FUTBOL LOCAL. Jugaron en primera división y se recibieron en la facultad De chicos prometían... Siguieron una carrera, se graduaron, pero nunca abandonaron la relación con el deporte. Siete historias que vinculan el fútbol con los estudios universitarios.
El fútbol y la universidad no siempre pudieron patear para el mismo arco. En un tiempo, hasta parecía antagónico que un pibe con condiciones para jugar a la pelota tuviera también intenciones de seguir una carrera universitaria.
Prejuicios tal vez, accesibilidad quizás. Hoy en el fútbol de Olavarría hay ejemplos de aquellos pibes prometedores en su paso por divisiones inferiores que no se apartaron de las aulas y se graduaron, pero tampoco abandonaron las ganas de seguir jugando.
En todos los casos, son la primera generación de universitarios de la familia.
Leandro Castarés es contador público graduado en la Universidad de La Plata, la casa de altos estudios donde recibieron sus títulos de médico Pablo Nagel y de odontólogos Nicolás Marinangeli y Diego Fornes.
Maximiliano Gargaglione se graduó como licenciado en seguridad, higiene y medio ambiente en la Universidad de Morón; Juan Ignacio Chamorro es médico traumatólogo de la Unicén, y Marcos Bonavetti abogado egresado de la UBA.
Leandro Castarés, defensor de Estudiantes, tuvo siempre claro el camino: "El fútbol fue un hobby desde chico. A los 17 años debuté en la primera división de Estudiantes, y enseguida me fui a estudiar a La Plata. Allá seguí jugando en un club que se llama Amers, en la Liga Platense, y cuando volví me reincorporé de inmediato al plantel de Estudiantes".
Jugar y estudiar no fueron cuestiones excluyentes. "Se hizo complicado con las distancias. Entrenar significaba distraer cuatro o cinco horas, y eso le quitaba tiempo al estudio, pero me fui organizando. Traté de hacer lo que se podía en la semana y jugar los fines de semana" recordó. Y además, "en los veranos, cuando volvía a Olavarría, como Estudiantes jugaba los Argentinos ‘C’ me sumaba al plantel. Si me tocaba jugar jugaba, y si no todo bien".
Maxi Gargaglione tuvo un 2009 que no olvidará jamás. Logró el ascenso al Argentino "B" con Ferro y la graduación. "Antes de terminar la Escuela Industrial estudiaba, trabajaba y jugaba al fútbol en la primera de Ferro. Después hice los tres primeros años en Olavarría y los últimos dos viajaba a Buenos Aires. Ahí me dio una mano grande el Pampa Biaggio. Nos hicimos amigos acá y allá paraba siempre en su casa" contó.
"En junio logramos el ascenso con Ferro y el 28 de diciembre me recibí. En el medio muchos viajes, porque nos tocó definir una serie en Río Gallegos y la final en Formosa, pero me llevaba los libros, la computadora. Era una locura, pero la pasión por el fútbol es más fuerte que todo" afirmó el "5" de Ferro.
Pablo Nagel fue parte de una de las mejores camadas de El Fortín. Un equipo que compartió con Hernán Barbieri, Fernando Bricka, Roberto Tucker, Lucas Paz, Luciano Bramajo y de pibes ganaron todo: Toritos de Chiclana, inferiores, Bonaerenses.
"Todos esos chicos pasaron por pruebas en equipos de Buenos Aires. Jugábamos juntos desde los 10 años y nos conocíamos de memoria. Salimos campeones los cinco años de inferiores y debuté en primera antes de terminar el secundario, pero en mi familia siempre me inculcaron que la manera más segura de tener una herramienta en la vida era a través del estudio" dijo.
"No me veía viviendo del fútbol, pero la pasión siempre estuvo. Allá seguí en los torneos amateurs, con buen nivel de jugadores, pero sin la exigencia de entrenar todos los días de la semana. Cuando terminé los estudios me volví a trabajar, y juego en Colonias y Cerros, en Amoroso, desde hace 3 años" acotó el tres, que en las inferiores de El Fortín era como un (Diego) Placente en chiquito.
En los mismos vestuarios se vestía Juani Chamorro cuando soñaba con ser médico. Al tomar la palabra desmintió que su orientación traumatológica tenga que ver con algún cargo de conciencia que haya quedado de aquel prometedor defensor que jugó en El Fortín, y se bancó el Federal "C" muy de pibito, antes y después de entrar a la Universidad.
"No, bah, por ahí sí; por ahí antes las rompía adentro y ahora las arreglo afuera (risas). Cuando empecé a estudiar estaba orientado para dónde quería ir. Esta carrera me sirvió para seguir vinculado de alguna manera con el deporte, pero desde otro lado. Mientras pude seguí jugando, en los primeros años salimos campeones de los Bonaerenses en Mar del Plata con Marcos (Bonavetti), y después a una altura avanzada se me hizo complicado seguir".
Juani era convocatoria obligada para Luis Quintela en las selecciones de la Unicén que participaban en las Olimpíadas Nacionales. "Al final de la carrera dejé del todo" comentó Juani, pero se dio el gusto de ser el médico del equipo de El Fortín que ganó el último Federal "C".
Marcos Bonavetti (hijo de Mario) logró también el Federal "C" con El Fortín y luego regresó a Sierra Chica para el torneo local. "Nunca interrumpí totalmente mi vínculo con el fútbol, y seguí jugando para un equipo del CBC en el torneo de la UBA. Después me sumé a los torneos abiertos, con equipos de estudiantes, graduados y externos. Estuve otros años en la Categoría D y dos en la División de Honor" recordó.
Tenía claro "desde un primer momento que para vivir del fútbol iba a necesitar esa cuota de suerte que no está en la Universidad. Me iba bien en el estudio, me gustaba y estaba enfocado para ese lado, pero siempre pensando que el fútbol me iba a acompañar".
En el verano de 2011 respondió a la cita de Silvio Ramírez para jugar el Torneo del Interior y repitió en 2012 con Enrique De la Vega.
El apellido de Nicolás Marinangeli lo "obligaba" a jugar a la pelota y, por supuesto, en Sierra Chica. "En el último tiempo de inferiores, con Silvio Moncany, salió una prueba en Estudiantes de La Plata. Pero estaba el riesgo de perder el año, y no la hice. Me fui a estudiar" contó Nico, con un inconfundible registro de voz, muy "Marinangeli".
El primer año viajaba todos los fines de semana para ponerse los domingos a las órdenes de su tío Juan Domingo. "Entrenaba solo en el Bosque de La Plata, hasta que mi mamá no lo permitió más y no volví a jugar en Sierra hasta después de recibido, pero seguía jugando en el equipo de la facultad".
Con el título en la mano, no sólo volvieron a jugar Nico y Diego Fornes, sino que formaron parte de la refundación de Sierra Chica. "Un amigo, Gabriel Mariano, me propuso hacer algo por el club, que en ese momento no jugaba en la Liga, y ahí lo invité a Diego" recordó.
En un sonado episodio de su paso por la primera de Sierra Chica, Diego (Fornes) resumió la vida que enlazó una carrera de odontología y el fútbol: aquel golazo de chilena a San Martín de Sierras Bayas, cuyas imágenes explotaron el contador de Youtube.
"Para mí ese gol fue el cierre perfecto para el esfuerzo que durante tanto tiempo uno hizo para estudiar una carrera universitaria y al mismo tiempo jugar al fútbol. Después, cuando uno trabaja, tiene familia, hijos, es mucho lo que se sacrifica para brindarle tiempo al deporte. Fue el broche de oro, y me encantó. Y justo lo filmamos, sino no me la creía nadie" bromeó
La rueda vocacional arrancó al revés, y fue Diego el primero en contar por qué eligió odontología. "En realidad pensaba hacer kinesiólogía, porque quería seguir ligado al fútbol, pero cuando la orientadora me dijo que el kinesiólogo es un rehabilitador que depende de las derivaciones del traumatólogo yo, con la mentalidad limitada de un pibe de 17 años, no quería depender de nadie. Pensé en traumatología, pero no me vi. Ojeando encontré odontología, y me metí" señaló.
Su cuñado, Nico Marinangeli, hizo caso a un consejo de su hermana, la esposa de Diego. "También pensaba en kinesiología, pero no era estatal en La Plata, y mi hermana estaba estudiando allá. Como me gustaba hacer cosas con las manos, en una cena me pidió que estudiara la mismo que ella y fue el empujón que necesitaba para anotarme en odontología".
Marcos estaba ante uno de esos abanicos que se abren en la adolescencia, y eligió abogacía. "Siempre me gustó la participación política, formé parte de los centros de estudiantes, y pensaba que la abogacía daba el perfil indicado en varios aspectos. Después me fue gustando, a medida que fui estudiando" contó.
Juani Chamorro, compañero de equipo desde las infantiles en la 89 de El Fortín, nunca tuvo dudas: "Siempre apunté a estudiar medicina y mi principal objetivo era la traumatología, y como me relacioné mucho con el deporte, no quería perder eso. Lo tenía bastante claro, y después durante la carrera lo terminé de confirmar".
Pablo Nagel se definió en los últimos años del secundario. En cuarto quería ser abogado, al finalizar quinto "llegó" a la medicina. "Me gustaba kinesiólogía, también educación física, y sobre todo la parte social de la medicina; poder ayudar a la gente" comentó, y como sus compañeros de la secundaria enfilaron para La Plata, terminó de bajar el martillo.
Si hay que relacionarlo con el fútbol, lo de Maxi Gargaglione siempre fue darle una mano a la seguridad del equipo. "Me convencieron unos profesores en la Industrial, que me abrieron la cabeza cuando no sabía que estudiar; me dijeron Seguridad e Higiene era lo que se venía" reveló el símbolo de Ferro.
Hubo un episodio, mientras estaba en el viaje de egresados en Bariloche, que cambió la historia de su profesión: la tragedia de Cromañón. "Igual siempre estuve relacionado, porque desde muy chico viví dentro de los talleres y las canteras" acotó.
Para Leandro Castarés los números siempre estuvieron sobre la mesa: "En la orientación del secundario, Economía y Gestión, me di cuenta de que me resultaban fácil las materias de contabilidad, economía y matemática, y con un test vocacional lo confirmé. En la carrera no me costaba, me gustaba, y hoy soy feliz con mi elección".
Palabras autorizadas
Leandro Castarés, Maximiliano Gargaglione, Pablo Nagel, Juani Chamorro, Marcos Bonavetti, Nicolás Marinangeli y Diego Fornes tienen mucho para decir a los chicos, que hoy están en divisiones inferiores, sobre esta afinidad que supieron cultivar entre el fútbol y los estudios universitarios.
"Claro que se pueden hacer las dos cosas, estudiar y jugar fútbol. Si tienen condiciones, que sigan con el fútbol, pero que no descuiden los estudios porque en algún momento, si con la pelota no funciona, van a poder encarrilar su vida a través de una carrera" aconsejó Leandro Castarés, el que se graduó y sigue jugando en la primera de Estudiantes.
Maximiliano Gargaglione es sinónimo de Ferro. En el vestuario hoy es de los que más hablan con los pibes que vienen de abajo: "Los más grandes les recomendamos a los más chicos que hay tiempo para todo, para andar de novio, para estudiar y para jugar al fútbol. Es todo a fuerza de mentalidad y es lo que les tratamos de aconsejar a los que vienen a ocupar nuestros lugares, porque nosotros ya estamos en retirada".
Pablo Nagel consideró que "hay que sacrificarse en la vida, en lo que sea, pero con los pies sobre la tierra. Apoyarse en la familia, y en las instituciones, que siempre enseñan algo. Si un pibe tiene condiciones que le meta con el fútbol, pero que nunca corte la relación con el estudio".
Juani Chamorro, fortinense y médico también, dijo que "el tiempo existe para poder hacer todo. Que disfruten cada etapa; las formativas, si tienen la posibilidad jugar en la primera división de su club, y que nunca cierren una puerta. Nunca jugársela por una sola cosa, y no abandonar el estudio, que eso a la larga siempre termina dando sus frutos".
Marcos Bonavetti, el volante mixto de Sierra Chica, señaló que "el deportista tiene el plus de la formación deportiva, y eso es una gran base para la vida. Es una cuestión de administrar los tiempos. Se puede jugar al fútbol, se puede estudiar, se puede tener una novia y hacer lo que a uno lo apasione. Con entrega y sacrificio todo se logra, y coincido con Juan en que nunca hay que cerrar una puerta. Hoy, por suerte, las posibilidades para estudiar son amplias, y esperemos que por siempre siga siendo así".
Nicolás Marinangeli terminó con su etapa de jugador de primera el año pasado. "Nunca hay que dejar el estudio. Si un chico tiene condiciones y tiene la suerte de pasar una prueba, que la aproveche, pero nunca abandone los estudios. Yo nunca me voy a olvidar un consejo de mi mamá, que nos decía ‘título abajo del brazo y después hagan lo que quieran’. Con el estudio uno siempre se puede defender en la vida" reflexionó.
Al mismo tiempo, también colgó los botines su colega, socio, amigo y cuñado Diego Fornes. "La educación en general es fundamental, pero también lo es la cultura de deporte, más allá de querer triunfar específicamente en eso, que después se refuerza en la facultad o en la secundaria, según las posibilidades de cada uno" sostuvo.
El autor de aquel gol que dio la vuelta al mundo, precisó que durante su etapa como entrenador en la escuelita de Sierra Chica vio que "el deporte abre muchas puertas en otros aspectos de la vida; educa, relaciona. Sirve más para la vida que para triunfar. Porque los chicos que llegan ya saben desde chicos que van a llegar. Abordar situaciones sociales complejas a través del deporte ayuda a los chicos a ver que hay otras posibilidades en la vida, por fuera de lo que ellos viven en sus casas".