LAMADRID

El nuevo paladar local: entre lo tradicional y lo innovador

A lo largo de una serie de notas iremos reflejando estas nuevas propuestas que surgen en nuestra ciudad. Hoy es el turno de "La Cirila", donde "todo tiene que ver con la familia, con lo nuestro, con lo que queremos para La Madrid, que sea un ambiente tranquilo y para compartir", afirma uno de sus impulsores.

El gusto lamatritense por la gastronomía está cambiando, definitivamente. Tal vez por el auge de los emprendimientos temáticos, por las modas de las propuestas que reversionan la comida tradicional o simplemente porque aparecen propuestas más interesantes; como sea el paladar de aquellos que optan por un lugar para divertirse o comer fuera de casa es diferente al de hace unos años en nuestra ciudad.

A lo largo de una serie de notas iremos recorriendo estas nuevas propuestas que hicieron que La Madrid pase de tener una carta tradicional a una adaptada a los años que corren.

Para los especialistas "se ha explotado la movida gastronómica" en el país. Hace algunos años sólo había opciones clásicas pero repetidas, en la actualidad, con la aparición de programas televisivos, la invasión en las redes sociales de exquisitos platos e ideas innovadoras, que no dejan de ser una remake de lo tradicional, se está cambiando el concepto del comercio gastronómico.

La socióloga María Emilia Pérez sostiene que los gustos gastronómicos "tienen que ver con la tradición y la familia".

"La juventud especialmente está abierta a las innovaciones en los menús y las ofertas aggiornadas", apunta. La especialista destaca también que la influencia de los medios "es un modelo a seguir". "Tienen que ver hasta con las modas en las vajillas que se utilizan", ejemplifica.

Lo primero es la familia

"La Cirila Café Bar" hizo su interrupción en el mercado local hace tan solo un mes y ya tiene sus adeptos. Ubicado en una esquina amplia (Uriburu y Rivadavia) ofrece una propuesta interesante desde distintos aspectos.

Tiene su impronta: espacios y elementos recuperados, el toque y huella familiar, y la innovación -al menos en La Madrid- de la idea de un bar-café.

"Mi vieja hace bastante que buscaba qué hacer y nos había dicho de tener algún emprendimiento en distintos rubros pero estábamos todos con nuestras propias cosas. A mitad de año surgió la posibilidad de volver a La Madrid y enseguida comenzamos a buscar hasta que encontramos este lugar; cuando entré inmediatamente me imaginé cómo podía quedar", cuenta Marcos Argaña, uno de los impulsores del proyecto.

La familia es muy unida y esa impronta no se podía perder, por eso cada uno hizo su aporte desde algunas de las mesas hasta las ideas de cómo plantar el ambiente del nuevo comercio.

"La Cirila" tiene que ver con esto último. Lleva el nombre en homenaje a una de las abuelas y ese rastro de lo familiar, un ejemplo de tenacidad y el buen gusto. Mesas de coser que ofician de mesas, los adornos, los envases de vidrio que se utilizan como vasos y hasta la gastronomía llevan el sello de la abuela.

Las ideas surgieron de la familia y amigos. "Restauramos maderas, fundas de las mesas, las sillas y otros elementos… la mayoría de las cosas", cuenta Marcos.

"A la gente le gusta y se superaron las expectativas. Todo tiene que ver con la familia, con lo nuestro, con lo que queremos para La Madrid, que sea un ambiente tranquilo y para compartir, que este lugar sea para todas las generaciones y las familias", subraya.

"Optamos por colocar ‘mesas comunitarias’ que en otras ciudades se utiliza mucho, para socializar; primero generó un impacto porque por ahí no estábamos acostumbrados pero enseguida la gente se acostumbró a compartir el mismo espacio. La idea de los juegos de mesa lo vimos en un lugar en Capital Federal y fue una apuesta para atraer a la gente, no sabíamos cómo podían reaccionar pero gustó la idea y hoy muchos vienen y te los piden; es una manera de compartir algo que hacíamos de chicos", cuenta.

Muchos fueron los que hicieron su aporte al establecimiento y otros tantos a que se mantenga. Ahí entra en juego la relación con los vecinos a los que los Argaña agradecen.

"La idea es que la gente venga, se sienta cómoda y pueda compartir con personas de su misma edad o distinta. No queremos que se pierda lo tradicional y lo familiar. La idea es socializar y que sea un ambiente de todos los que hicieron su aporte", concluye.

El secreto mejor guardado

Javier Rielo se hizo cargo de la cocina de "La Cirila". "La propuesta gastronómica es un acuerdo entre todos. Sabemos que en nuestra ciudad aún se mantienen ciertas costumbres a la hora de comer pero a la vez a la gente le gusta innovar por eso optamos por una carta que mantenga ese gusto de lo hecho en casa, de lo simple pero a la vez que tenga su propio estilo", coinciden.

"La carta no podía ser muy amplia porque sería un lío, entonces optamos por algo que a la gente le gusta y se ha dado con el auge de los food trucks: el toque de lo casero pero que tenga una variación", menciona Javier.

"Es un lindo desafío en lo personal porque yo estaba acostumbrado a cocinar para la familia o algunos grupos, que se come lo que yo propongo y cuando yo lo decido; acá eso cambia y hemos sabido responder. Las pizzas, las papas y las hamburguesas es algo sencillo pero tienen su estilo con lo casero como primordial, por eso es todo artesanal", confiesa el cocinero principal.

"Es buscar una alternativa a quienes deseen salir a comer sin ser una cocina de gourmet porque en nuestra ciudad no estamos acostumbrados", concluyen.

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