FUTBOL

La hazaña que 31 equipos tratarán de imitar

CUENTA REGRESIVA HACIA BRASIL 2014 El 16 de julio de 1950 la selección uruguaya protagonizó el momento más grande en la historia de los mundiales: el "Maracanazo". Le ganó 2-1 al local Brasil y se adjudicó su segunda Copa del Mundo.

Daniel Lovano / elpopular.com.ar

Futboleros del mundo, desde el Río de la Plata se entiende vuestra legítima envidia. No habrá momento individual más sublime en la historia de los mundiales que aquella genialidad de Diego en México 86, ni gesta colectiva más conmovedora que la de los uruguayos el 16 de Julio de 1950 en Maracaná.

Claro, salvo que Leo (que cuando debió elegir, a pesar de los desplantes, de ser una víctima más del desastres de fines de los 90, eligió defender una camiseta de esta orilla del plata) opine lo contrario.

No se necesita ser uruguayo para volver a emocionarse, a sentir nublada la vista, ni llena de mocos la nariz cuando vuelve el recuerdo del Maracanazo con las mismas imágenes de siempre; el relato de Carlos Solé y las innumerables citas murgueras que han contribuido para su eternidad.

Hasta el 1 de julio 1946 la FIFA no pudo celebrar su primer congreso de posguerra. Además de bautizar con el nombre de Jules Rimet (vigente presidente) a la Copa, los congresales otorgaron la organización del cuatro mundial a los brasileños, únicos candidatos.

Sólo se inscribieron 33 países. Las dos Alemanias, la Unión Soviética y los países de este europeo aún estaban inmersos en las duras condiciones sociopolíticas como consecuencia de la segunda conflagración mundial.

Definidas en 1949 las instancias eliminatorias, los escoceses renunciaron a su cupo por no ganar el torneo de las Islas Británicas; Austria, Ecuador, Perú, Birmania, Filipinas e India lo hicieron sin dar a conocer los motivos y enseguida el golpe más duro en lo deportivo, aunque no tanto para los brasileños. La AFA se bajó del mundial

Una tragedia agigantaría aún más el favoritismo brasileño. El avión en el que viajaba de regreso de Portugal el plantel del Torino, base de la selección italiana bicampeona del mundo, se estrelló el 4 de mayo de 1949 contra el muro posterior de la basílica de Superga, en las afueras de Turín. En el accidente murieron 31 personas, incluyendo los 18 jugadores del plantel, los entrenadores y dos dirigentes.

Llegó nomás, en la cuenta regresiva, el mundial de los mundiales. Sin la Argentina en la Copa, por una decisión del gobierno del general Perón, los brasileños lo organizaron y sabían que lo iban ganar...

En el grupo I se clasificó Brasil, tras derrotar a México y Yugoslavia y empatar con Suiza; en el grupo II pasó España, aunque el gran momento lo protagonizaron los estadounidenses, con su victoria 1-0 sobre Inglaterra; en el grupo III Suecia relegó a una diezmada Italia y en el grupo IV Uruguay accedió al cuadrangular final con una goleaba 8-0 sobre Bolivia.

Nada hacía prever otro destino para este Mundial que con el capitán brasileño levantando el alto la Copa el 16 de Julio, en Maracaná ante 220 mil personas, en un estadio preparado para albergar a 169 mil. Mucho menos con el curso que fue tomando el camino al final.

Los brasileños golearon 7-1 a Suecia y 6-1 a España; los uruguayos a duras penas pudieron empatar con España (2-2) y la "Cotorra" Míguez hizo posible el vuelco para que los celestes ganen 3-2 un partido que perdían a media hora para el final.

Brasil con 4 puntos, Uruguay con 3 se encontraron a las 16.45 de la última tarde. La prensa carioca descontaba el desenlace, en las calles había grandes carteles felicitando a los campeones del mundo.

Cuando el árbitro inglés Mr. Reader mandó a los 22 jugadores al descanso, nadie podría creer que aún sigueran 0-0 pero, al minuto del segundo tiempo, las cosas volvieron a la "normalidad". Combinaron Zizinho-Jair, y Friaca dejó sin chances al arquero uruguayo, Roque Gastón Máspoli.

De ahí en adelante sólo cabía esperar otra goleada, la que presagiaba un dirigente uruguayo cuando antes del partido se acercó al centrodelantero Omar Miguez y le dijo que alcanzaba con perder por la menor cantidad de goles posibles.

Con eso se consideraban cumplidos. Enterado Obdulio Varela, el capitán, dejó para la inmortalidad aquella célebre frase "Los de afuera son de palo; cumplidos sólo si somos campeones".

Después del gol brasileño el "Negro jefe" se puso la pelota bajo el brazo, reclamó un offside imposible, se quejó al árbitro, arengó a sus compañeros ante la mirada absorta de sus rivales y de la gente. Un rumor nefasto empezó a subir por las gradas del imponente estadio.

A los 67m Schiaffino recibió un pase atrás de Ghiggia y derrotó a Moacir Barbosa. A once minutos para el final el argentino Pérez ubicó la corrida más célebre en la historia del fútbol mundial, Alcides Edgardo Ghiggia (el único sobreviviente de aquella final) encaró hacia al arco y definió con un remate al primer palo que los brasileños nunca más iban a perdonarle al pobre arquero.

Dicen que cuando el encuentro estaba empatado 1 a 1, el presidente de la FIFA (Jules Rimet) se dirigió a los vestuarios para preparar su discurso de felicitaciones para Brasil, pero cuando volvió al terreno de juego (ya terminado el encuentro) se llevó la sorpresa de no ver ningún festejo. Tan desconcertado quedó Rimet, que la ceremonia oficial de entrega de la copa no se realizó: apenas pudo acercarse al capitán uruguayo Obdulio Varela en el borde del terreno de juego, darle un breve apretón de manos y entregarle casi a escondidas, el trofeo. (1)

Años después, un uruguayo genial, Eduardo Galeano se hizo cargo del relato: "Los moribundos demoraron su muerte y los bebés apresuraron su nacimiento. Río de Janeiro, 16 de julio de 1950, estadio de Maracaná: la noche anterior, nadie podía dormir; y la mañana siguiente, nadie quería despertar".

Treinta y un equipos intentarán desde el próximo 12 junio emular aquella hazaña uruguaya de 1950.

Que el 13 de julio de 2014 la gloria vuelva a ser celeste... y blanca

1) El inolvidable Maracanazo

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