José Aramburu
En el umbral de los 50 años, sigue jugando al básquetbol en Pueblo Nuevo. Debutó en el 80, en Estudiantes, se puso casi todas las camisetas, y se resiste al retiro.
Foto: Claudio Martínez
Dice José Aramburu que sólo le falta ponerse la camiseta de Loma Negra; y el verbo será hasta que él lo determine sólo en tiempo presente. Su historia personal nunca ha vinculado el básquetbol con el pasado, por lo menos a partir de los 8 años, y desde entonces han transcurrido cuatro décadas.
Tiempo, entonces, no ha faltado; faltó la oportunidad, porque desde que debutó en la primera de Estudiantes allá por el 80 se puso las de Racing, San Martín, Ferro y -desde hace un buen rato- la de Pueblo Nuevo.
La vigencia de José Aramburu en el deporte olavarriense seguramente no registra antecedentes. Ha habido casos de deportistas que trascendieron en una disciplina (fútbol, por caso) y después se reciclaron en otra (bochas). Pero en una sola...
"Yo soy de Rauch; mi padre tenía campo en Olavarría y se pasaba toda la semana acá, así que a los 8 años nos mudamos con toda la familia. Pensar que cuando vine a Olavarría nunca había jugado al básquet. Me enganché sólo porque todos mis compañeros de la Escuela 17 jugaban al básquet. Hasta ahí sólo jugaba al fútbol y en el campo, nada más, o en los potreros" contó desde el escritorio de su estudio contable, frente a un cuadro enorme con la camiseta autografiada de Manu Ginóbili, que seguramente oficia de una especie de inspiración diaria.
Pero José no sólo fue un basquetbolista promisorio, que llegó a la primera de Estudiantes con quince años, una noche que se lesionó Leo Sainte Cluque ante Racing, y los mayores le preguntaron si tenía agallas como para tomar la base. "Me dijo Roby (Colmenero) ¿te animás a jugar?. Cómo no me iba a animar; eso sí, a los 5'' ya estaba con cuatro faltas de la ansiedad que tenía" recordó.
En su época, además era un delantero goleador que le quitaba el sueño a Raúl Moriones en las divisiones inferiores de Estudiantes. "Me acuerdo que Raúl me iba a buscar todos los domingos a la mañana a mi casa, sin entrenar, sin nada, hasta que en un momento elegí el básquet. Creo que todavía no había terminado la primaria" contó.
"Elegí porque estaba todos los días jugando al básquet, porque mis amigos jugaban al básquet, pero Raúl (Moriones) me insistió siempre. Mi mamá nos cuidaba mucho, porque era muy chiquito, y le daba unos sermones bárbaros; hasta que un día dejé de jugar al fútbol y me dediqué al básquet. Jugaba con Amaya, el que está ahora en el sindicato Luz y Fuerza, Marcelito Chojo, Juárez... Ganábamos bastante. Me acuerdo que yo no tenía botines, y Raúl me los daba para jugar los domingos" apuntó.
En su pasado están aquellos recordados torneos de verano de la primera parte de la década de 80, cuando llegaban como refuerzos jugadores de la talla del Negro Romano, Gabriel Milhovich, Norton Barnill y varias figuras más que descollaron en la Liga Nacional.
"Romano iba de vacaciones a Mar del Plata, con su señora, que era jugadora de la selección nacional, y lo veía siempre en la playa. Después lo tuve que enfrentar en una cancha de básquet. Eran torneos muy lindos".
Aunque la carrera de ciencias económicas condicionó sus aspiraciones deportivas, el deporte también puso sus pautas: "En realidad yo le saqué tiempo al estudio también, porque cuando me fui a estudiar a Buenos Aires, empecé a jugar en BetAm, en Lanús, por donde habían pasado Stanford, Rattone. Salía como a las 5 de la tarde de mi casa y volvía como a la 1 de la mañana. Gracias a mi viejo que me bancaron eso pude terminar la universidad".
"Pude haber tenido otra carrera en el básquet; cuando estaba en Buenos Aires me llamaron para jugar en Obras, y al final no fui. No sé por qué no fui; aunque en realidad tomaba el básquet con responsabilidad, pero como un salida profesional; estudiaba y me tenía que recibir de alguna forma. Pero también uno no podía imaginar lo que iba a terminar siendo la Liga" dijo, casi como un lamento.
En el repaso de las viejas fotos tendidas sobre el escritorio, donde la mezcla del color con las sepia, y aquellas que aparecen en el Facebook constituyen un relato fidedigno de su trayectoria, hay una que le cambia la configuración del rostro: la de su madre.
"Cuando falleció mamá dejé de jugar; volví cuando me llamaron de Sierras Bayas para reforzar a San Martín en el 89, que salimos campeones, y no sé a qué categoría ascendimos. No me arrepiento, pude hacer las dos cosas, conocí lugares, gente, hice amigos".
El hincha de básquet tiene su expresión la camiseta de Ginóbili. "Me gusta ir a la cancha; mi gran sueño imposible fue ir a ver a Michael Jordan cuando jugaba en los Chicago Bulls. En Uruguay estuve con un amigo de Ginóbili, me dijo que cualquier cosa que necesite le avise, así que en cualquier momento me voy a dar el gusto de ver a Manu en San Antonio" confesó.
El registro fotográfico muestra hasta imágenes del viejo diario Tribuna, y un recorte como testimonio de un registro impactante. "En un partido con San Martín hice 86 puntos, y eso que en esa época no había triples", bromeó.
Aquel pasado y este presente, aún jugando para Pueblo Nuevo en los torneos de la ABO, y con Independiente de Tandil en el fútbol de veteranos, representan a un hombre que tiene al deporte como una parte indisoluble en su vida.
"A mí siempre me gustó el deporte, y antes la juventud era distinta. Nos pasábamos todo el día en los clubes, desde la una de la tarde a las 8 de la noche. El básquet siempre me gustó, y me hace bien a la salud. Hace 15 años me agarró un sangrado en la cabeza y ahí me di cuenta de que era hipertenso, entonces con más razón la necesidad de hacer deportes. Pero es algo que me encanta además" comentó José.
La atmósfera ayuda: "A la tardecita lo primero que quiero es ir a Pueblo Nuevo, entrenar, divertirme con los chicos. Los pibes me dice ''Abuelo'', ''Abu'', pero es un ambiente muy sano, que me hace muy bien".
"Mis amigos me cargan, me dicen que siempre estoy amagando con el retiro. Ya me dieron dos veces el reconocimiento a la trayectoria en la entrega de los Olimpo. Así que sigo en esto" cerró... la nota.
El vínculo con el deporte estará siempre.