Spartathlon
Ricardo Rojas y Darío Aráuz arribaron este miércoles a Olavarría, luego de haber cumplido en Grecia el desafío de cubrir los doscientos y pico kilómetros que separan Atenas de Sparta.
Fotos: Claudio Martínez
Sólo algunos prodigios de la especie pueden aspirar a llegar más lejos, andar más rápido o saltar más alto que el resto. Para la enorme mayoría de los mortales las luchas, los desafíos y las ilusiones suelen formar parte de un mundo más acotado, hasta individual.
Ricardo Rojas y Darío Aráuz alcanzaron el sábado pasado en Grecia lo que fueron a buscar. Por eso las lágrimas de ambos en suelo helénico, por eso también aquí la recepción; de la gente que estuvo, y de la que no pudo estar, de todos los que sintieron orgullo de ellos.
El arribo a la rotonda fue pasadas las 14, en el límite de las 14.30 la caravana encabezada por un móvil del cuerpo de Bomberos Voluntarios llegó al Palacio Municipal con Ricardo y Darío, y sus enormes sonrisas arriba de la caja.
Aráuz no pudo abstraerse de la emoción que lo acompaña desde el preciso momento que cumplió con el desafío de cubrir los más de 200 kilómetros, aunque él mismo se encargó de aclarar entre risas que "soy bastante llorón".
"Lo disfruté mucho, fue muy difícil, me costó bastante... muchas veces pensé que se me escapaba el sueño, pero me hice fuerte y pude llegar a la meta. Para eso hay que aferrarse a los valores que uno tiene; sobre todo a mi familia. Había gente que me estaba esperando y eso fue fundamental para que el sueño se pudiera cumplir" subrayó.
"Cien veces pensé que se me escapaba, y ciento una dije que tenía que hacerlo" alcanzó a balbucear Darío antes de romper en llanto. "Llegar fue sumamente emotivo, impresionante" enfatizó y anticipó que este Spartathlón obró como combustible para próximos desafíos: "Físicamente terminé mejor de lo que esperaba, con sensaciones muy lindas".
"Deportivamente nunca había vivido nada así. Siempre fui un deportista frustrado, pero si lo tengo que comparar con algo, creo que está sólo abajo del nacimiento de mis hijos" afirmó.
México y una carrera mítica con los indios taraumara es la próxima aventura, para Ricardo y Darío, el año que viene. "Si logramos el apoyo económico para hacerlo, lo haríamos, pero en mi caso no voy a volver a poner plata de mi bolsillo para correr una carrera, como lo hice este año" advirtió Ricardo, más sereno, pero igual de feliz que su compañero de ruta.
"Estaba más emocionado cuando vi llegar a Darío que cuando llegué yo" confesó Rojas, conforme, aunque con expectativas de subir algún otro escalón: "Esperaba llegar entre los primeros cinco o siete, pero en el kilómetro doscientos me empecé a dormir y no me podía despertar, salvo que me tocaran bocinas".
"Había entrenado en Sierras Bayas con bajadas y subidas, entonces sentí bien la carrera. Lo más duro fue cuando me dormí y no me podía despertar; después cuando faltaban 20 kms tuve que acelerar porque se me venían dos, y pude pasar a uno que tenía delante de mí y llegué" celebró Ricardo.