenadores del equipo de la capital holandesa.
¿Cómo jugaba? Para los más chicos, lo más parecido al mejor Barcelona de los últimos 10 años (de hecho, el estilo Barça es la copia más celebrada del estilo holandés), con un genio que sobresalía ampliamente por encima del resto (Johann Cruyff), que provocada en los rivales eso que sugería el equipo de Guardiola: sin la pelota obligaba al rival a moverse en un espacio de 20x20, y con la pelota los ampliaba a 105x70.
Holanda significó también la ruptura con un paradigma casi inmoral, que dice: "Sólo valen los primeros, de los segundos no se acuerda nadie". Fue tan maravilloso lo expresado entre el 13 de junio y el 7 de julio de 1974, que ese equipo jamás será removido de su condición de uno de las mejores selecciones de la historia, sino la mejor. Pese a haber perdido la final con el anfitrión 2-1.
Su punto más flojo era el arquero (Jan Jongbloed), quien ocupó el lugar de Jan Van Beveren (del PSV Eindhoven, peleado con Cruyff por cuestiones vinculadas con el dinero de los patrocinantes), y pese a que la prensa clamara en la previa al Mundial por la presencia de Piet Schrijvers (arquero del Twente).
Cualquiera jugaba de cualquier cosa, cualquiera aparecía en los sectores menos pensados de la cancha. Cruyff podía ser atacante de punta en un jugada y líbero en la siguiente, Rudd Kroll (un maravilloso defensor) a la inversa.
En el partido final, como para ordenarlo de algún modo, Rinus Michels mandó a la cancha a Jongbloed (lo único previsible), Suurbier, Rijsbergen, Haan, Krol, Jansen, Neeskens, Van Hanegem, Rep, Cruyff y Rensenbrink.
Camino a la final fue aplanadora: en la fase de grupos venció 2-0 a Uruguay (sólo por una descomunal actuación del arquero Mazurkiewicz), a Bulgaria (4-1) y empató 0-0 con Suecia; en la segunda fase ofreció dos recitales frente a la Argentina (4-0) y Brasil (2-0), y un cómodo 2-0 sobre la República Democrática Alemana.
Siempre cuenta Quique Wolf que en un amistoso previo, tras la caída 4-1 en el Estadio Olímpico de Ámsterdam, un integrante de la tripleta técnica argentina dijo "el próximo partido va a ser diferente". Tenía razón, fue 4-0 en Gelsenkirchen con una paliza sin parangón.
Las dos Alemania pasaron en la Zona 1, después de un histórico choque entre ambas resuelto a favor de la democrática por 1-0 (dicen que la RFA hizo lo imposible por no ganar, para evitar un cruce con Holanda antes de la final); Yugoslavia y un flojo Brasil pasaron en la Zona 2 (por diferencia de goles sobre Escocia); suecos y holandeses en la Zona 3.
La Argentina, con muy buenos jugadores, pero otra vez en medio de un desastre organizativo, perdió en el debut 3-2 con Polonia (con un actuación desafortunada del arquero Carnevali); empató en la segunda fecha 1-1 con Italia, con un gol maravilloso de René Houseman, pese a ser muy superior a la azzurra, y goleó 4-1 a Haiti en el cierre de la Zona 4, lo que le permitió clasificarse por diferencia de gol.
La segunda fase arrancó con una fea derrota ante los holandeses, siguió con una inmerecida caída en el clásico con Brasil (2-1) y se cerró con un empate (1-1) ante la República Democrática Alemana.
Para ese último partido estaba designado Pepé Santoro en el arco, pero el arquero de Independiente se negó a atajar y lo hizo una promesa del arco argentino. Ese 3 de julio de 1974 las transmisiones radiales anunciaban una formación albiceleste que se abría Ubaldo Matildo Fillol y se cerraba con Mario Alberto Kempes.
Cuatro años más tarde, ambos se iban a hacer sentir en serio en la historia de las Copas del Mundo...