Diariamente se la podía ver caminando por cada uno de los rincones del Hospital, con un trabajo incansable al lado de cada enfermera, de cada mucama, de cada cocinera y de cada profesional, al lado de cada paciente y al lado de cada familia, ayudándolas laboralmente o espiritualmente. En las buenas y en las malas siempre llegaba con su mensaje, una tarea de evangelización y servicios que se extendió por diez años en nuestro centro de salud y en cada hogar lapridenses que podía visitar.
Quienes tuvieron la suerte de compartir momentos de sus 3.650 días en Laprida la recordarán con mucho cariño. Ayer quienes pudieron acercarse la despidieron y le dijeron "hasta pronto", un cálido aplauso y un regalo para que siempre recuerde a los lapridenses.